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Renacer 09

El renacer de un corazón. 

Por Alejandra Maraveles

09. Caos y confusión
Lily no sabía que pensar de todo aquello. Sí, Anthony se había abierto más con ella, pero no habían quedado en nada en concreto. ¿Había sido una declaración? Una parte de ella sabía que así había sido, pero otra le alarmaba, si le había dicho que ella le gustaba, pero jamás había existido una declaración en forma... el tema se había desviado para hablar de aquella que en una ocasión había estado a punto de casarse con él.
Sí, la historia era triste, pero Lily no quería supeditar sus sentimientos a un recuerdo. Y fue entonces cuando comenzó a comprender las palabras de Anthony. No quería hacerla sufrir, al menos eso le había dicho.
Para haber estado con él tanto tiempo, Lily se sentía algo desanimada, toda la situación le empezaba a producir dolor de cabeza.
Al día siguiente al llegar a su trabajo esperaba encontrárselo por los pasillos o quizá ir a hablar con él, quería saber, quería estar segura de no estar enamorándose por no decir que ya estaba enamorada completamente de él, sin que tuviera posibilidad alguna de ser correspondida.
Quizá se lo toparía al ir por unas copias, o al ir por un café, o quizá a la hora del almuerzo, en el peor de los casos ir directamente hasta su oficina para poder verlo. No obstante en cuanto las puertas de ascensor se abrieron, lo primero que vio fue a Ale.
- ¡Por fin llegas! – espeto ella nerviosamente.
- Sí mira, pues mi horario de entrada es las 9 – dijo un poco molesta Lily al escuchar el reclamo – y te informo que son las 8:45...
- Algo sucedió – masculló al tiempo que la jalaba a su oficina.
La oficina de Ale era realmente amplia, pero hubiera lucido mejor sin tantos papeles, sobre su escritorio había tres torres de papeles, sobre cada repisa había papeles y carpetas. Lily se dejó llevar y se sentó en el sillón que estaba acomodado dando la espalda a la ventana.
- Bien ya estamos aquí ¿podrías explicarme de que hablas?
- Se fue... – dijo ella.
- ¿Quién se fue? – preguntó Lily de mala gana.
- ¿Cómo que quien se fue? – le respondió con irritación
- Ale, o me dices o me voy, tengo cosas que hacer...
- Anthony.
- ¿Qué pasa con él?
- Se fue, ¿qué parte no entiendes?
- ¿Anthony se fue? – preguntó Lily en una voz muy extraña incluso para ella misma
- Sí – dijo Ale – lo vi esta mañana... vino a recoger sus cosas.
- ¡¿A recoger sus cosas?!
- Sí, se me hizo muy extraño, pero Archie me dijo que se va de viaje.
Esta noticia le había caído como balde de agua fría a Lily. ¿es que ahora Anthony iba a desaparecer de su vida para siempre? No podía concebir semejante idea, no podía permitirlo.
Su cabeza comenzó a darle vueltas y antes de que se diera cuenta sentía que la respiración le faltaba. Ale corrió a abrir la ventana y le acercó un vaso de agua…
- ¿Te encuentras bien?
- Sí, no, no estoy bien – dijo con tristeza y comenzó a relatarle todo lo que había pasado con Anthony.
Ale escuchó atenta cada palabra que salía de la boca de su amiga, y comprendió porque se sentía así.
- Lamento decírtelo Lily, pero tú amas a Anthony… no importa lo que hagas no lo vas a olvidar…
- Tengo que hacerlo – suspiró desanimada
- No estamos seguras de que no regrese…
- Pero el mismo Archie te lo dijo – refutó Lily
- Algo debe de poder hacerse – suspiró Ale.
- Sí, yo mientras me regreso a mi casa, no me siento muy bien…
- Sí, creo que será lo mejor, te ves muy pálida… creo que será mejor que te vayas a descansar…
- Sí Ale, lamento no haberte dicho nada antes, de lo de Anthony y yo, pero todo sucedió tan rápido que…
- No tienes de que disculparte… yo entiendo.
Lily caminó hacía la salida del edificio, de reojo miró la oficina de Anthony, “tal vez deba entrar” pensó, pero esa idea la eliminó de inmediato ¿Qué esperaba encontrar allí? Una nota para ella diciéndole lo mucho que la amaba… No, no podía entrar, si él hubiera querido se habría despedido directamente de ella. Y con paso más decidido salió del edificio.
Camino de regresó a su casa, se sentía muy confundida… ¿que significaba la actitud de Anthony? ¿Por qué se había ido sin decir nada? ¿Era acaso que ella lo había hecho huir? “Quizá mis palabras no era lo que él esperaba” pensó con desasosiego “Quizá fui muy fría con él, o tal vez no fui compresiva” se reprochaba una y otra vez
Así con ese torbellino de pensamientos llegó a su casa, pensando en lo irónica que era la vida, en el transcurso de tres días, había tenido dentro de ella un remolino de emociones, pasando de la felicidad más absoluta, al miedo, a la tristeza y finalmente al caos y la confusión.



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