Capítulo
10. Mi corazón se fue
Por Lily
Flor
Al siguiente día, Alejandra llegó a
su trabajo muy temprano. Buscó de inmediato al ser causante de su
tristeza con la vista. Pero no lo vio. De hecho, no vio a ninguno
de los chicos. Parecía ser que el nuevo gerente junto con dos
asistentes nuevos había abierto el local. Esto puso nerviosa a
Alejandra, pero ignoró los signos de alarma que le enviaba su
corazón, y empezó su día como de costumbre.
El día transcurrió como
normalmente. Alejandra caminó hacia al banco a dejar el deposito
del día anterior. Proyectó las ventas del día, revisó los visuales
y se aseguró que el resto de la tienda estuviera en orden.
La hora de su almuerzo llegó, pero
aun no miraba a ninguno de los chicos, mucho menos a Anthony.
Pensó en acercarse a preguntar, pero cambio de opinión, y decidió
ir a comer sola.
Su media hora de almuerzo pasó, y
de regreso a su tienda, buscó de nuevo algún indicio de que sus
amigos estaban trabajando, pero no los vio. Lo que se le hacia
raro, porque seguro y le hubieran mencionado algo acerca de
tomarse el día libre. La hora de irse a casa llegó, Alejandra se
dispuso a marcharse, pasó frente a la joyería pero no vio a nadie.
A pesar que tenia muchas ganas de ir a preguntar, se aguantó,
consolándose que ya alguno de ellos la llamaría para saludarla y
contarle porque no habían llegado.
Pero no lo hicieron, Anthony no la
llamó, y Stear y Archie tampoco, ella siempre les había hablado al
trabajo. Sabía que tenían celular pero nunca se los preguntó,
ellos nunca se lo dieron, y nunca hubo necesidad. Y ahora parecía
que de la noche a la mañana se habían desaparecido.
Varios días pasaron después de
aquel día en que Alejandra no volvió a saber de sus amigos. Había
sabido ya por medio de los nuevos empleados que habían regresado a
Chicago por un problema familiar o algo así. Ellos no le pudieron
dar mucha información.
Alejandra se sentía en verdad muy
triste, y muy desorientada.
Sentía una melancolía tan grande, y
no sabia bien como manejarse. Pensó tantas cosas lindas que
pudieron haber pasado. Pensó en todos sus recuerdos, en los días
vividos, en su estancia en esta ciudad aun extraña. Y entonces,
sintió un gran deseo de volver a México.
“Tengo que volver, o si no me
volveré loca” se dijo
Pero Alejandra, no era de las
personas que actuaba por impulso, así que decidió esperar a que
todo volviera a la calma en su vida para tomar una decisión. Su
corazón le pedía volver hacia lo conocido, porque allí se sentía
muy a gusto. Y estando sola no podía pensar bien todo.
“Al fin y al cabo ya pronto viene
Lily” se dijo, mientras miraba su calendario.
Y en efecto, su amiga por fin
volvería de Italia, y sabía que Lily podría ayudarla a sentirse
mejor.
O al menos a pensar bien en una
solución. Mientras tanto, debía de recuperar su tranquilidad.
Aunque su corazón se hubiera ido
muy lejos, ella sentía el deseo de traerlo de vuelta, algo le
decía que no estaría lejos por mucho tiempo…
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