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Fic Luces 15



15. Accidente, fortuna y una grata decisión.
    Candy, se sentía algo intranquila por la actitud fría que había tomado Anthony, y en parte se sentía culpable porque realmente había estado a punto de besar a Albert, así que sabía que tenía que hablar con él, pero antes tenía que arreglar con el Hospital la estancia de Albert allí. 
Sabía perfectamente que pasaría lo contrario a la vez primera, ahora era una persona influyente y la familia estaba pagando la habitación a precio de oro, a la administración no le convenía que el joven regresará a su casa, así que tendría que argumentar con fundamentos para que lo dejaran irse a su casa. 
Después de varias horas de alegatos con las personas de la administración Candy triunfó y no sólo eso, además de trasladar a Albert a la mansión Andley, ella sería mandada por parte del Hospital para cuidarlo allí.  
Candy comprendió que no era un acto de buena voluntad del director sino que no quería dejar de recibir dinero por parte del Hospital, Candy sería su enfermera de planta, y tendría visitas del médico dos veces al día. Sin embargo la estancia de Albert en el Hospital comenzaba a ser perjudicial para su ánimo, estar rodeado de cosas familiares y pudiendo salir al lago que estaba detrás de la mansión se sentiría reconfortado. 
Mientras tanto en New York en la compañía de teatro Stranford, Elisa había hecho su aparición, desde que Terry la había salvado en Escocia lo seguía como si fuera su sombra, ese día no era la excepción, en la compañía acababan de seleccionar a los actores para su siguiente obra que sería Romeo y Julieta.  
-          ¿Cómo que no puedo hablar con él? – gritaba Elisa al guardia que estaba parado en la entrada de la compañía.
-          Señorita, ya se lo he repetido muchas veces, el señor Terry está ensayando. – le dijo el pobre guardia.
-          Pues a mí siempre me quiere ver – espetó Elisa, haciendo a un lado al hombre que era sólo un poco más alto que ella.
-          Oiga señorita no puede pasar… - dijo el guardia corriendo tras Elisa quien se había levantado un poco las enaguas para correr más rápido. 
La compañía de teatro estaba pegada al teatro donde presentarían la obra, y allí es donde estaban ensayando. “Muy bien otra vez desde el inicio” se oyó la voz del director cuando Elisa entraba al teatro. Un leve crujido imperceptible sonó desde los focos que estaba sobre el escenario. La música del pianista lo había opacado, estaban ensayando la escena del baile.  
-          Hola Terry – gritó Elisa casi desde medio teatro. 
El pianista dejó de tocar y todos los actores voltearon a ver a Elisa quien llevaba un enorme ramo de rosas en sus manos. 
-          ¿Quién la dejó entrar? – gritó enojado el director.
-          Perdón señor hice todo lo posible… - se excusó el pobre guardia.
-          Terry querido… - volvió a gritar  
Terry miró como el director discutía con el guardia y pensó que si no bajaba del escenario la irritante voz de Elisa no se callaría nunca. Así que bajó del escenario en cuanto había bajado un estruendo sonó detrás de él, los focos que alumbraban sobre él se habían precipitado para romperse contra el suelo. Las caras de todos era de total asombro, todos se callaron incluso Elisa quien parecía que estaba a punto de desmayarse. El director rompió el silencio mientras se ponía a gritar como loco “¿Quién ha puesto esas luces mal? Pudieron haber caído sobre alguno de los actores, es ¿qué quieren matarme de un coraje?” 
Terry llegó finalmente con Elisa, ni él ni la asustada Susana que se había quedado paralizada sobre el escenario sabían que gracias a Elisa los había salvado de un destino harto cruel para los dos.  
Esa tarde, Albert fue trasladado a la mansión Andley, Candy estaba muy contenta, llegaron a la puerta de la mansión y allí estaba Anthony miraba fríamente a los dos, ella nunca había visto esa mirada tan dura dirigida a ella. La joven enfermera le había dado su brazo a Albert, y una ráfaga de viento se llevó la cofia de Candy hasta la calle.  
-          Yo voy por ella – dijo Anthony que no quería seguir viendo a los dos juntos. 
Lo que paso a continuación fue algo sumamente rápido un carro iba muy rápido, Candy no supo como Albert se libró de su brazo, saltó y aventó a Anthony, el carro lo aventó a él y su cabeza golpeó sobre la acera. 
-          ¡Anthony!... ¡Albert! – gritó Candy. 
Anthony se levantó algo aturdido, el dueño del coche se siguió de largo, entonces Anthony empezó a correr tras él, pero sin ninguna posibilidad de alcanzarlo. 
-          Albert, Albert, ¿me escuchas? – decía Candy angustiada. 
El doctor que venía tras ella, corrió a verlo, entre los dos lo subieron a su habitación, el doctor lo revisó y sólo vio que había recibido un fuerte golpe, que se quedaría en la Mansión hasta que recuperará el conocimiento. 
Afuera de la habitación estaba Anthony, por segunda ocasión en su vida lo habían salvado de morir, sólo que esta vez él lo había sentido más cerca, su cara estaba desencajada, no podía creer que por su culpa ahora Albert estaba de nuevo en cama justo cuando lo habían dado de alta. 
Las horas que pasaron después del atropellamiento para Candy fueron muy angustiantes, la vez primera que lo habían atropellado, él había despertado casi en seguida, pero también estaba consciente de que en esa ocasión, había pasado algo más de tiempo desde que Albert había llegado al Hospital. 
El doctor le ordenó a Candy que fuera a descansa un rato, ella salió y vio a Anthony que estaba cabeceando, estaba sentado en una silla, pero parecía que llevaba allí horas. 
-          Anthony, ¿Qué haces aquí? – le preguntó la chica dulcemente – vamos a tu cuarto, el doctor esta con Albert, nada le va a pasar.
-          Candy, yo quería decirte – le dijo Anthony, y Candy pudo ver que tenía sangre en el pantalón.
-          Tienes sangre en el pantalón – exclamó Candy – vamos, porque no me dijiste, te lastimaste. 
Candy arrastró a Anthony hasta su cuarto, estando allí  vio que el pantalón de él estaba roto y que tenía una fea herida en la pierna. La chica salió de la habitación y regresó con unas gasas y desinfectantes, limpió y curó la herida, después la protegió. 
-          Anthony, no debiste quedarte allí todo ese tiempo con esa herida – le retó Candy cariñosamente – ahora duerme, mañana hablaremos.
-          Candy yo... te amo.- le dijo Anthony.
-          Lo sé mi amor. Yo también te amo – le dijo dándole un beso en la boca y saliendo de la habitación. 
Candy entró a su habitación, pero no pudo dormir se quedó gran parte de la noche rezando y pidiendo a Dios que todo saliera bien. 
La joven enfermera no podía decir a que hora se quedó dormida, pero muy temprano se despertó, se dio un baño y salió de su habitación con un uniforme limpio. Cuando entró en la habitación de Albert, vio con alegría que había despertado. 
-          ¿Cómo esta doctor? – le preguntó Candy.
-          Va a estar bien, creo que pronto recuperará la memoria… se ha despertado diciendo que recordaba un tren que iba muy rápido. Me tengo que ir… en unas horas regresaré. Cuide de él. Allí están los calmantes, no tiene que haber ningún problema. 
Candy pasó gran parte del día con Albert, cuando salió ya algo noche, se enteró de que Anthony había regresado a la escuela. Y que no regresaría sino hasta el fin de semana. Candy lamentó no haber hablado con la noche anterior ahora tendría que esperar hasta el fin de semana. 
Albert reaccionó muy bien a los cuidados de Candy, solo tenía unos dolores fuertes de cabeza que iban y venían constantemente, Candy lo tomó como un indicio de que pronto recuperaría la memoria. 
Durante días lo acompañó a pasear por el lago, a caminar por el jardín y le leía libros mientras el joven estaba en reposo. Una tarde tres días después mientras paseaban por el jardín Albert se desmayó. Entre Candy y unos sirvientes lo llevaron a su cuarto. Cuando despertó Albert había recobrado la memoria. 
La casa Andley se llenó de alegría, los muchachos regresaron de clases antes. Ahora Archie asistía junto con Stear y Anthony a Yale. Y los tres habían regresado en cuanto les habían dado la noticia. Annie y Patty estaban invitadas a cenar en la mansión. Elisa había regresado de New York y Neal había llevado a unos amigos tan juerguistas como él para la celebración. 
Esa noche mientras todos cenaban entre risas y alguna que otra lágrima de la tía Elroy Stear se paró e hizo un anuncio. Candy por un momento pensó que anunciaría que se enrolaba para ir a la guerra, pero en vez de eso les dio una grata sorpresa a todos. 
-          Quiero informarles que la señorita O’brien y yo estamos comprometidos… y que nos casaremos el año que viene. 
Los comentarios de sorpresa no se dejaron de escuchar, además de que todos se abalanzaron sobre los dos para felicitarlos, Candy sonrió para sus adentros. Todo parecía que iba a mejorar… Se sentía muy feliz.



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