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Fic Luces 12



12. Vacaciones en Londres.
       
        Candy había regresado a la fiesta pero no había encontrado a Anthony, le preguntó a todos si  lo habían visto, pero Stear y Archie no habían podido darle una respuesta, Candy cansada por los acontecimiento de la noche se había regresado a su habitación para por fin poder descansar.  
        Pero cuando entró a su cabina se llevó una gran sorpresa, Anthony estaba adentro esperando por ella. 
-          ¿quién es él? – le preguntó, no enojado, su tono de voz sonaba más bien a decepción.
-          Anthony – musitó Candy. – Te estuve buscando. 
Anthony apretó la mandíbula, y luego cerró los ojos, Candy supo en ese momento, él había visto todo, comenzó a sentir mucho miedo, ¿cómo podría explicarle?, No podía perderlo, lo amaba más que a nadie, sintió que las fuerzas se le iban y sólo empezó a llorar. Anthony estaba decepcionado, pero oyó los sollozos de Candy y se acercó a ella. 
-          Candy, sólo quiero saber quien es él – le repitió con una voz mucho más dulce.
-          No entenderías – dijo entre lágrimas Candy – No tengo manera de explicarlo. 
Anthony tenía tiempo que veía que algo raro le sucedía a Candy pero no había podido descifrar que era lo que pasaba. 
-          Porque no lo intentas – le sugirió Anthony quien sentía una desesperación interna. 
Candy lo miró a los ojos sabía perfectamente que nadie le creería lo que había pasado, estaba incluso un poco confundida no sabía porque había regresado en el tiempo, no sabía nada. 
-          Lo único que debes saber es que te amo muchísimo y que no haría nada que me hiciera perderte – dijo Candy desesperadamente.
-          Candy, tu sabes que yo te amo tanto que sería capaz de todo por ti… -Anthony se quedó callado por unos segundos  miró los ojos anhelantes de Candy y cuando observó pudo ver esa llama interna que poseía, esa que le hacía amarla tanto, no vio mentiras ni vio alguna sombra que se interpusiera entre ellos. 
Anthony no entendía en ese momento a Candy, no sabía todavía quien era el muchacho con quien Candy había conversado, pero podía estar seguro de que ella lo amaba más que a nadie. La abrazó fuertemente y sintió como Candy se estremecía en sus brazos. Y decidió poner fin a sus dudas y no hostigarla más con preguntas. El día que ella se sintiera cómoda para decirle que era lo que le afectaba lo haría. 
Candy no volvió a salir de la cabina el resto del tiempo del viaje a Londres, Archie y Stear bombardeaban con preguntas a Anthony quien era el último que había hablado con ella, él simplemente contestaba que no se sentía muy bien… sus primos dejaron de preguntar. Pronto llegarían a Londres. 
Cuando llegaron a Londres, Candy sonreía nuevamente, dejándolos tranquilizados a todos, fueron a visitar a Albert quien los recibió con muchos abrazos y regalos, esos días fueron mucho mejores que cuando había ido por primera vez. Habían ido a visitar museos y a ver construcciones, todo resultaba más excitante teniendo a Anthony a su lado, quien comentaba cada cosa que miraban.  
Al segundo día de estar en Londres, Candy se enteró por una conversación entre George y la Tía Abuela que Albert se perdía todas las tardes que nadie sabía en donde se metía. Entonces Candy recordó que Albert trabajaba en el “Blue river zoo”, y decidió ir a visitarlo. Anthony la acompañó, cuando llegaron al zoológico le informaron que Albert tenía ya un tiempo trabajando allí.  
-          No puedo creer que desafíe a la Tía Abuela de esta manera – le comentó Anthony quien encontraba toda la situación muy divertida. 
Pronto llegaron a la cabaña donde Albert pasaba sus ratos libres, Candy abrió la puerta 
-          ¡Sorpresa! – exclamó Candy. 
Pero la sorprendida había sido ella, Terry estaba dentro de la cabaña y Anthony enseguida lo reconoció.  
-          ¡Candy, Anthony! ¿Cómo me encontraron? – preguntó muy asombrado Albert.
-          Me lo imaginé, como se que te gustan mucho los animales – dijo en forma de disculpa tratando de no mirar a Terry.  
Albert río a carcajadas, Terry lo miraba pero no sólo a Albert sino a Candy también, miró sus ojos color esmeralda y supo que ella era quien le había dado la carta cuando estaba en el barco. 
-          Tú, ¡eres tú la chica del barco! – dijo Terry. 
Anthony entonces le tomó del brazo a Candy, mirando retadoramente a Terry. 
-          Perdón por mi torpeza, no los he presentado, se que se llevarán bien: Candy, Anthony, él es Terry, Terry ellos son mis sobrinos Candy y Anthony.
-          Un placer – dijo Anthony apretando fuertemente la mano de Terry.
-          Igualmente – contestó Terry mirando muy sorprendido a Anthony.
-          Encantada – dijo Candy con un ademán, Terry la miró extasiado.
-          Yo más – le contestó halagüeñamente. 
Los ojos de Anthony parecían incendiados sus ojos lanzaban chispas, contra el muchacho inglés.  
-          Chicos los tengo que dejar, no se vayan – les dijo a Candy y a Anthony – necesito hablar con ustedes antes de que regresemos.
-          Hasta Luego Albert – le dijo Terry. 
Los tres chicos quedaron solos en la cabaña, Anthony sin la presencia de Albert se animó a pasar su brazo sobre los hombros de Candy, quien se sonrojó levemente. 
-          Si eras tú ¿verdad? – volvió a repetir Terry desafiando a Anthony.
-          No sé de que me hablas – fingió Candy mientras lo miraba a sus ojos insolentes.
-          Ustedes… - dijo Terry señalándolos con el dedo - ¿son primos?
-          No – dijo Anthony ante la sorpresa de Terry y de Candy – Nosotros somos novios – finalizo dándole un énfasis a la frase.
-          ¡Oh! – dijo Terry haciendo una mueca.  
Los tres volvieron a quedarse en silencio. Candy se abrazó a Anthony, la situación era muy incomoda y Terry parecía disfrutar desafiando a Anthony, si ella no actuaba pronto, lo más probable era que terminaran pelándose a golpes. 
-          Anthony ¿podemos ir a ver a los animales? – Le sugirió en voz muy baja.
-          Sí amor lo que quieras – dijo alzando la voz cuando la llamó “Amor”. 
Candy tomó el brazo de Anthony y dieron la media vuelta, Terry se había quedado parado. 
-          ¿Cómo es posible que dos chiquillos elegantes sean sobrinos de Albert? – alcanzó a preguntar antes de que los dos salieran.
-          Eso a ti no te interesa – le contestó bruscamente Anthony.
-          Terry – dijo Candy mirando la cara de Terry – Albert es un muy buen amigo mío, en una ocasión me salvó la vida, y si a él le place decirnos sobrinos no tenemos porque contradecirlo. 
Anthony oyó lo que decía Candy, ella acaba de negar un parentesco entre ellos y Albert, sintió un impulso de desmentirla, pero entonces Candy lo miró y supo que estaba protegiendo a Albert. 
-          Si suena como a él… -dijo Terry, - ¿saben? El me salvó la vida, si no fuera por él es muy probable que hubiera muerto.
-          Albert es un alma bondadosa… Siempre que se lo pidas acudirá a ayudarte… - aseveró Candy, pero su frase llevaba una doble intención que tal vez ni Terry alcanzó a comprender en ese momento, ¿nos vamos Anthony? 
Anthony asintió con la cabeza, Terry sintió un estremecimiento cuando oyó a Candy llamar por su nombre el joven rubio que estaba a su lado, sin embargo no sabía porque… Tampoco podía quitarse de la cabeza que ella era la chica que le había dado la carta la noche de año nuevo…  
Candy pasó una tarde deliciosa acompañada de Anthony quien no dejaba de abrazarla, quizá lo hacía por si Terry llegara a verlos quizá porque si tenía ganas de abrazarla, pero Candy se sentía muy bien, al finalizar el día se reunieron con Albert para regresar con el resto de la familia. 
-          Candy, Anthony, tengo que pedirles – dijo Albert.
-          Que no digamos nada – se adelantó a decir Candy.
-          Albert, no entiendo ¿Por qué estás trabajando aquí? –preguntó Anthony.
-          Anthony, ¿tú me lo preguntas? – le dijo con un poco de mordacidad.
-          Quieres escapar de todo lo que te sofoca – observó Anthony con una sonrisa.
-          Los tres somos unos rebeldes… por eso se que me van a cubrir con la tía Elroy. – dijo Albert con una sonrisa en la boca.
-          Cuenta con ello – dijo Candy. 
El resto de las vacaciones fueron muy divertidas, Candy y Anthony tenían otro secreto más que guardar. Candy no volvió a ver a Terry, y así partieron para Chicago, unos días más tarde… lo que Candy jamás pensó fue que había dejado una huella muy profunda en Terry, tan grande como lo había hecho la primera vez…



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