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Fic Luces 02





2. Un extraño despertar.
   

Candy había dormido muy bien, pero un rayo de sol estaba pegando en su cara, por un momento se molestó, pero entonces abrió los ojos algo asustada, el sol nunca entraba por su ventana en invierno.  Cuando por fin se desperto, no pudo evitar sentirse algo extraña, ella había estado allí antes, estaba segura de que no era su departamento, el dosel de la cama, los rayos de sol entrando por el enorme ventanal, Candy hizo memoria entonces abrió los ojos desmesuradamente... ¡Estaba en Lakewood! 
-          ¿Cómo llegué hasta aquí? – preguntó en voz alta muy asustada.
-          ¿Cómo amaneciste? – le saludó Dorothy mientras preparaba el agua para que Candy se bañara.
-          ¡Dorothy! – exclamó Candy cuando la vio - ¿Qué haces aquí?
-          Candy, ¿te encuentras bien? – le preguntó extrañada mientras pasaba su mano por la frente de Candy.
-          No, no estoy bien – dijo con un dejo de desesperación - ¿Podrías decirme que estoy haciendo aquí?
-          Candy... me asustas – le contestó Dorothy – éste es tu cuarto, hace ya un tiempo que la familia Andley te adoptó.  
Candy escuchó a Dorothy, como si no entendiera lo que estaba diciendo, no comprendía que estaba pasando, ella ya no era parte de la familia Andley, lo había dejado de ser unos meses atrás. 
-          No Dorothy, yo ya no soy una Andley – le contestó.
-          Sé que ayer la Señora Elroy la retó, pero eso no quiere decir que ya no seas una Andley – le contestó con una amable sonrisa – Y ya basta Candy, tienes que tomar tu baño, se te va a hacer tarde.
-          Pero hoy es día de asueto – respondió Candy convencida que todo eso era un error.
-          Candy, que tonterías estas diciendo el día de hoy... has estado esperando este día con tantas ansias que creo que te empezó a afectar la cabeza. ¡Anda! levántate, es hora de tu baño. 
Candy se sentía aún muy confundida, pero se levantó de la cama, entonces sintió algo raro, se sentía más chica de estatura, "No es posible" pensó Candy y corrió hasta donde estaba el espejo, cuando vio su imagen reflejada en el espejo estuvo a punto de desmayarse, era ella, pero era ella hacía nueve años, no tendría más de trece años, miró su redonda cara, había perdido sus rasgos acentuados, era ella... pero no era ella, era ella cuando era niña. Se miraba y se tocaba la cara, no encontraba explicación para todo. ¿Cómo era posible que  despertara siendo una niña? y en Lakewood, entonces sintió una extraña sensación, volvió la cabeza rápidamente y miró de nuevo a Dorothy, no la había visto desde que había dejado Lakewood, y ella estaba igualita, no había cambiado nada, "Eso no es posible" pensó Candy "Han pasado muchos años, todos cambiamos físicamente".  
-          ¿que día dijiste que era hoy? – le preguntó Candy un poco asustada.
-          Candy, ¿cómo es posible que me preguntes eso? – le dijo Dorothy que seguía pensando que Candy había despertado muy extraña esa mañana. -Hoy es el gran día... –dijo Dorothy pero vio la expresión de duda en la cara de Candy así que continúo – hoy es el día de la caza de zorros.
-          ¿Es el día de la cacería? – preguntó Candy como si no creyera lo que decía.
-          Sí – contestó Dorothy que se estaba cansando de la actitud de Candy.
-          ¿sabes lo que eso significa? – preguntó alegremente Candy
-          ¿Que ya tendrías que estar arreglada? – le dijo severamente Dorothy.
-          No Dorothy... Se hizo realidad mi deseo – le dijo entre lágrimas Candy – voy a verlo de nuevo, y si... – dijo pensativamente – voy a poder evitar el accidente. 
Candy estaba muy sonriente, el susto se le había quitado, lo único que pensaba era en correr a ver a Anthony, si era cierto, si estaba en Lakewood, era porque iba a verlos a todos, a los chicos, entonces pensó en Stear... si también vería a Stear, entonces sin pensar mucho corrió hacia la puerta. 
-          Señorita Candice White Andley – espetó Dorothy - ¿A dónde cree que va? 
Candy se paró en seco, entonces volteó a verse, traía puesto el camisón, recordó cuando había salido como loca por las calles con solo un camisón, pero en ese momento sintió una punzada de dolor al recordar a Albert.  
-          Tienes razón Dorothy. Debería tenerte siempre conmigo para recordarme que siempre hay tiempo de arreglarse – dijo Candy con una sonrisa en el rostro.  
Dorothy sonrió resignada, Candy había vuelto a ser la de siempre, la hizo pasar al cuarto de baño, donde tomó un refrescante baño, Dorothy la ayudó, para Candy todo era como había sido la primera vez, pero recordaba a la perfección cual era el comportamiento que tenía que seguir una dama.  
Cuando terminó el baño, fue a cambiarse, sólo en una ocasión había usado el traje escocés y nunca más lo había vuelto a usar, le traía demasiados malos recuerdos, sin embargo recordaba la agradable sensación de la tela, y cuando lo vio en el pechero, sintió un poco de angustia. Pero estaba consciente de que si todo salía bien, adoraría ese traje.  
Miró al jardín y vio como los sirvientes estaban apurados recogiendo los pétalos de las rosas del jardín de Anthony, recordó el mal presentimiento que había sentido la primera vez que había visto eso, pero tenía muy latentes las palabras de Anthony "Las rosas mueren en invierno, pero reviven en Primavera, el hombre muere, pero revive eternamente en el corazón de quien le ama". Inconscientemente estaba repitiendo las palabras.  
-          ¿Qué dijiste? – Le preguntó Dorothy mientras se acercaba a ella para ayudarla a vestirse.
-          "Las rosas mueren en invierno, pero reviven en Primavera, el hombre muere, pero revive eternamente en el corazón de quien le ama" – repitió Candy.
-          ¡Cielos Candy! ¡Que bellas palabras! – exclamó realmente emocionada Dorothy al tiempo que le acomodaba la falda escocesa y abrochaba la chaqueta.
-          No son mis palabras... – dijo melancólicamente Candy – Anthony me las dijo antes de... 
Pero Candy no terminó la frase, no quería llamar a la mala suerte, si tenía una segunda oportunidad no iba a arruinarla. 
-          Anthony es tan amable, suena como él – mencionó Dorothy con mucha admiración – Siéntate Candy tengo que peinarte.
-          El es la persona más generosa y amable que he conocido en mi vida – dijo con emoción Candy.
-          Si, es un alma buena, a veces es difícil pensar que pertenece a los Andley – entonces Dorothy silencio sus palabras – Lo siento Candy, no quise decir eso.
-          No te preocupes Dorothy – respondió Candy quien pensaba que Dorothy conocía más a los Andley de lo que ella había hecho. Veía sus almas y sabía como eran. – Sé lo que quieres decir.
-          Pero no debí decir nada – volvió a disculparse Dorothy.
-          Dorothy – le dijo amablemente Candy – mírame, yo jamás pensaré menos de ti, por ser honesta, me desagradaría más que te convirtieras en uno de ellos. 
Candy no quería admitirlo pero el rechazo de la familia le había dolido más de que lo que imaginaba, pasaría mucho tiempo antes de que pudiera comprender el alma de la aristocrática familia. 
-          Pero el tío Abuelo, es generoso, él la adoptó – le dijo con una sonrisa Dorothy. 
Candy quiso debatirle, pero ella tenía razón, Albert era muy generoso, era la tía Abuela que había emponzoñado la relación entre los dos, Ahora podría volver a verlo, era Albert lejos de las pretensiones de la tía Elroy, podría abrazarlo y platicar con él como lo había hecho tantas veces, podría decirle que ella sabía quien era él... La sorpresa que se llevaría, y río internamente. 
-          Tienes razón Dorothy, Ojalá no se deje influenciar por la tía Elroy.
-          Por cierto, la Sra. Elroy quiere verte antes de salir para el campo. 
Pronto Dorothy terminó el arreglo de Candy, cuando salía de la habitación pensó en lo madura que le había parecido Candy, sin embargo no dedicó mucho tiempo en ello ya que tenía mucho trabajo por hacer. 
-          Ha llegado el momento – pensó con algo de miedo Candy – Klint quédate aquí, regresaré en un rato – le dijo a la criaturita que estaba por seguirla. 
Candy se sentía muy nerviosa, lo volvería a ver después de tanto tiempo, sus manos temblaban, su corazón comenzó a palpitar con fuerza, se miró al espejo y estaba muy sonrojada.  
Salió de la habitación y caminó con un poco de dificultad, no recordaba muy bien como estaban distribuidas las habitaciones, en dos ocasiones dio una vuelta equivocada pero al final logró llegar al cuarto de la Tía Elroy, antes de tocar, tomó aire, trato de sacar todo lo malo que pudiera pensar de ella, trato de no recordar lo que le había dicho, porque de hecho todavía no se lo había dicho. 
-          Adelante – sonó la voz de la tía Elroy una vez que Candy había tocado.
-          Buenos días – le saludó Candy, tratando de recordar hasta el último detalle de las clases de etiqueta del Colegio San Pablo.
-          Candy, buenos días – le había contestado amablemente para sorpresa de Candy – me agrada ver que el traje te quedó muy bien. sólo quería preguntarte, si ya sabes lo que vas a decir frente a la familia.
-          Sí tía Elroy, lo he practicado y creo que todo saldrá bien – dijo Candy quien pensaba ser muy cortés con la tía para que no empañara su felicidad de volver a ver a Anthony.
-          Me parece muy bien niña, ya puedes irte, nos vemos en el centro de reunión – le dijo de manera muy solemne.
-          Muchas gracias, todo saldrá conforme a sus deseos – le dijo de manera lisonjera mientras salía de la habitación. 
Una vez que estuvo fuera, deseó correr por el pasillo hasta llegar al jardín para salir por la parte de atrás, pero recordó que una dama no corre y ese día no quería problemas con nadie. Así que apresuró el paso y salió al jardín, los chicos ya se habían ido, ella se dirigió a la parte de atrás para llegar a las caballerizas. Pronto lo volvería a ver.  
Conforme iba caminando por los jardines de Lakewood, recordó los bellos momentos que había pasado allí y sintió mucha nostalgia, sin embargo estaba en su poder ahora el que siguiera igual. Pronto llegó a la caballeriza donde la esperaban unos sirvientes para que subiera al caballo y se trasladara al punto de encuentro.  
Candy subió con un poco de preocupación al caballo, estaba decidida a impedir el accidente y eso era lo que haría, comenzó a cabalgar por los parajes que aunque pasaran mil años seguirían tan vividos en su memoria. El sol traspasaba las ramas y pegaba indirectamente en el rostro de Candy, quien sentía que los latidos de su corazón se habían acelerado. 
Mientras cabalgaba comenzó a ver gente que estaba reunida en un claro del bosque, cada vez se acercaba más, por allí estaban ellos, los tres juntos como nunca más pensaba volverlos a ver. 
-          Aquí llega – dijo Archie al ver la rubia cabellera de Candy que flotaba al viento.
-          Archie – le llamó Candy - ¿Dónde están...? 
Pero Candy no pudo terminar la pregunta, detrás de Archie apareció Stear muy sonriente, con sus gafas puestas, tal como lo recordaba Candy, y más atrás apareció de entre la multitud Anthony con su traje de caza azul, con su mirada profunda, y esa sonrisa deslumbrante, era más bello de lo que Candy recordaba.  
Por un momento Candy se sintió caer del caballo, pero se sostuvo fuertemente mientras que Anthony se acercaba a ella. Su corazón retumbaba, sus ojos lo veían, pero no podía creerlo estaba otra vez frente a él, y él le devolvía la sonrisa, era él. 
-          Te ves muy bien Candy – dijo Anthony con su dulce voz.




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