3. La Cacería del Zorro.
Cuando
Candy oyó la voz de Anthony resonó muy dentro de ella, lamentó
estar sobre los caballos y no poder abrazarlo, pero él estaba
cerca de ella y con eso bastaba para que se sintiera la mujer
más feliz sobre la tierra. Candy no pudo contener tanta felicidad
y dejo escapar unas pequeñas lágrimas.
-
¿Qué te pasa Candy? – le preguntó Anthony al verla.
-
Nada – contestó Candy con un hilo de voz.
-
Candy, la tía Abuela te busca – le dijo Stear y ella volvió a
sentir un nudo en la garganta, no había pensado volver a oír la
voz de Stear de nuevo.
Candy bajó del
caballo, y se dirigió al Quiosco donde la esperaba la tía Abuela.
Se acercó a ella y la anciana la presentó como un nuevo miembro de la
familia Andley.
-
Quiero agradecer a todos ustedes – en eso pensó en sus comentarios
insidiosos, pero no quería ser grosera con ellos – se que me hace
falta mucho para poder llamarme miembro de los Andley pero se que
ustedes me ayudaran para que yo pueda ser una gran dama.
Algunos
vítores se dejaron escuchar Candy se dirigió de nuevo a su
caballo, subió a él, sabía perfectamente que ahora no había
arruinado su discurso, aunque se sintió un poco desilusionada,
porque cuando se había equivocado había dicho que quería casarse
con Anthony, y todavía quería hacerlo, pero antes debía impedir
que él se cayera del caballo y después de eso tendría mucho tiempo
para decírselo.
Elisa se
acercó a Anthony, igual a como había hecho ese día, pero de la
misma manera él la había rechazado para acompañar a Candy. Candy
había sonreído cuando esto había pasado, no dejaba de mirar a
Anthony como si en cualquier momento él fuera a desaparecer.
Candy y él,
emprendieron la carrera por el bosque, ella se sintió tan viva
estando allí acompañada de Anthony.
-
Candy – le dijo él dulcemente – He estado pensando...
-
¿En que? – le preguntó aunque sabía lo que le iba a decir.
-
Creo que se quien es tu príncipe – le contestó él.
Candy vio que
se acercaba el momento así que sintió mucha angustia, no podía
dejar que pasara.
-
Anthony – le llamó mientras sentía una emoción al poder pronunciar
su nombre sabiendo que él iba a responder.
-
¿Qué pasa? – le preguntó cuando vio que Candy había detenido su
caballo.
-
Vamos al lago – le dijo ella.
-
Pero prometí cazar al zorro y asombrar a todos. – le dijo Anthony
-
No quiero cazar al zorro – le dijo Candy con mucha seriedad –
quiero caminar por el lago.
A Anthony le
pareció extraña la actitud de Candy pero no quiso preguntar más y
se dirigieron al lago que quedaba muy cerca de donde estaban.
Candy se apeo del Caballo y Anthony hizo otro tanto, cuando Candy
vio que Anthony había bajado del caballo se sintió muy feliz, por
fin estaba en posibilidades de abrazarlo, así que corrió hacia él
y lo abrazó fuertemente, asombrando a Anthony que aunque asombrado
le devolvió el abrazo.
-
¿Qué pasa Candy? – le preguntó mientras acariciaba sus cabellos
dorados.
-
Te extrañé tanto – le dijo entre lágrimas.
-
Pero si me viste ayer – le contestó Anthony que no comprendía las
lágrimas de Candy.
-
Para mi fueron como nueve largos años, sin poder estar cerca de
ti, te llamaba con tanta fuerza, pero no aparecías, yo quería ver
tus ojos y sentir tus manos.
-
Sólo fue una pesadilla – le dijo Anthony que pensaba que le estaba
platicando un mal sueño – Yo estoy aquí, puedes llamarme y estaré
enseguida a tu lado, puedes tocar mi mano si eso deseas. Puedo
mirarte si tú me miras a mí.
Candy levantó
la cabeza y miró los ojos azules de Anthony, estaban más
brillantes que nunca.
-
Anthony, no sabes que horrible fue – le dijo Candy.
-
Pero ya pasó, siempre estaré contigo – le dijo dulcemente Anthony
– No quieres regresar a la cacería.
-
No – espetó Candy.
Anthony se
sorprendió un poco, pero pensó que Candy seguía afectada por su
mal sueño así que se sentó en la hierba e invitó a Candy a hacer
lo mismo.
-
Entonces nos quedaremos aquí – le dijo alegremente Anthony.
-
Me parece bien – dijo Candy feliz de que no se volviera a subir al
caballo.
-
Es hermoso este lago – le comentó Anthony.
-
Sí, es hermoso – dijo Candy mientras se recargaba en el hombro de
Anthony – que me decías antes de venir al lago.
-
Ah, lo había olvidado – dijo Anthony con una sonrisa – Me parece
que se algo de tu príncipe.
-
¿Mi príncipe? – preguntó Candy, había olvidado cual había sido la
última conversación antes de la cacería – ¡OH! Lo dices por el
broche...
-
Sí... –contestó con un poco de celos Anthony.
-
Ya no importa – dijo Candy con una sonrisa - él nunca será como
tú.
Anthony la
miró fijamente y Candy se sonrojó, él sonrió levemente, de repente
hizo una mueca de dolor y se inclinó hacía delante como si algo le
doliera mucho.
-
¿Qué pasa Anthony? – le preguntó muy asustada Candy
Pero Anthony
no contestaba seguía doblado por el dolor, Candy sintió mucha
angustia ¿acaso no puedo ir contra el destino? Se preguntó Candy,
pero unos segundos más tarde, Anthony se levantó.
-
¿Qué paso Anthony? – quiso saber Candy quien recuperaba el color
en su cara.
-
No lo sé – dijo entrecortadamente Anthony.
-
¿Qué es lo que sientes? – preguntó habituada a sus pacientes.
-
Sentí un fuerte dolor en el pecho, como si mi corazón hubiera
dejado de latir por un momento. – le dijo con mucho esfuerzo.
-
¡OH! ¿tuviste un ataque al corazón? – inquirió aterrada Candy.
-
No lo sé, pero ya pasó – dijo mucho más tranquilo recuperando la
respiración.
Candy lo miró
intensamente, ¿acaso ya había pasado la hora? ¿Era esa una clase
de señal de que Anthony había superado la muerte y seguía junto a
ella?
-
¿Estás seguro? – preguntó Candy con una mano en el pecho.
-
Sí – dijo él ya con una sonrisa en la cara – Me siento algo
extraño pero eso es todo.
-
¿Te duele el brazo izquierdo? – Preguntó Candy todavía preocupada.
-
No, me siento como si hubiera ido y regresado de algún lugar muy
lejos – le dijo calmadamente.
-
¿te hubieras querido ir? – le preguntó instintivamente Candy.
-
Por un momento pensé que sí. Pero ahora que veo tu sonrisa creo
que fue mejor quedarme – le dijo un poco serio y un poco en
broma.
“Espero no
haber arruinado las cosas” pensó Candy “Por mi egoísmo no lo deje
morir” pero se sentía tan feliz de tenerlo a su lado que desecho
esa idea de inmediato.
-
Candy – le dijo al tiempo que Anthony se paraba de un brinco –
Quiero conocer el Hogar de Ponny
-
Te llevaré si realmente lo quieres – le dijo con una sonrisa en
los labios.
-
Quiero conocer el lugar en el que creciste, a las personas que
hicieron de ti una persona maravillosa.
-
Ellas estarán encantas de conocerte – le dijo Candy como entre
nubes.
-
Deben ser muy buenas personas – afirmó Anthony.
-
Lo son – dijo Candy muy contenta.
Anthony caminó
hasta un árbol y se recargó en él, miró a Candy que no dejaba de
verlo como si nunca lo hubiera visto. Seguía sintiéndose extraño,
pero al mismo tiempo se sentía feliz.
-
Anthony, ¡cuéntame sobre tu madre! – le dijo Candy
-
Ya te he platicado de ella – le contestó Anthony entonces cerró
los ojos y comenzó a hablar de ella – Era muy bonita, tenía el
pelo dorado y los ojos tan verdes como los tuyos. Ella era muy
buena, me abrazaba todo el tiempo.
-
Debe haber sido maravillosa – le dijo Candy imaginándose a Anthony
en los brazos de su madre - ¿sabes? He visto fotografías de ella.
-
¿En serio? – le preguntó Anthony – pensé que sólo yo tenía fotos
de ella.
Entonces Candy
recordó que las fotos se las había enseñado Albert, mucho tiempo
después. Candy pensó rápidamente e inventó una buena excusa, a
riesgo de que la creyera loca, aunque ella misma se estaba
convenciendo de que si no ordenaba bien sus ideas y recuerdos,
terminaría demente.
-
Sí, en el libro familiar hay fotos de ella – se apresuró a decir.
-
Olvidaba que la tía te ha puesto a leer ese libro – dijo en medio
de risas Anthony – Yo nunca lo he leído, no entiendo porque a ti te
obliga a hacerlo.
-
A veces quisiera comprenderla mejor – dijo tristemente Candy
recordando las duras palabras de ella – me gustaría tanto ganarme
su aprecio.
-
Ella te aprecia – le dijo Anthony – sólo que no siempre demuestra
sus sentimientos, ha sufrido mucho por eso se ha vuelto así.
-
¿Me ayudarías a conocerla mejor? – le preguntó anhelante.
-
Candy, creo que tendré que ayudarlas a ambas – dijo riendo.
-
No veo que tiene de gracioso – le dijo un poco seria.
-
Candy lo que tú no sabes es que la tía Elroy me ha pedido lo mismo
esta mañana – le comentó Anthony ante el gran asombro de la chica.
-
¿Qué es lo que dices? – preguntó anonadada.
-
No te extrañes – le dijo él – ella esta empezando a quererte, una
vez que te conozca bien su manera fría de portarse contigo va a
cambiar mucho.
Candy se quedó
con la boca abierta, ella no se imaginaba que la Tía Elroy había
hecho semejante petición, Anthony había pensado ya en ella y eso
la hacía feliz y al mismo tiempo sentía pena por haber tratado tan
duramente a la tía Elroy, realmente empezó a comprenderla,
extrañaba demasiado a Anthony, tratarla bien a ella era como abrir
la vieja herida una y otra vez.
-
Anthony, yo no lo sabía – dijo un poco apenada.
-
No tenías porque – le dijo Anthony acercándose a ella – la tía
Elroy es muy estricta y a veces eso hace que no demuestre sus
sentimientos, pero no es mala persona
Candy miró
agradecida a Anthony, el cielo le estaba dando una nueva
oportunidad de arreglar las cosas, y se sentía feliz de que
Anthony le hubiera platicado eso, porque ella bien sabía que de
otra manera no se habría enterado.
Anthony había
ayudado a Candy a levantarse del pasto y ambos caminaban por la
rivera, hasta que oyeron cascos de caballo y voltearon la cabeza
para ver quien se acercaba.
-
Aquí están – gritó uno de los hombres que montaban a caballo.
Varios hombres
venían a caballo evidentemente buscándolos, Candy en ese momento
iluminó su cara con una gran sonrisa, el día estaba por terminar y
ella estaba al lado de Anthony la pesadilla había terminado antes
de empezar.
-
Pensamos que algo les había pasado – dijo uno de los señores –
porque el día de hoy encontramos varias trampas que no se había
removido y son como armas mortales si un caballo llegara a poner
sus patas en ella.
Candy se
sorprendió ante este segundo aviso, se imagino que lo habían
callado después de que había ocurrido el accidente. Pero ahora ya
no importaba todo estaba bien la cacería había terminado y ahora
Candy y Anthony regresaban a la Mansión para la cena baile que
estaba preparado y que hacía nueve años no habían disfrutado.
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