Capítulo
01. Buscando una escalera
Por Lily
Flor
Había una
vez... bueno, érase una vez... no... Este no es un cuento de hadas-...
En una ciudad
muy grande vivía una chica muy activa, muy guapa, y muy gentil. Su
nombre es Alejandra. Tenia algún tiempo ya de estar buscando trabajo.
Serian tal vez unos cuantos años.
- Debí haberme
quedado con aquel trabajo- pensaba...
-A pesar que
eran unos déspotas, y me tenían esclavizada... al menos era un trabajo-
Pero quien diría que la chica no volvería a encontrar algo decente,
salvo un trabajo temporal aquí y otro allá.
Un buen día su
amiga Lily Flor la invito a viajar a Boston.
-Ven a vivir
aquí- le dijo
-Aquí te daré
trabajo en mi compañía, puedes empezar como vendedora, y luego puedes
avanzar- le decía. Pero la chica no tomaba una firme decisión aun...
-Y eso que yo
quería viajar a Europa- se decía.
En fin, un buen
día, decidió ir a vivir con su amiga. Todo le iba muy bien. Por fin
tenia un trabajo, y lo mejor, dinero para poder comprarse lo que
quisiera. Si, vivía muy lejos de su tierra. Pero por eso estaba ahorrado
hasta el último centavo para poder cumplir sus sueños. Lo único que de
amores... ni hablar... no había ningún chico que le interesara en su
tierra, mucho menos aquí en Boston donde casi no conocía a nadie.
Así que su vida
transcurría día a día, trabajando en el centro comercial. A pesar de
estar en una zona muy céntrica, a veces no había mucha clientela. Así
que esperaba paciente en la entrada de la tienda a que alguien llegara a
comprar. Como ya había pasado un tiempo. Y tal como se lo había
prometido su amiga Lily Flor, ya tenía una posición más alta. Ya podía
sola, abrir y cerrar la tienda, y supervisar el trabajo de las demás. Un
buen día, su querida amiga, decidió tomarse unos días libres.
-Me voy de
vacaciones con mi Jesse a Italia- le dijo, refiriéndose a su novio.
-Pero, me
quedaré sola Lily- protestaba Alejandra.
-Hay por favor,
tu ya te ambientaste, aparte no puedes estar todo el tiempo conmigo-
decía -cuida de la tienda, si hay una emergencia solo llama a Lori ella
te dirá que hacer, pero hagas lo que hagas, no andes hablando con
extraños por favor- le dijo, mientras terminaba de hacer su equipaje.
Así que ahora
Alejandra se pasaba sus días en un país extraño, hablando un idioma
extraño. Y sin su amiga.
Los días eran
muy monótonos, no había nada interesante, la misma gente llegaba todos
los días, buscaban lo mismo, y ella vendía lo mismo.
-Hasta suena a
una parte del Principito.- Recordó, era uno de sus libros favoritos. “Mi
vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan a mí. Todas las
gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Por eso me aburro un
poco.” Dijo el zorro...
-Solo los niños
saben lo que buscan- volvió a decir en referencia a otra parte del
Principito -pierden tiempo con una muñeca de trapo, y esta se convierte
en algo muy importante, y si se la quitan lloran- pensó de nuevo.
Pero de verdad
le gustaría poder domesticar a alguien, y que ella fuera domesticada,
tal y como paso con el principito y el zorro.
-Tal vez
suceda- se dijo.
-La monotonía
ya la tengo, ahora solo falta a que aparezca un zorro que se deje
domesticar pero que si se quede-
-¿Que dices?-
le preguntó una compañera de trabajo que se encontraba cerca de ella.
-Nada, Heather-
le contestó ella.
-Pues te oí
decir algo de un zorro- le dijo la otra. Pero Alejandra solo sonrió.
-Mira, parece
que abrirán un local nuevo en el sitio vacío de enfrente- le comentó
Heather
-¿Una joyería,
o algo así... que dice enfrente?- Se preguntaba...
-Andley Jewlery...
nunca había escuchado de esa joyería- comentó
-Ni yo tampoco-
contestó Alejandra
Poco a poco,
vieron como la joyería nueva era armada. Como traían los mostradores
nuevos, como traían cajas de mercancía. Al fin iba tomando forma. -Al
menos es algo interesante y diferente que ver- le decía Alejandra a su
compañera.
Por fin un día
estaba lista la joyera. Y estaba abierta al público. “GRAND OPENING”
decía al frente. Alejandra llegó ese día algo tarde a su trabajo.
-Perdón- dijo
cuando entró.
-Mi carro me
esta fallando- les comentó a sus compañeras.
-No te
preocupes Ale- le contestaron a unísono, Heather y Nicole.
-Como si no
fueran apenas dos minutos- susurró Heather a la otra mientras se reían a
sus espaldas. Alejandra las escuchó, pero prefirió hacerse la loca. De
momento se dio cuenta que un chico joven, de cabello negro y espejuelos
se acercaba.
-Buenos días,
buena dama- Saludó él
-Me llamo Stear,
trabajo en la joyería de enfrente, y quisiera saber si, ¿Me puede
prestar su escalera?- Inquirió muy gentilmente.
-Buena dama-
murmuraron las chicas entre dientes, mientras se reían.
Alejandra les
dio una mirada fulminante, lo que ellas entendieron bien, y
desaparecieron a hacer su trabajo.
-Claro, joven-
contestó
-Esta en la
parte de atrás de la tienda, si lo desea la puede ir a buscar, porque yo
no la puedo cargar sola de todas formas- le informó ella.
-Claro, con
gusto- contestó Stear
-Y muchas
gracias, se la devuelvo enseguida-
El chico guapo
de cabello oscuro salio de la tienda, escalera en mano.-
Pasaron unas
cuantas horas, y por fin regreso pero esta vez venia con otro chico,
también guapo de cabello largo y rubio.
-Aquí esta tu
escalera, muchas gracias- le dijo Stear
-Llévala hacia
atrás en donde la encontraste- contestó Alejandra con indiferencia.
Stear llevó la
escalera solo, mientras el otro joven se quedó con Alejandra.
-Archie Cornwell-
le dijo, mientas le ofrecía su mano
-Alejandra- le
contestó ella un poco indiferente mientras apretaba la mano del joven
-Somos nuevos
aquí- le comentó él. -Digo, no solo en el mall, si no en la ciudad
también- Comentó,-Venimos de Chicago, y estamos ayudando en los negocios
de la familia, y la joyería se nos hizo lo más divertido- siguió contando
Archie muy entusiasmado.
-Que interesante-
contestó Alejandra
-Yo también soy
nueva aquí en la ciudad, digo tengo unos meses, vengo de México, pero aun
no conozco bien nada- comentó
-Pues no eres
mucha ayuda- comentó Archie un poco altanero, mientas se unía al dúo Stear
-No seas grosero
hermanito- le dijo con voz acusadora
-Perdón- dijo
Archie, -Es que pensábamos que tal vez tú nos podrías enseñar la ciudad-
-Lo siento-
contestó Ale -no seré mucha ayuda para ustedes, además no suelo salir con
extraños- les dijo en un tono sarcástico y recordando las recomendaciones
de su amiga.
-Bien, pues fue
un gusto- le dijo Stear - nos veremos luego, somos vecinos- dijo con una
sonrisa Archie, mientras se alejaban.
Alejandra se
sentía muy cómoda con esos chicos, a pesar que eran extraños, algo en
ellos le inspiraban confianza.
Aparte de ser una
distracción, ahora también eran un entretenimiento. Porque los jóvenes se
la pasaban haciéndole muecas, y mandándole besos desde la joyería, todo el
día.
Alejandra se
sentía muy halagada.
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