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Fic Luces 07



7. El nuevo colegio     
    Pronto en la mansión de Lakewood, todos se acostumbraron a la presencia de Albert quien gustoso de la vida comenzaba formar parte de los juegos y diversiones de los chicos. Candy quería mucho a Albert y después de todo lo que había pasado entre ellos sentía que ésta era también una segunda oportunidad para que las cosas entre ellos se arreglaran de la mejor manera posible. 
La tía abuela veía como todos se divertían y la manera en como Albert estaba descuidando sus responsabilidades por estar con los chicos. Entonces con preocupación mando llamar a Albert al despacho. 
-          Will…, digo Albert – dijo corrigiéndose a si misma la tía Abuela. – Me agrada ver que te llevas bien con los chicos
-          Pero...- dijo Albert que sabía que se avecinaba una tormenta.
-          Ve a los chicos apenas y ponen atención a sus estudios y tú mírate… no has hecho nada, desde que llegaste has dejado todos los asuntos en manos de George ¿te parece eso bien?
-          Tía, cálmese… estoy consciente de que tengo varias semanas un poco fuera de lo que debo de hacer… pero puede culparme, ellos son mis sobrinos… a todos los quiero mucho y es la primera vez que puedo estar con ellos.
-          Entiendo que quieras estar con ellos pero también tienes que ser más prudente y pensar con más calma… he decidido que los chicos entren al colegio ya.
-          Pero habíamos decidido que sería hasta que el invierno comenzara. – dijo Albert abrumado
-          Albert, dime si ellos se quedan aquí hasta el invierno, prometes estar al margen y hacer los deberes que tienes que cumplir. 
Albert permaneció callado, sabía de antemano que toda su vida había querido estar junto con sus sobrinos… las cartas que hasta ese momento le enviaban habían sido su único consuelo, y ahora le pedía su tía que no participara en sus conversaciones y juegos. Esa era una promesa que él sabía rompería a las primeras de cambio. No podía hacer tal promesa. 
-          Tiene razón Tía… Es mejor que se vayan antes de lo previsto.
-          Sabía que entenderías – dijo la tía Elroy – avísales acerca de esto, realmente lamento que tengan que irse, pero es lo mejor para todos en este momento.
-          Sí – contestó apesadumbrado Albert.
La noticia no fue recibida con mucho gusto, al igual que Albert, los chicos querían seguir conviviendo con su tío, sin embargo a pesar de los deseos de Albert tuvo que mantenerse en la decisión tomada para que los chicos salieran para el colegio que habían escogido. 
El sábado a medio día, los chicos había salido en el tren rumbo al nuevo colegio, Candy participaba con nerviosismo de todo el evento, la gente entraba y salía de los vagones conforme avanzaban… ellos tenían un vagón para ellos solos. Sin embargo alcanzaban a ver perfectamente lo que pasaba afuera de donde estaban. George los acompañaba. Aunque Albert había insistido en acompañarlos. La tía Elroy había dado un rotundo “NO”, y se resigno a darles miles de abrazos y pedirles que escribieran seguido. Clin se había quedado al cuidado de Albert, Candy recordaba que haberlo llevado al Colegio San Pablo le había originado muchos problemas… aunque había sido un gran consuelo. 
Cuando llegaron al lugar hubo una clara decepción, el colegio no estaba realmente dentro de ninguna ciudad, era un colegio – internado, que estaba en medio de dos ciudades y cerca del mismo no había nada más que bosques y alguna que otra granja que se alcanzaba a ver muy a lo lejos. La estación del tren era particular del Colegio, eso les hizo comprender lo importante que era.  
-          Bien, señorita Andley usted me acompañara, ustedes chicos esperaran en la sala de Espera – dijo George una vez que entraron al edificio que más bien parecía un viejo monasterio con sus adustas paredes levantándose en medio de la vegetación. En una placa en bronce que estaba ubicada cerca de la entrada se leía “Colegio San Patricio, fundado en el año 1805 por los monjes Jesuitas”. 
Todos leyeron la placa, Candy pensó de inmediato que ese colegio sería peor que el colegio San Pablo, se sintió mal por haber insistido tanto en no ir a Inglaterra. Pero entonces Anthony quien parecía que leía los pensamientos de Candy le tocó el hombro ella volteó la cabeza y se encontró con la dulce sonrisa del muchacho. Entonces sintió una oleada de felicidad. 
“No será peor, ahora Anthony esta conmigo” pensó Candy y sonrió.  
Candy fue llevada delante de una monja, la monja tenía una expresión fría, era bastante grande de edad, era delgada, de ojos grises y tez blanca. Su pelo probablemente fuera cano, pero el velo lo cubría.  
-          ¿Señorita Candice White Andley? – dijo para cerciorarse.
-          Sí señora – contestó Candy.
-          Candice – se dirigió a Candy suavizando mucho la voz – no debes llamarme señora, llámame Sor Agatha.  
Candy asintió con la cabeza, mientras que Sor Agatha con un ademán la había mandado a sentarse. 
-          Señorita Candice, el Colegio San Patricio, fue fundado hace más de un siglo. Hace solo veinte años que se están recibiendo también señoritas como estudiantes. Las hermanas y yo estamos a cargo de la escuela femenil, mientras que los  monjes siguen al cargo de la educación de los jóvenes. – explicó Sor Agatha – cualquier contacto entre ambos sexos esta prohibido – dijo eso alzando mucho las cejas y mirando severamente a Candy – las señoritas tienen sus dormitorios, salones, comedor, área de estudios, centro de actividades, biblioteca y capilla de oraciones aparte de la de los muchachos, las únicas áreas compartidas son los jardines y el huerto… pero incluso los horarios están establecidos para que no se encuentren al mismo tiempo.  
Candy miró apesadumbrada a Sor Agatha… incluso en el Colegio San Pablo que era tan duro, les permitían verlos en Misa y en los jardines. No volvería a ver a Anthony en mucho tiempo. 
-          Los permisos para salir, tienen que ser únicamente por alguna emergencia y sólo puede salir si algún miembro de su familia viene por usted. Cada quince días hay un fin de semana de descanso es decir inicia el viernes por la tarde ya que hayan terminado sus deberes, y concluye el domingo por la noche que es cuando deben estar de vuelta los internos si es que salen, deben de tener el permiso de sus padres y un familiar tiene que recogerla. – entonces Sor Agatha la miró como invitándola a hacer algún comentario. 
Candy volvió a asentir con la cabeza y Sor Agatha continuó.  
-          Hay tres periodos de vacaciones, Navidad, se otorga dos semanas de vacaciones para que vayan a sus casas, si no tienen permiso para abandonar la escuela, pueden quedarse aquí, pero en ese tiempo tienen que realizar actividades escolares… - dijo frunciendo un poco la boca – el segundo periodo es en semana Santa. Se les otorga también quince días de vacaciones con la misma indicación. Y por último son las vacaciones de verano que duran dos meses – dijo Sor Agatha mirando el calendario que tenía frente a su escritorio – En ese tiempo no es posible que se queden dentro de la escuela ya que esa temporada es utilizada para reparaciones y para encierros espirituales de posibles novicias. A menos que esté interesada en unirse como monja no puede quedarse aquí, sin embargo hay una casa de Campo donde suelen ir varias señoritas que no regresan a sus casas por algún motivo, le recuerdo que si va a quedarse se anote con tiempo porque la casa sólo tiene cupo para veinte jóvenes. La casa también es atendida por hermanas y se les pone a hacer diferentes actividades durante el día. 
La anciana, volvió a hacer una pausa, tomó un poco de agua de un vaso que estaba sobre el escritorio y continuó. 
-          Las clases comienzan a las ocho de la mañana, por tal motivo, el desayuno se sirve a las siete de la mañana, el primer bloque de clases esta dividido en cuatro horas… esto indica, que puede tener cuatro clases de una hora. Dos clases de dos, una clase de una hora y una clase de tres horas o una clase de cuatro horas con un descanso de 20 minutos. Eso dependerá de su horario. A las doce del día se reza el Angelus, las campanas suenan y donde sea que esté usted tiene que arrodillarse para rezarlo, terminado el Angelus que no dura más de cinco minutos se dirige al comedor porque se sirve el almuerzo. De la una a las dos tiene libre ese tiempo lo puede pasar en su habitación, en la sala de estudios o en el centro de actividades, el jardín solo lo puede utilizar hasta el límite, que es donde hay una cerca de allí para el otro lado se encuentra el huerto, a donde esta prohibido el paso a menos que tengan clase de horticultura.  
Candy seguía tratando de recordar todos los detalles que la anciana directora le decía, para no meterse en problemas. 
-          El segundo bloque comienza a las dos y se termina a las cinco de la tarde, dando igualmente oportunidad a una, dos o tres clases, a las cinco se sirve la cena, esta termina justo a las seis donde vuelven a sonar las campanas para el Angelus, aquí tiene que seguir las mismas indicaciones. Tiene de allí en adelante libres, puede unirse a los diversos clubes que hay en el colegio si así gusta, la hora límite son las nueve de la noche, a las diez todas las luces se apagan. No hay excepción, en el transcurso de la noche hay varias rondas.  
Candy continuó escuchando todas las reglas pensando que era muy duro ese colegio.  
-          Si llegara a tener algún accidente recurra a la enfermería que esta justo enfrente del pasillo, allí le atenderán. Si llegará a ocurrir una eventualidad, un terremoto, temblor o incendio… - Candy abrió los ojos, pero la directora sonrió – desde que yo he estado aquí casi veinte años solo han ocurrido en un par de ocasiones temblores que no pasan de un susto, se toca la campana hasta que todas las chicas hayan salido de sus habitaciones, aulas o donde se encuentren. ¿Señorita Andley tiene usted una duda?
-          ¿Se nos permite recibir cartas? – preguntó Candy quien pensaba que estaba a punto de salir corriendo.
-          Claro que sí señorita, esto no es un monasterio, e incluso en los monasterios se permiten las cartas, ¿por qué aquí no? – dijo con una sonrisa que le hizo pensar que el aspecto duro de Sor Agatha era sólo una fachada para cumplir con su obligaciones.
-          Entonces no tengo ninguna pregunta más. – dijo Candy con una sonrisa en el rostro. 
La hermana Sofía la guiará hasta su habitación, haga el favor de seguirla. Una monja joven entró al despacho de la rectora y acompañó a Candy por los fríos pasillos, miró a través de los arcos el enorme jardín, como a unos cien metros se veían la planta alta de los dormitorios de los chicos, los árboles y los arbustos no permitían la visión, Candy caminó detrás de la hermana Sofía sin hacer ruido. Pronto llegaron a una iluminada habitación, muy bien arreglada, pero sin lujos excesivos.  
-          Esta es tu cama, tienes tu baño propio, y aquí esta el ropero, tu escritorio y un librero para tus libros – dijo señalando unos paquetes envueltos en papel amarrados con una pequeña soga - y para cuando saques libros de la biblioteca, aunque esos recuerda que los tienes que regresar; tu uniforme está dentro. – dijo al tiempo que abría el armario y donde estaban tres uniformes de color azul oscuro con blanco, y un uniforme blanco con vivos azules – el uniforme blanco es para los domingos, el otro es para el resto de la semana. La chimenea se prende a partir de las ocho de la noche, para que duermas con comodidad, te sugiero que hasta que empiece el invierno en unas tres semanas no permanezcas en el cuarto porque suelen ponerse algo fríos, en los salones de estudios y actividades el fuego se prende a la seis de la tarde, hasta que llega el invierno, el fuego en las habitaciones se prende a las seis… De igual manera las calderas del agua para bañarse se prenden a las seis de la mañana, y a las nueve de la noche en ambas ocasiones sólo dura una hora prendida… El baño general, el que esta al lado del salón de actividades su caldera está prendida de las seis de la tarde a las nueve de la noche, al lado del salón de actividades hay una piscina donde se les enseña a nadar, si te interesa esa actividad, tienes que pedir el uniforme para natación y se te proporcionará, también los baños sirven para las chicas que están en el club ecuestre. Mañana te daré un recorrido por la escuela, para que ubiques donde esta todo, se te pondrá a una guía para que te ponga al corriente en las clases. Bien Candice, si tienes alguna pregunta yo estoy en la última habitación del pasillo. Que descanses. 
La hermana Sofía, salió de la habitación, ese día era Sábado, y ya era muy tarde, se acercó a los paquetes y sobre ellos había una hoja con el horario, como le había dicho sor Agatha todos los días eran iguales a excepción del sábado que solo tenían clases de religión de nueve a doce, y el resto del día libre, al igual que el domingo, solo tenían misa a las ocho de la mañana ese día cambiaba la hora del desayuno para después de la misa. Y el resto del día libre. Candy miró complacida la habitación y pensó en lo que estarían haciendo los chicos.



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