Un cumpleaños Feliz
Por Alejandra Maraveles
Hace unas
horas, se levantó de su cama, y miró el sol que traspasaban las cortinas
de su habitación. "Hoy es el gran día" pensó, después de hacerlo se
incorporó y pudo observar su recamara. "Realmente todo esta hecho un caos"
siguió pensando
Recorrió las
sábanas y se sentó al borde de la cama, se colocó las pantuflas, se sentía
un poco amodorrado, acababa de llegar de viaje y una gran cantidad de sus
pertenencias aún estaban en cajas alrededor de su cama.
Pero a pesar
de que le sobrevenía mucho trabajo sonrió, se levantó y se dirigió al
baño.
En el camino
al baño encontró una nota pegada en el espejo que estaba sobre
el lavamanos. Primero se miró en el espejo, el cabello lo tenía
alborotado, pero a pesar de eso la imagen que le devolvía el espejo era la
de un muchacho apuesto. Tomó la nota y comenzó a leer. Mientras lo leía
no pudo evitar volver a sonreír.
"Realmente hoy
será un gran día" pensó.
Tomó un baño
rápido y salió con una bata puesta.
- Hola -
saludó una voz femenina.
- Hola - dijo
él, con una sonrisa en la cara.
- Si viste mi
nota ¿verdad? - preguntó la chica que estaba sentada en una silla.
La chica se
veía bastante normal, pero cuando hablaba su timbre era algo especial, su
voz resonaba un poco más.
- Viniste a
ver si había llegado bien - preguntó el muchacho.
- Claro, no me
perdonaría a mi misma, eso sin contar lo que dirían mis hermanas.
- Lo entiendo
- dijo él - ¿irán a venir todas?
- Si eso creo
- contestó ella.
El muchacho se
quedó pensativo unos instantes.
- Hace solo
dos días que las dejé y ya las extraño.
- A ellas les
gustará escuchar eso - respondió la chica.
- ¿Y tú que
harás mientras? - preguntó.
- Voy a
ayudarte, hoy es tú cumpleaños, así que no debes ponerte a trabajar, en
parte por eso vine también.
El muchacho
miró todo y entonces dijo...
- Sabes, mejor
te ayudó y así podemos ir a cabalgar un rato...
- ¿Cabalgar? -
preguntó la chica
- no es como
los paseos allá, pero será divertido, ya lo verás.
Los dos se
pusieron a acomodar las cajas, y luego él regresó a ponerse su traje de
equitación, cuando salió la chica también llevaba otro traje.
- No me dejan
de sorprender - dijo él.
Ella
simplemente sonrió y salió tomándole el brazo. Los dos caminaron rumbo a
las caballerizas.
Hacía rato que
habían llegado al Lago, los destellos del sol brillaban sobre el agua, y
él estaba recostado sobre la grama, Ella estaba sentada a su lado.
-
Es hermoso – dijo ella.
-
Si de hecho lo es, pero no importa cuan bello sea, nunca es como…
-
No puedes hablar de ello – le amonestó cariñosamente la chica.
-
¿Cómo pueden hacerlo? – le preguntó él abriendo sus hermosos ojos azules.
-
Es simple, no hablamos de ello, debes de disfrutar lo que tienes.
-
Y lo hago, pero eso no me hace olvidar lo que en otras partes también
poseo. – dijo con una enorme sonrisa en sus labios.
-
Hoy no deberías pensar en eso.
-
¿Por qué no debería? Yo adoro…
-
Shssst – dijo ella llevándose un dedo a la boca – Alguien podría oírte…
-
A mi no me importaría – dijo él.
-
Pero entonces no podrías volver, ya lo sabes…
-
¿Lo dices en serio? – preguntó él con tristeza.
-
Desgraciadamente así es… y mis hermanas no me lo perdonarían.
El muchacho
solo se hundió de hombros y se levantó.
-
Es hora de regresar – dijo él.
-
No, no, no – dijo otra chica que acababa de llegar.
-
Lily… - dijo él.
-
No funciona bien eso de guardar secretos ¿verdad? – dijo en tono
sarcástico Lily.
-
No – dijo la otra chica al tiempo que negaba con la cabeza.
-
No deberías dejarlo… Ale, no volveré a dejarte sola con él.
-
Esa no es la razón, pero esta bien, supongo que no soy la mejor compañía.
-
Estas equivocada… a mi me agrada tu compañía – dijo el muchacho.
-
No tienes que ser tan educado con ella – dijo Lily.
Ale torció un
poco la boca. Pero después le sonrió al muchacho.
-
No, todavía no es tiempo… todavía podemos pasear más… y quizá ver la
puesta del sol.
-
Suena bien, pero tengo que cambiarme… - dijo el muchacho.
-
Eso lo sabemos, pero no tienes que irte para hacerlo.
-
¿Qué quieres decir? – preguntó al tiempo que veía como un caballo alado
había aterrizado justo a su lado.
-
No deberías hacer eso – dijo Ale frunciendo el entrecejo.
-
¿Lo dice quien no supo como hacer que guardara un día de silencio?
Ale miró con
un poco de rudeza a Lily, pero ella se sentó al lado del muchacho…
-
Nuestro padre nos lo perdonará, además aquí no hay nadie… revisé
exhaustivamente.
-
Supongo que si – dijo Ale con mordacidad.
-
Chicas…
-
Si, no te amargaremos el día con nuestras necedades… - se apresuró a
decir Ale.
-
No, y mucho menos con el gran evento que se presenta.
-
Aún no entiendo porque tenemos que venir aquí para….
-
Ya lo comprenderás. – dijo Lily…
Y los tres se
quedaron mirando como el sol comenzaba a ocultarse….
-
Creo que alguien se acerca – dijo el joven.
-
¡Cámbiate Lily! – ordenó Ale.
Un segundo
después Lily quien había estado usando un vestido vaporoso, ahora traía un
traje similar al que Ale usaba.
-
Así que aquí están – dijo una voz femenina con ese reflejo que traicionaba
el origen de quien hablaba.
-
¿Qué haces aquí Ema? – preguntó cansinamente Lily
-
¿Acaso temían que lo fuéramos a raptar? – inquirió con un dejo de
mordacidad Ale.
-
No realmente – dijo ella – yo solo quería anunciarles que es tiempo de
regresar.
-
Perfecto – dijo el muchacho.
-
¿Por qué no te has vestido todavía? – preguntó con dulzura Ema.
-
Porque no necesitaba hacerlo…. Puedes pasar allí – dijo señalando entre
los árboles.
En vez de
árboles había una construcción que parecía de cristal, el muchacho sin
sorprenderse mucho caminó hasta allí y entró.
-
¿No puedes contenerte verdad? – dijo Ema enojada.
-
No entiendo donde esta el alboroto – dijo Lily sonriendo.
-
El caso de que este aquí es por una razón… tú lo sabes – dijo un poco
ceñuda Ema.
-
Si, todas lo sabemos, pero él no lo sabe… y además no veo nada malo en
ayudarlo un poco.
-
Solo lo confundirás más – dijo Ale.
-
Ese es mi punto. – dijo Ema.
-
Ustedes dos par de chillonas, deberían agradecerme, gracias a mi, él no
tuvo que irse a cambiar hace horas.
-
¿Y crees que retenerlo es mejor? – preguntó Ema.
-
Nadie estaba listo así que para que apresurarlo, tiene que disfrutar de
esto y de lo que podemos ofrecerle – dijo Lily terminantemente.
-
Ya esta bien. Yo no vi que se quejara. Así que hay que dejarlo allí,
regresaremos de la forma común ¿verdad? – preguntó Ale.
-
No lo creo, ya se hizo tarde – dijo Ema.
-
Cierto, es momento de cambiarnos – dijo Lily con una sonrisa.
Las tres se
sentaron a esperar, pero en esta ocasión luciendo hermosos vestidos que
parecían bordados de hilos de plata y oro, y luciendo joyas que
envidiarían hasta la princesa más acaudalada. Del salón de cristal salió
el muchacho vestido elegantemente, en cuanto hubo dado un paso afuera el
salón desapareció sin dejar rastro alguno.
-
Oh – exclamó – veo que ya están listas.
-
Es momento de irnos – dijo Ema dándole la mano al chico.
El sonrió y
tomó la mano de Ema, y en un instante desaparecieron, luego Lily y Ale
hicieron otro tanto.
La música se
estaba escuchando ya, se quedaron en la terraza… era Lakewood tal como él
lo recodaba. Al fondo había un gran letrero que decía “FELIZ CUMPLEAÑOS
ANTHONY”, él las miró un poco desconcertado.
-
¿Pero que es todo esto? – les preguntó
-
Este es tu regalo – le respondieron al unísono.
-
Pero… esto no es real ¿verdad?
-
Si, si lo es – dijeron ellas.
-
Pero y ustedes… - mencionó él algo triste…
-
Aún podrás vernos, de vez en cuando – dijo Ale con una sonrisa un tanto
amarga.
-
¿Qué quiere decir eso? – preguntó de nuevo Anthony – Yo creí que solo era
este día.
-
¿Crees que te haríamos traer todas tus pertenencias por un solo día? –
preguntó con tristeza Ale.
-
No entiendo… - dijo él.
-
Te amamos más de lo que cualquiera podría decir – aseveró Ema.
-
Por eso mismo lo hemos hecho – profirió Lily tratando de sonreír.
-
Pero se supone que yo…
-
No digas más –le rogó Ale – Todas le hemos implorado a nuestro padre que
te dejara regresar.
-
Pero ¿Por qué hicieron eso? Yo soy feliz con ustedes – dijo él.
-
Eso lo sabemos – mencionó Ema.
-
No es que no nos volvamos a ver nunca más – dijo Lily con un hilo de voz.
-
Pero esto no tiene sentido – contestó Anthony.
-
Lo tendrá… no tienes que preocuparte – le dijo Lily.
-
Yo no podría… yo no podría ya vivir sin ustedes – dijo él con voz apagada.
-
Nos lo imaginábamos – sentenció Ema.
-
Por eso… este es nuestro regalo – dijo Ale.
Cada una se
acercó y lo besó tiernamente. Después desaparecieron al mismo tiempo. El
se quedó en medio de la terraza sin moverse.
-
¿Dónde estuviste todo el día? – le preguntó Archie quien acababa de salir
a la terraza.
Anthony volteó
la cabeza y sonrió.
-
Me creerías si te dijera que no tengo la menor idea – le dijo sonriendo.
-
Vamos que todos preguntan por ti.
Anthony entró
y desde lejos Ema, Lily y Ale observaban.
-
¿Creen que hicimos lo correcto? – preguntó Ema.
-
Si – contestó Ale.
-
El tiene que vivir primero su vida, ya volveremos por él algún día. –
mencionó Lily.
-
Es la primera vez que no me gustó besarlo – dijo con pesadumbre Ema.
-
No había otra manera, él no iba a poder olvidarnos de otra manera – señaló
Ale.
-
¿Y ahora que? – preguntó Ema.
-
Entraremos a la fiesta – observó Lily.
-
Pero… - dijo Ema.
-
Tenemos invitaciones – expresó Ale sacando una invitación.
-
Pero de nada va a servir, él no nos recordara – dijo Ema.
-
El nos lleva en su corazón y eso es suficiente – comentó Lily sonriendo.
-
¿Qué quieres decir? – preguntó Ema quien comenzaba a sonreír.
-
No va a estar tan lejos después de todo – dijo tiendo Lily.
-
Vamos antes de que nos salgan raíces – comentó Ale.
-
¡A divertirnos! – dijo Lily - ¡A Celebrar el cumpleaños de nuestro adorado
Anthony!
Las tres
entraron al salón y Anthony quien bailaba con Candy en ese momento las
observó con curiosidad. ¿Sabía quienes eran? Quizás no, o quizás si, sin
embargo el verdadero amor es aquel por el cual se hacen verdaderos
sacrificios como él dejar ir al ser amado por su propio bien y es aquel
que permanece y no cambia… aunque sea en el fondo del corazón….
FIN.
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