Te veo
con el corazón.
Por Valky Isarose
“Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible para
los ojos.”
Antoine de Saint-Exupèry.
1900-1944. Escritor francés.
CAPITULO 8
El regreso
–¡ANTHONY, ANTHONY!—gritó el joven Cornwell mientras corría por
el jardín de las rosas buscando a su querido primo.
Anthony, que se encontraba en su habitación terminando de
arreglarse para la fiesta, salió al escuchar que lo llamaban.
Ahí lo encontró Archie al subir las escaleras. Al verlo se
detuvo por un momento para luego abalanzársele y darle un fuerte
abrazo.
–¡Eres tú, eres tú! ¡No puedo creerlo!—exclamó jubiloso el joven
Cornwell sin poder contener las lágrimas.
–¡Archie!—Anthony había reconocido su voz desde que escuchó sus
gritos por la ventana de su cuarto–¡Qué gusto me da encontrarnos
de nuevo!—comentó conmovido al separarse.
–Anthony, no puedo creer que estés aquí, frente a mí… ¡Es un
milagro! ¡Cómo quisiera que Stear estuviera con
nosotros!—comentó Archie con sentimientos encontrados, estaba
feliz por recuperar a su primo pero al mismo tiempo le dolía la
ausencia de su hermano.
–Sí, yo también… ¡Yo también!—dijo Anthony mientras algunas
lágrimas escapaban de sus azules ojos.
–Perdóname Anthony, no quise ponerte triste.
–No, no lo estoy, al contrario… he vuelto—dijo Anthony con una
sonrisa.
Archie olvidó su tristeza y también sonrió.
–¡Archie!—exclamó Candy al salir de su habitación y corrió a
saludarlo con un abrazo.
En ese momento llegó Annie que había salido tras Archie y por
fin lo encontró.
–¡Annie!—saludó Candy a la recién llegada también con un abrazo,
además de un beso en la mejilla–¡Qué gusto verte!
–¡Hola, Candy! –Contestó Annie.
–¿Annie? ¿Annie Britter?—preguntó Anthony al escucharlas y
tendió la mano para saludar.
–Sí, soy yo… ¿Cómo estás, Anthony?—Annie tomó su mano y Anthony
como todo un caballero llevó la de Annie a sus labios
depositando un leve beso.
–Bien, aún recuerdo cuando venías a las fiestas que hacía la tía
Elroy aquí en Lakewood y como no te despegabas de
Archie.—comentó Anthony con una sonrisita pícara.
–Sí, la misma, ahora son novios—agregó Candy traviesamente.
–¡Candy!—protestó Annie apenada.
–Bueno, primo… ¿Y tú y Candy? –preguntó Archie buscando la
revancha.
Anthony estaba por contestar cuando llegó Albert a saludarlos y
apurarlos para ir con la tía Elroy al salón principal. Luego se
fue de prisa y los chicos bajaron escoltando a Annie y Candy
hasta el evento.
–Ah, Anthony, te aviso que vinieron Neal y Eliza así que hay que
soportarlos—advirtió Archie.
–Lo sé, son de la familia y no hay de otra…Eran uno de los
motivos por los cuales no quería regresar—bromeó Anthony y los
cuatro rieron.
Al entrar al salón, Albert se adelantó a recibirlos.
–Aquí están, recibamos a la señorita Britter, mi sobrino Archie
Cornwell, mi hija Candy White Andley y mi querido sobrino
Anthony Brown Andley.
Todos los presentes aplaudieron y pronto se acercaron a saludar
a Anthony, Neal y Eliza esperaban su turno.
–Hermanita, que raro que no te lances sobre Anthony—susurró
Neal.
–¿Por quién me tomas? Soy una dama—comentó Eliza indignada.
–Mm, así que antes no lo eras jaja—se burló Neal–… ¿Eso quiere
decir que ya no te interesa?
–No te voy a negar que es un gran partido y que está más guapo
que nunca, pero no voy a ser lazarillo ni enfermera de nadie, ni
siquiera de Anthony. Además me interesa otra persona.
–¿Quién? ¿El actorcillo de quinta?
–¡Oh, no! Terry Grandchester está con Susana Marlon. Además
luego de cómo me trató, para nada me interesa. Me refiero a
Michael, pronto volverá de la guerra y siempre ha estado
interesado en mí.
–¡Ah, el doctor! Si no me equivoco, a él también le atrae Candy.
–¡Cállate Neal, eso no es cierto! Pero en fin, si no es él, será
otro, pretendientes me sobran, ¿Y tú? ¿Ya olvidaste a la hija de
Pony?
–He tenido que hacerlo, el tío William me ha advertido que no la
moleste y si no hago caso me prohibirá la entrada a la casa de
los Andley. Ya estoy saliendo con Daisy, a ver qué pasa.
Pronto llegaron hasta donde estaba Anthony acompañado por Candy.
Mientras Neal saludaba a Anthony, Eliza aprovechó para destilar
su veneno.
–Hay gente que no cambia, tan pronto supiste lo de Anthony te le
pegaste como chicle. Claro, como no pudiste ser duquesa ni
conquistar al Tío William, te conformas con ser la enfermera de
un ciego. —le susurró al oído, fingiendo que la saludaba.
–Eliza…–Candy estuvo a punto de darle una buena bofetada pero se
contuvo–- ¡También te quiero, gracias!—dijo sonriente y se tomó
del brazo de Anthony.
–¡Descarada!—masculló la pelirroja antes de pasar a saludar a el
joven Brown–¡Oh, Anthony querido!—lo abrazó jalándolo para que
Candy lo soltara.
Albert los observaba desde lejos. Neal apenas y saludó a Candy,
luego junto con Eliza se retiró a su lugar.
Al terminar la comida con los familiares más cercanos, por la
noche llegaron más invitados para el baile de gala. La tía
abuela dio uno de sus acostumbrados discursos para luego
presentar a Anthony. Todos los presentes aplaudieron felices al
saber que el joven Brown estaba bien. Luego de más saludos,
Archie y Anthony se acomodaron en una de las mesas principales
con sus acompañantes. Los primos no dejaban de platicar
alegremente. Mientras, Annie y Candy los miraban encantadas de
verlos tan contentos.
–¡Pero que poco caballerosos somos Archie! Hemos dejado que
nuestras damas se aburran.—comentó Anthony al percatarse que las
habían dejado fuera de la conversación.
–Estamos bien, nos encanta verlos felices—dijo Candy.
–Claro, no se preocupen por nosotras, es muy divertido
todo—añadió tímidamente Annie.
–Bueno, entonces para hacerlo aún más divertido, vayamos todos a
bailar—los invitó Archie.
–No sé si pueda hacerlo—comentó Anthony.
–Claro que puedes, con todo lo que me has contado que haces,
esto es pan comido para ti, conoces esta casa al derecho y al
revés. Así que lo harás bien. —lo animó Archie.
–Sí, Anthony, anímate. Además no hay nadie en la pista de baile,
así que será fácil—señaló Candy.
–Ok, entonces vamos pero si me caigo encima de ti no creo que a
la tía Elroy le guste mucho jeje—bromeó Anthony.
–¡Anthony! ¡No lo vayas a hacer a propósito!—advirtió la pecosa.
–jaja no, tranquila, vamos— Anthony se puso de pie y ofreció su
mano a Candy para abrir el baile.
Archie con Annie del brazo hizo una señal a los músicos para que
tocaran. Luego esperaron que Anthony y Candy iniciaran para
seguirlos. El vals comenzó, la pareja de rubios de deslizaba
suavemente por el centro del salón. Eran blanco de todas las
miradas como la primera vez que bailaron, esta vez despertaron
más admiración que antes, ya que eran los únicos herederos de la
gran fortuna Andley, además de ser tan guapos los dos que era
imposible quitarles los ojos de encima. Sin duda una pareja
deslumbrante. Quien los viera y no supiera que Anthony era
invidente difícilmente se percataría de ello pues bailaba
perfectamente, como ya lo había dicho Archie, conocía cada parte
de la casa a la perfección así que no hubo ningún problema.
–¡Anthony, soy tan feliz de tenerte a mi lado!
–No más que yo de tenerte a ti, querida Candy.
Más parejas empezaron a bailar, Anthony y Candy prefirieron
salir un momento al Jardín para continuar con su conversación.
–Anthony, ¿recuerdas lo que te preguntó Archie antes de bajar a
la fiesta?—preguntó Candy tímidamente.
–Sí— contestó tranquilamente Anthony mientras paseaban aspirando
la fragancia de las rosas.
–¿Y entonces?—inquirió nerviosa la pecosa.
–¿Entonces qué?— contestó Anthony haciéndose el interesante,
como le hubiera gustado ver la carita de Candy, seguro creía que
no quería tocar el tema.
–¡Oh, Anthony!... ¿Qué si somos novios?—preguntó Candy
recordando los besos que se habían dado.
–Pues…Sólo si tú quieres. —dijo él, ya no la haría sufrir,
además quería oírla decirlo.
–¡Claro que quiero! ¡Novios! ¡Ya somos novios!— dijo Candy
emocionada, deteniéndose para darle una lluvia de besos por toda
la cara, ambos sonreían.
Luego Anthony la abrazó, se dieron un dulce y largo beso en los
labios. La luna y las rosas fueron los únicos testigos.
Más tarde cuando despidieron a los invitados, estuvieron un rato
conversando con Annie y Archie. Fueron los primeros en enterarse
que ya eran novios.
–Ya lo sabía yo, ¡ustedes dos tarde o temprano terminarían
juntos!—exclamó Archie gustoso.
–¡Me da tanto gusto, Candy! Estoy segura que has encontrado al
hombre adecuado, no como Te…–comentó Annie.
–¡Annie, vamonos, es tarde!—interrumpió Archie al darse cuenta
que Annie había hablado de más y la tomó del brazo para
irse—¡Hasta luego, primos y felicidades!
Archie y Annie se alejaron dejando a un Anthony pensativo y a
una Candy preocupada al verlo.
–¿Qué pasa, Anthony?—le dijo tomándolo de las manos.
–Nada…Bueno si, algo pasa. Me quedé pensando en lo que dijo
Annie. Sé que sufriste mucho por Terruce Grandchester, que lo
quisiste mucho, dime ¿aun sientes algo por él?
Luego de unos momentos de silencio, Candy por fin habló, Anthony
se veía muy serio.
–Anthony, no te voy a mentir, claro que lo quise mucho—Candy
apretó las manos de Anthony–¿sabes? Él me ayudo a mitigar el
dolor de perderte, volví a sentirme viva pero nunca llegué a
amarlo tanto como te amo a ti.
Una hermosa sonrisa iluminó el rostro de Anthony, Candy no pudo
más que admirarlo, era deslumbrante, sus ojos azules brillaban
cual zafiros bajo la luz de la luna llena.
–¡Candy, yo no he dejado de amarte ni un sólo instante desde que
te conocí!—declaró el joven Brown.
–¡Oh, Anthony!—exclamó ella muy emocionada.
Anthony la tomó entre sus brazos, le dio un beso en la frente,
ella recargó la cabeza en su pecho y cerró los ojos sintiéndose
la mujer más feliz del mundo.
Al otro día los periódicos de todo el país daban la noticia:
“Anthony Brown Andley vive, aunque tuvo un terrible accidente
ahora se encuentra en franca recuperación. El día de ayer fue
presentado en sociedad, se dice que ayudara a su tío, el
reconocido empresario William Albert Andley, a manejar la
fortuna de la cual es heredero junto con Candy White Andley,
hija adoptiva del patriarca Andley.
Por el momento se encuentran radicando en Lakewood donde la
Señorita White, quien es enfermera, vigila el tratamiento del
señor Brown. Después de verlos juntos en la fiesta, se rumora
que sostienen una relación amorosa y que pronto anunciarán su
compromiso.”
El joven de largo cabello negro no daba crédito a lo veían sus
ojos. ¡No era posible! Furioso, arrojó el periódico que al caer
quedó deshojado frente a él.
–Tengo que ir a buscarla…— pensó Terry.
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