Te veo
con el corazón.
Por Valky Isarose
“Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible para
los ojos.”
Antoine de Saint-Exupèry.
1900-1944. Escritor francés.
CAPITULO 1
Un doloroso despertar.
Candy observaba un hermoso atardecer de primavera desde el árbol
de la segunda Colina de Pony en el colegio San Pablo, de pronto
una lágrima resbaló lentamente por su rostro.
–Anthony—susurró tristemente, mirando el cielo que se teñía de
tonos rosados y naranjas –desearía ser el viento para llegar a
donde tú estás, como quisiera que estuvieras aquí conmigo, poder
verte otra vez. ¡Me haces tanta falta! Aún te quiero y nunca te
olvidaré… ¡ANTHONY!
Al mismo tiempo, en la penumbra de una habitación en un lujoso
hospital, un joven que había permanecido en estado de coma por
meses, abría los ojos lentamente. No era otro que Anthony,
pareciera que había escuchado la voz de su dulce Candy que lo
llamaba en esos momentos muy lejos de ahí.
Trató de moverse sin conseguirlo, intentó hablar pero tenía un
tubo en la garganta; así que sólo pudo emitir un débil gemido de
dolor, lo cual puso en alerta a la enfermera que se encontraba
de guardia.
–Espere no se esfuerce, voy por el doctor—le dijo con voz suave.
La enfermera dejó la habitación y regresó inmediatamente con el
médico. Éste examinó a su paciente sin poder dar crédito a lo
que estaba viendo, ya que según el expediente clínico tenía muy
pocas probabilidades de despertar, al parecer no tenía daño
cerebral pues le realizó un rápido chequeo y al retirar el
respirador el muchacho rubio habló trabajosamente pero con
claridad.
–¿Dónde estoy?... Me duele mucho la cabeza… ¿Por qué está todo
tan oscuro?…
–Tranquilo está en el mejor hospital del país. Escuche, ¿puede
decirme quién es usted? —le preguntó el médico.
–Sí. Yo soy Anthony Brown y estaba….Ahora recuerdo, me caí del
caballo… ¡¿Dónde está Candy?! ¡¿Está bien? ¡¿Por qué no consigo
ver nada doctor?! —preguntaba con creciente angustia moviendo la
cabeza hacia los lados.
–Tranquilícese, debe ser por el golpe que recibió al caer, le
realizáremos más estudios para saber la causa exacta. Enfermera
que avisen inmediatamente a los familiares del paciente.
–Sí, doctor.
Horas más tarde llegó la tía abuela Elroy, se le veía feliz pero
a la vez angustiada, el doctor la puso al tanto de todo.
–Señora Andley, ya realizamos los estudios necesarios y es un
milagro que su sobrino no tenga secuelas más graves pero…
Lamentablemente ha perdido la vista. La anciana no pudo contener
las lágrimas, luego de algunos minutos se rehizo y pudo hablar.
–¡Ay, doctor! haga todo lo posible para curar a Anthony, que va
a ser de su vida así —su voz tenía un tono de orden y suplica a
la vez.
–Al parecer se trata de una ceguera temporal por obstrucción de
vasos sanguíneos, ya iniciamos con el tratamiento pertinente
para evitar que algún coagulo dañe el cerebro, ahora sólo nos
queda esperar que no surjan más complicaciones en su
recuperación. Si todo marcha bien, en unos meses podrá mejorar,
si para entonces no recupera la vista quiere decir que también
se dañó la retina y habrá que recurrir a un especialista. Como
se puede dar cuenta, a su nieto le espera una larga batalla y
tal vez el resultado no sea el esperado.
–¿Puedo verlo doctor?—preguntó preocupada.
–Claro, pero trate de que no se altere o se esfuerce mucho. Aún
está muy débil.
En la habitación, Anthony era vigilado por la enfermera, ya
estaba un poco más tranquilo cuando llegó la tía abuela.
–¡Anthony, gracias a Dios que estás bien!—decía la anciana al
tiempo que se aproximaba a la cama.
–Tía Elroy, ¿Vienes sola? ¿Dónde está Candy? ¿Dónde están
todos?— Anthony trató de incorporarse pero no pudo por lo débil
que estaba.
–Sólo yo estoy aquí. Nadie más vino—le dijo tomando una de las
manos del joven entre las suyas y controlándose para no llorar.
–Están allá afuera ¿verdad? Déjalos pasar tía—le pidió el joven
rubio con una débil sonrisa, creyendo que le mentía para evitar
las visitas.
–No Anthony, sólo avisé a tu padre y al tío abuelo William. Pero
no podrán venir en este momento pues ambos están de viaje.
Después hablaremos de esto, ahora necesitas descansar.
–Está bien pero quiero que me expliques… –insistió Anthony pero
la tía abuela lo interrumpió.
–Por tus primos y Candy no te preocupes, están bien. Ya no te
fatigues, duerme… Aún no puedo contarle lo que hice, esperaré a
que se mejore. —pensaba la señora Elroy al salir de la
habitación.
Los días pasaron rápidamente, mientras en el Zoológico “Blue
River” de Londres, Albert leía una carta de la tía Elroy donde
le pedía volver a EU lo más pronto posible pues tenía algo muy
importante que decirle y sólo podía ser en persona; además de
que se acercaba el tiempo de que asumiera públicamente su papel
de cabeza de la familia Andley y había que preparar todo.
Así que partió con rumbo a América pero para ese entonces ya
tenía planeado ir a África a disfrutar de sus últimos días de
libertad antes de dedicarse totalmente a los negocios
familiares.
Mientras tanto, la tía Elroy ya no podía seguir ocultando más
tiempo la verdad y consideró prudente hablar con Anthony que
aunque seguía sin recuperar la vista ya estaba fuera de peligro.
–Buenos días, Anthony ¿cómo sigues?
–Bien dentro de lo que cabe —le contestó algo triste –ya por fin
me vas a decir porque no ha venido nadie más a visitarme.
–Tus primos no han venido porque están estudiando en Inglaterra.
–¿Y Candy?—preguntó con impaciencia incorporándose quedando
sentado en la cama.
–Ella también fue enviada para allá.
–Pero tía deben estar preocupados dales permiso de regresar para
que vengan a verme.
–Anthony, han pasado varios meses desde tu accidente.
–¿Meses? Pero si apenas hace unas semanas que estoy aquí, ¿o no?
–Estuviste en coma mucho tiempo, desde el principio los médicos
decían que era muy difícil que despertaras y que si lo hacías,
tendrías terribles secuelas; afortunadamente se equivocaron pero
entonces sólo se esperaba lo peor, así que decidí ocultar que
seguías vivo para evitar prolongar el sufrimiento de la familia
por años tal vez. Te traje lejos de Lakewood y a la familia les
hice creer que habías muerto.
–¡¿Pero cómo pudiste?! —decía él sin poder todavía asimilar lo
que estaba escuchando.
–Yo en lo único que pensé fue en protegerte de la prensa, del
escándalo, ya que si tenías alguna posibilidad de sobrevivir no
quería que nada ni nadie te perturbara.
–Pero te das cuenta que para todos estoy muerto, que he perdido
todo lo que amo.
–No para todos, tu padre ya sabe la verdad. Antes de que
partiera de viaje, cuando vino para tu supuesto funeral, lo vi
tan triste que decidí contarle donde te había ocultado. Al
principio se enojó mucho, quiso llevarte de mi lado pero al fin
pudo perdonarme y entender que lo que hice estuvo mal pero lo
hice para protegerte. Lo único que me pidió fue que le informara
sobre cualquier cosa que te pasara desde ese día en adelante.
–Y entonces ya sabe que he despertado.
–Sí y llegará muy pronto para verte.
–Dime, ¿Y el tío abuelo lo sabe? ¿Sabe que estoy vivo?
–No, aun no le he dicho, es algo que tengo que comunicarle
personalmente, solo le pedí que viniera lo más pronto posible.
Se quedaron en silencio largo rato, Anthony estaba molesto. La
anciana fue quién finalmente habló.
–Perdóname Anthony, no quise hacerte daño.
–Pero lo hiciste tía abuela, no pensaste ni un momento en que
necesitaba a mi familia conmigo.
–Lo sé, por eso he decidido que el primero que sepa quién es el
tío abuelo, seas tú. Además en cuanto lo decidas puedo anunciar
tu regreso y dar las explicaciones que hagan falta para que
recuperes tu vida.
–Pero aquí en este hospital ya saben quién soy, ¿no?
–Sí, pero al ser una clínica privada, cuyo director es un viejo
amigo mío, no hubo problema para ocultarte. Además con dinero
todo se puede y en Chicago podrás continuar con tu tratamiento
sin problema.
–¡Qué fácil es para ti arreglarlo todo tía! —exclamó con
tristeza y enojo—déjame solo, necesito pensar, entender todo
esto. El joven se llevó las manos a la cabeza.
–¡Anthony, cálmate! —le dijo la anciana poniendo una mano en el
hombro del chico.
–Tía, por favor vete —le volvió a pedir Anthony y ella quitó la
mano.
–Está bien, creo que mejor regreso después... ¡Perdóname!– dijo
la tía abuela muy triste por el rechazo de su nieto más querido.
Anthony escuchó la puerta cerrarse y se recostó nuevamente,
algunas lágrimas resbalaron lentamente por sus sienes hasta la
almohada.
–Tal vez es mejor así, no quiero que mis seres queridos sufran.
Ellos ya están haciendo su vida sin mí. No quiero que
permanezcan a mi lado por lástima y menos ella…Candy —pesaba
atrapado en la oscuridad.
Algunos días después hizo su arribo el señor Brown. Estaba tan
feliz de poder abrazar a su hijo después de tanto tiempo pues ya
casi había perdido la esperanza de que despertara.
–Anthony, hijo, no sabes cuánto le pedí a Dios que me diera la
oportunidad de ser un verdadero padre para ti, de estar más
tiempo a tu lado. Perdóname por dejarte tanto tiempo.
–Papá, no tengo nada que perdonarte. Si no has podido estar más
tiempo conmigo es por las circunstancias, no es tu culpa, además
la tía abuela ha cuidado bien de mí.
–Te prometo venir más seguido y si quieres cuando te recuperes
puedes venir conmigo a los viajes. Antes no te llevé porque eras
muy pequeño para viajar constantemente.
–Lo sé papá y quiero decirte que hiciste lo correcto, hasta el
día del accidente había sido muy feliz al lado de mis primos y
la tía abuela…Al lado de Candy, pero ahora…–Anthony no pudo
continuar, un nudo en la garganta se lo impedía.
–Llora hijo, desahógate —le dijo el señor Brown, abrazándolo
nuevamente y dándole un beso en la frente. Sé que volverás a
sonreír porque todo esto pasará, será como una pesadilla.
Anthony al fin pudo dar rienda suelta a su tristeza al saberse
en los protectores brazos de su padre.
Al día siguiente Anthony aceptó la visita de la tía abuela para
comunicarle su decisión con respecto a si volvería a la vida
pública o no.
–Tía, he decidido seguir ocultándome hasta que me recupere
totalmente o por lo menos aprenda a valerme por mí mismo.
–Está bien, será como tú digas. Ahora tienes que hablar con
William, él ya se encuentra aquí y aunque está molesto por lo
que hice, se siente feliz por verte después de tanto tiempo, por
saberte vivo.
–Pero yo no recuerdo haberlo conocido tía.
–Créeme, ya lo conoces… Pasa William.
En ese momento Anthony escuchó que la puerta se abrió y entró
alguien.
–Tío abuelo William ¿Eres tú?
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