Por Ema Wacthz Parls
Unos ojos verdes contemplaban con embeleso el cielo raso. Se
cerraron y parecieron proferir una oración.
La
dueña de tales ojos era una joven rubia muy hermosa. Y en sus
rojos labios se dibujaban las palabras, las palabras mágicas con
las cuales quería formular algo… tal vez un deseo, tal vez tan
solo un gracias
Sonriendo traviesamente la joven rubia se recostó en el césped y
cayo en un profundo sueño…
-
Candy, Candy - exclamaba un chica de cabello negro
-
Aquí estoy Anie, ¿Qué sucede?
-
No
lo vas a creer, papa y mama nos llevaran de gira a Europa,
visitaremos Francia, Italia, Austria, Escocia…. solo imagina todas
las cosas lindas que veremos
-
¡Europa!, ¡que alegría!
-
Si… estoy que me muero de la emoción.
Candy no durmió esa noche… se quedo muy pensativa contemplando las
estrellas… y mientras las veía tarareaba esta canción:
En
el cielo veo brillar las estrellas muy cerca de mí
Cierro los ojos, quiero soñar con un dulce porvenir…
Quiero vivir y disfrutar la alegría de la juventud
Cada noche para mí, tiene estrellas que den luz…
Un
cometa pinto el cielo en ese instante y Candy formulo nuevamente
un deseo…
El
día tan esperado, llego por fin, y ambas hermanas estaban que no
cabían en si de alegría. El barco zarpo hacia un nuevo destino y
ellas sentían que sus corazones se llenaban de esperanza…
Visitaron varios lugares, entre ellos: Londres, Escocia, Paris,
Roma, Madrid… y en cada uno de ellos vivieron experiencias
inolvidables…
Luego de 4 semanas de viaje, llegaron por fin a Austria, y
visitaron muchas de sus hermosas e inolvidables ciudades,
Salzburgo, Viena, Innsbruck y la región maravillosa de Baviera… y
estando en esa región fronteriza con Alemania, decidieron visitar
el Castillo de
Neuschwanstein (La Peña del Nuevo Cisne).
-
La
famosa ruta romántica – murmuro Candy para si, y luego de ello
suspiro profundamente
-
Hija, a que se debe ese suspiro – pregunto curiosamente su madre
-
A
nada… a nada… - respondió rápidamente Candy sonrojada
- Estando en la entrada del castillo de Neuschwanstein…
Candy se quedo contemplando embelesada la región, jamás imagino
nada tan bello
Todo parecía salido de un cuento de hadas… tan solo faltaba, tan
solo faltaba el príncipe encantado
Candy subió las escaleras ágilmente y al estar enfrente de la
entrada del castillo extendió sus manos tratando de aspirar toda
la belleza del lugar para guardarla cuidadosamente en su memoria…
-
Un
Castillo encantado, en un valle encantado, solo le falta el
príncipe – se dijo a si misma Candy sonrojándose
Estaba caminando distraídamente cuando de pronto choco con
alguien… rápidamente se disculpo, pero al levantar la mirada se
quedo paralizada…
Un
chico rubio de magníficos ojos azules la contemplaba fijamente…
una sonrisa se dibujo en su rostro y traviesamente le dijo:
-
Ya
me extrañaba que en un lugar así no apareciera una princesa o un
duende – dijo picaramente el muchacho sonriendo de medio lado
Candy estaba tan asombrada que no medito en las palabras del chico
y únicamente lo continuaba mirando fijamente…
-
Hey duendecilla, ¿de donde has salido? – pregunto graciosamente,
satisfecho del efecto que había causado en Candy…
Hasta en ese momento Candy volvió en si… ¿duendecilla?, ¿Cómo que
duendecilla? – se pregunto a si misma Candy
-
Y
tu, ¿que eres?… ¿Un Elfo? – pregunto Candy tratando de parecer
seria, pero sus sonrojadas mejillas la delataban…
-
¿Tu que crees? – pregunto sagazmente el apuesto chico guiñándole
un ojo
-
¿Eres alemán? – pregunto Candy con interés mientras contemplaba su
hermoso perfil
-
No, soy americano… y tu pecosa, también eres americana sino me
equivoco…
-
Si…
-
Candy, Candy, ven a ver esto – exclamo a todo pulmón Anie desde el
otro extremo
-
En
un momento voy… - respondió Candy mordiéndose los labios
-
¿Es tu hermana? – pregunto con interés el chico
-
Si, así es…
-
Fue un gusto conocerte duendecilla, tal vez nos veamos mas tarde -
y sin decir mas se alejo
Candy no dejaba de verlo… era tal como se lo había imaginado
siempre… era exactamente el chico que siempre había soñado…
-
¿Qué ves Candy? – pregunto Anie intrigada
-
Al
príncipe de mis sueños…
-
Que niña eres Candy, todavía crees en esas cosas, ven ya déjate de
tonterías…
-
Acaso no lo viste, era tan… tan…
-
Ya
cállate o me va a dar jaqueca, ya solo me falta que me vengas con
que viste un Hada, o a una Valkiria…
-
Tienes razón… soy una boba, es el chico de mis sueños, pero, ¿que
me hace pensar que va a fijarse en mi?, que tonta soy…
Ambas hermanas continuaron su recorrido por el majestuoso
castillo… cada salón les parecía mas magnifico que el anterior, y
todo el entorno del castillo era tan mágico que invitaba a la
ensoñación
-
La
ruta romántica – volvió a murmurar Candy… - que mejor lugar para
conocer al príncipe de mis sueños… pero en fin solo es eso, un
sueño…
Mientras paseaban a orillas del bosque, Candy vio pasar
rápidamente a un pequeño cervatillo… y lo siguió sin pensarlo...
Cuando el cervatillo se detuvo a beber agua, Candy lo contemplo
complacida, pero el animalito al notar su presencia huyo
despavorido… Candy hizo un ademán para seguirlo, pero era
imposible, el animalito era demasiado rápido, así que decidió
regresar, pero se dio cuenta que no sabia hacia donde dirigirse…
-
¡Dios mío! me he perdido – se dijo a si misma Candy muy preocupada
Candy camino por un rato, pero se dio cuenta que realmente no
sabia en donde estaba. Se detuvo frente a un enorme árbol y
decidió escalarlo para ver desde su copa la dirección que debía
tomar para volver a encontrar el camino hacia el castillo y hacia
Anie y sus padres.
Candy subió ágilmente por sus ramas y en menos de 15 minutos ya se
encontraba en su copa…
-
¡Que hermosa vista! – se dijo a si misma mientras disfrutaba del
aire en su cara
Candy se quedo unos minutos disfrutando del panorama, olvidándose
de todo y de todos…
-
Jajja, lo olvidaba, he subido aquí para encontrar el camino de
regreso…
Y
mientras trataba de hacer un mapa mental, Candy escucho ruidos en
el bosque… muy asustada trato de observar con detenimiento los mas
leves movimientos que habían debajo de los árboles, pero no pudo
visualizar nada…
-
¿Qué habrá sido eso? – se pregunto Candy a si misma encogiéndose
de hombros…
Se
bajo del gran árbol y reemprendió su marcha tratando de no
desviarse de la ruta. Pero ciertos ruidos perturbadores provenían
de lo profundo del bosque y llegaban hasta ella como una extraña
canción lejana. Candy apresuro el paso y trato de ir más de prisa,
pero de nada le sirvió, porque a su paso imaginaba que encontraba
seres extraños que trataban de retenerla… Comenzó a correr como
loca, pues en su delirio se le aparecían duendes, enanos, enormes
guerreros, trolls, y tanto fue su terror que le flaquearon las
piernas y cayo inánime al suelo…
Poco a poco abrió sus ojos y frente a ella vio a una hermosa
doncella de vestiduras celestes, su cabello era rubio plateado,
casi blanco y sus ojos grises y penetrantes… Le hablaba en voz
baja palabras que Candy no entendía, palabras musicales y
armoniosas que sosegaron su alma
Candy se froto los ojos para asegurarse que no estaba soñando, y
al abrirlos bien ya no vio a nadie…
-
¡Debo estar alucinando! - Candy reemprendió la marcha… pero
nuevamente se dio cuenta que estaba perdida – A este paso no voy a
regresar nunca – se dijo a si misma desalentada
Repitió toda la operación de subirse a un enorme árbol y
nuevamente encontró la ruta que la llevaba hacia el castillo…
Pero mientras caminaba escucho el corretear de muchos lobos, y se
lleno de horror. Con presteza se subió al primer árbol que
encontró y allí permaneció hasta que los lobos aparecieron, pero
cual seria su sorpresa…
No
eran lobos, eran perros de caza… y detrás de ellos apareció un
joven en un caballo blanco…
El
joven alzo su rostro y se encontró con el rostro excitado de Candy…
-
Duendecilla ¿Qué haces por aquí? – pregunto el joven feliz de
encontrarse nuevamente con ella
-
¿Qué crees? – pregunto irónicamente Candy, mientras se baja muy
avergonzada del árbol - ¿Crees que estoy hablando con las
ardillas?
-
Jjajaja, ven, te llevare a donde quieras… - señalo el joven,
apeándose del caballo y ofreciendo su mano a Candy
-
Gracias – alcanzo a decir a media voz, mientras se sonrojaba
Candy se recostó sobre el mientras cabalgaban, y aprovechando que
lo tenia tan cerca y con la excusa de querer sostenerse, lo abrazo
fuertemente. Ambos permanecieron en silencio, hasta que estuvieron
frente al castillo…
-
¡Estaba tan cerca y aun así me sentía perdida! – exclamo Candy
divertida
-
Los bosques son engañosos, es muy fácil perderse, ummm, pero que
extraño que una duendecilla de los bosques no pueda encontrar el
camino.
-
Deja de llamarme así – suplico Candy molesta – mi nombre es Candy,
llámame Candy
-
Candy… que hermoso nombre – señalo el joven mientras besaba
galantemente su mano – fue un gusto haberla servido, espero verla
pronto…
El
joven iba a retirarse, cuando Candy pregunto exaltada:
-
¿Cuál es tu nombre?, no me has dicho tu nombre…
El
chico se acerco nuevamente y susurrándole al oído le dijo:
-
Tu
ya lo sabes… soy tan solo un Elfo - y guiñándole un ojo se alejo
nuevamente
-
¡Rayos!, se volvió a ir y ni siquiera se como se llama, ni
siquiera tengo el recuerdo de su nombre para nombrarlo cuando
sueñe despierta…
-
¡Candy!,
¡Candy! ¿Estas bien?, estábamos tan preocupados por ti, no vuelva
hacer eso, por poco morimos del susto…
-
Perdónenme por favor… seguí a un cervatillo, me aleje un poco, y
luego por tratar de regresar me adentre en el bosque aun mas,
jejje, no se como paso, perdónenme les prometo que no volverá a
pasar…
Esa noche Candy no pudo dormir pensando en todo lo sucedido ese
día… el castillo encantado, las cosas extrañas que vio en el
bosque y principalmente pensó en ese chico hermoso…
Unos días después, estaban muy temprano en la estación del tren,
pues regresaban a Austria, y Candy buscaba afanosamente a alguien
entre la multitud… pero ese alguien no aparecía…
Candy se despidió mentalmente de el, y volviendo su rostro trato
de imaginar que aparecía allí y le decía adiós; no, adiós no, le
decía hasta pronto… si, le decía hasta pronto…
Candy se acomodo en su asiento y viendo hacia la ventana estrujo
con fuerza el relicario de su abuela que llevaba al cuello…
deseando vivamente volver a ver a ese joven que tanto le había
gustado…
El
tren comenzó a caminar, y el aun no aparecía… Candy estaba pegada
a la ventana deseando verlo aunque sea por última vez… y en medio
de la neblina apareció… Candy guardo en su mente su gallarda
figura, su mirada intensa y su hermosa sonrisa…
El
la miraba mientras se alejaba, con sus dulces y melancólicos ojos…
Candy sin saber porque lloraba… lloraba en silencio mientras se
despedía con la mirada de ese joven que tanto le gustaba…
-
Si
tan solo supiera su nombre – se decía a si misma Candy con
desilusión…
Poco a poco Candy comenzó a salir del estupor en el que se
encontraba y abrió sus ojos… y frente a ella se encontró con unos
ojos azules que la observaban fijamente…
-
¡Hola dormilona! – dijo sonriente el apuesto joven
-
¡Amor! estaba soñando contigo…
-
¿De veras?, ¿y que soñabas?
-
Recordaba la manera en la cual nos conocimos, y ese día en la
estación del tren cuando creí que nunca te volvería a ver
-
Eso creíste… no, no, como iba a perder la pista de la mujer de mi
vida – dijo sonriendo el hermoso joven
-
Nada te costaba decirme tu nombre, así por lo menos hubiera tenido
la tranquilidad de pronunciarlo en mis horas de desvelo…
-
Perdóname ese detalle, por favor…
-
Claro amor… sabes, siempre que sueño me veo formulando un deseo
-
¿Un deseo? ¿Qué clase de deseo? – pregunto vivamente el joven
´
Candy acaricio su abultado vientre y besando a su esposo dijo
sonriente:
-
Amor, mi vida si fue como un cuento de hadas, conocí a mi príncipe
azul, mi hermana se caso con un buen muchacho, que resulto ser tu
primo… se lo que es tener padres a pesar de haber nacido huérfana,
en fin, un hada bienhechora, un ángel de Dios me permitió obtener
todo lo que necesitaba… mi vida realmente fue todo un cuento de
hadas…
-
¿¡príncipe azul!? – exclamo el joven
-
Si, mi verdadero y único príncipe azul, mi verdadero amor… tu y
solo tu Anthony
-
¡Que cosas dices Candy! – exclamo Anthony acariciando su cabello –
pero, no has contestado mi pregunta, cariño, dime ¿Qué te hace
falta ahora? ¿Qué clase de deseo aún no ves realizado?
-
Ninguno… yo ya no necesito nada… te tengo a ti y a este precioso
bebe, ¿que mas podría desear?… estoy totalmente satisfecha
Ambos sonrieron y tomados de la mano caminaron a la sombra de los
árboles, teniendo toda la vida y el futuro por delante… y como
dirían al finalizar todo cuento de hadas… “Y vivieron felices
para siempre”
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