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SYB 08


Por Valky Isa

 
 
        
Pista 8. Live is Life *** La vida es vida.
 
Así fue como la gira de los Scotland Yard Boys llegó a Reino Unido, su último concierto por Europa sería en Londres. Así que ahí estaban, hospedados en uno de los mejores hoteles de la ciudad, otra vez sin poder ni asomar la nariz, pues si en Alemania eran reconocidos, ahí con más razón. Se habían reunido en la habitación de Anthony para jugar domino, cartas y lo que se pudiera para pasar el tiempo.
 
–¡Ah, volví a perder!—exclamó Archie aventando las cartas sobre la mesa.
–Y yo ya me aburrí de ganar—señalo Neal con una sonrisa burlona.
–Entonces, ¿ahora que jugamos? ¿Scrabble?—dijo Terry con un dejo de sarcasmo.
–No estaría mal, ¿no habrá algún juego de mesa por aquí?— inquirió Stear levantándose a buscar pero sin éxito.
–Ah, creo que yo mejor me voy a dormir, me siento agotado—dijo Anthony, invitándoles a hacer lo mismo, lanzando una mirada hacia la puerta.
–Sí, mejor me voy antes que Stear nos ponga a jugar “Turista” o algo así—dijo Terry
–¡Oye, si es muy divertido!—respondió Stear sin enojarse.
–Sí, aja…Pero mejor vámonos antes que venga Isa y nos regañe—comentó Neal.
–También Ale y Lau, mañana es el concierto y no quieren que nos desvelemos. —les recordó Anthony.
–Bueno, aquí se rompió una taza y cada quién para su…ah, aquí no tenemos casa jeje…ok, cada quien para su cuarto. — dijo Archie.
–Buenas noches—les dijo Anthony al despedirlos en el pasillo y cerró la puerta.
–¡Ah, pues a descansar! Pero antes un baño— pensó Anthony.
 
Se acababa de meter bajo la relajante agua tibia de la regadera cuando escuchó unos gritos en el pasillo. Luego golpearon a su puerta con desesperación.
 
–¡ANTHONY, ABRE!— era la voz de Stear.
 
Anthony se secó lo más rápido que pudo y se puso la bata de baño, luego corrió abrir.
 
–Stear, ¿qué pa…?—no pudo terminar la frase pues su primo lo empujó, se metió a la habitación y cerró la puerta tras de sí.
–¡Ah! ¿Por qué tardaste tanto?—preguntó el joven de anteojos tratando de recuperar el aliento. Estaba todo despeinado y sin camisa.
–Me estaba bañando, ¿qué pasó?—lo cuestionó el rubio, preocupado al ver a Stear en tal estado.
–¡Ay, Anthony! ¿A dónde vamos a llegar? ¡Ya ni en el hotel estamos seguros!—se quejó el recién llegado.
–¿qué dices? ¿Por qué vienes así? Ven, siéntate—Anthony lo llevó hasta una silla y le dio un poco de agua.
–Resulta que llegué a mi cuarto y cuando abrí el closet para sacar la pijama para cambiarme… ¿Qué crees?–
–¿Qué?—preguntó Anthony muy intrigado.
–¡Dentro había por lo menos cinco chicas! Claro que se me echaron encima y por poco me…bueno, me solté como pude y salí corriendo, me persiguieron por el pasillo, subí al elevador para despistarlas, puse que iba al último piso pero me bajé antes y regresé por las escaleras. Estaba por abrirse el elevador cuando llegué aquí, espero no hayan sido esas chicas locas de regreso y me hayan visto cuando entré a tu habitación. —contó Stear un poco más tranquilo.
–Pues no creo, no se oye ruido—dijo Anthony, pegando la oreja a la puerta y mirando por el visor hacia fuera—No veo a nadie.
–¿Crees que se hayan ido ya?—
–Es lo más seguro, ven vamos te acompaño a tu cuarto—
Salieron, el pasillo lucía vacío, caminaron unos metros rumbo a la habitación de Stear que estaba al final del corredor.
–¡Ahí está! ¡Y VIENE CON ANTHONY!—se escuchó un grito.
Un par de chicas salieron de atrás de unos macetones y atrajeron la atención de otras cuantas que llegaban en el elevador.
–¡CORRE, STEAR!—gritó el rubio dado media vuelta para regresar a su habitación.
Pero las chicas que acababan de llegar ya les cerraban el paso, así que tuvieron que huir escaleras abajo, con todas las fans tras ellos.
–¡AY, MAMÁ!—gritaba Stear.
–¡Vamos! ¡Al elevador!—dijo Anthony al llegar al siguiente piso.
–¡CIERRA, CIERRA!—
 
Por poco los alcanzan, pero la puerta cerró justo a tiempo. Anthony había apretado varios botones seguidos para que no supieran a donde iban.
 
–¿A dónde vamos?—preguntó Stear.
–A buscar a Isa—le dijo Anthony mientras veía en que piso se tenían que bajar.
 
Llegaron al piso indicado, se asomaron con cautela, no había nadie.
–¡Corre, Anthony!—dijo Stear y se echó a correr.
Anthony lo siguió al ver que por las escaleras venía subiendo una chica, seguro se habían separado para encontrarlos y pronto avisaría a las demás.
Llegaron y Anthony tocó a la puerta de la habitación.
–¡Isa, abre, Isa!—gritaba Stear
La puerta de abrió rápidamente.
–¿qué pasa?—preguntó Orly.
–¡IS…!—los dos chicos se quedaron un momento sin saber qué hacer, luego entraron al cuarto y cerraron rápidamente.
–¡Hey! ¿Qué haces tú aquí?—inquirió Anthony
–¿No nos equivocamos de número?—comentó Stear.
–No, ¿qué hacen ustedes aquí? ¿Y en esas fachas?—preguntó Isa que en ese momento se acercó a la puerta.
–¡Ah! Pues…–empezó Stear.
–¡Ay, ya sé lo que creen! ¡Mal pensados! Tenemos junta de trabajo—interrumpió Isa señalando a la mesa donde estaban sentadas Lau y Ale revisando papeles. —A ver, siéntense ¡ahora si explíquense!
–¡Pues cuando fui a mi cuarto, dentro del closet había unas chicas escondidas, me arrancaron la camisa y me persiguieron hasta el cuarto de Anthony, luego salimos pensando que se habían ido y nos persiguieron hasta aquí!—contó Stear casi sin respirar.
–Y como yo me estaba bañando cuando llegó Stear pues salí así—agregó Anthony apenado.
–¿Pero cómo es posible? Ahora mismo llamo a la seguridad del hotel—dijo Isa enojada. Orly salió.
Ale y Lau ya se habían acercado a los chicos para auxiliarlos.
–¿Están bien?—preguntó Ale.
–Sí, sólo fue la carrera hasta aquí. —contestó Anthony.
–¡Oh, Stear! ¡Mira tus lentes!—exclamó Lau.
Stear se los quitó para examinarlos y efectivamente estaban estrellados, entre tanto forcejeo no supo ni cuando pasó.
 
En ese momento regresó Orly con algo de ropa para los chicos y estos se cambiaron en el baño. Luego llegó el jefe de seguridad del hotel para reportar que las chicas que se habían metido a la habitación de Stear ya estaban detenidas y habían confesado haber sobornado a uno de los empleados del hotel para entrar. También el gerente fue a decirles que estaba muy apenado por lo sucedido, que eso nunca había pasado. Así que no les cobrarían nada, ni hospedaje, ni room service, ni lo que quisieran pedir en el bar o restaurante del hotel. Los otros integrantes de los SYB no se enteraron del incidente hasta el otro día en el desayuno pues estaban hospedados en distintos pisos.
 
–¡Ah, todo eso pasó! –exclamó Neal sorprendido.
–Yo estaba tan cansado que dormí como tronco y no oí nada—comentó Terry—pero si me hubiera pasado a mí, no hubiera hecho tanto escándalo, me hubiera arreglado con las chicas y listo—agregó guiñando un ojo y dándole una fumada a su cigarro.
–¿Arreglado?—dijo Anthony levantando la ceja.
–Bueno, afortunadamente siempre traigo otros pares de anteojos en la maleta.
–¡Ay, hermano! Ya te he dicho que mejor te compres unos lentes de contacto o que te operes con láser.
–¿Pero si así me siento a gusto? No veo el caso.
–Ok, allá tú.
En ese momento llego Isa con Orly y las chicas.
–¿Listos para irnos al “sound check”?—les dijo Orly.
–Sí, pero ¿qué no es muy temprano?—preguntó Anthony.
–¡Terry, te he dicho que no fumes!—exclamó Lau quitándole los cigarros al aludido.
–¿Ves? Eso te pasa por egoísta y no darme ni uno—comentó Neal.
–¡Cómprate los tuyos!
–¡Nadie se va a comprar nada! Luego andan ahogándose a la segunda canción—señaló Ale enojada.
–Si es temprano, pero antes quiero que demos un pequeño paseo por la ciudad, cortesía del hotel, claro. —contestó Isa.
–¡Ehhh! ¡Un paseo!—exclamaron todos los SYB. Hace mucho que no hacían otra cosa que trabajar.
 
Se subieron a un típico camión rojo de dos pisos para recorrer la ciudad, todos con boinas y lentes oscuros. La última parada, el legendario estudio “Abbey Road.”
 
–Wow! ¿Así que aquí fue donde los Beatles grabaron sus grandes éxitos?—dijo Anthony maravillado al sentir la vibra del lugar.
–Así es…The Beatles grabaron casi la totalidad de su discografía aquí, para la portada del álbum Abbey Road, decidieron tomar una foto del grupo cruzando el paso de peatones que está enfrente de los estudios, se convirtió en una de las imágenes más emblemáticas de la historia de la música. —comentó Isa emocionada pues no era un secreto que ella tenía Beatlemanía. De hecho no sabían cómo se había controlado y no se había ido a Liverpool. Sin duda porque ella era muy celosa de su deber.
–¡Ellos sí que no tenían vida privada!—agregó Archie al recordar lo que había escuchado del grupo más famoso del mundo.
–¿Ven? Así que no anden de quejumbrosos—comentó Laura.
–Sí, así que a seguir su ejemplo y echarle ganas—dijo Ale.
–Me hubiera gustado grabar en estos estudios— declaró Terry.
–Si, a mí también—opinó Neal.
–¿Quién sabe? Tal vez algún día. —dijo Orly.
 
Al salir del estudio…
–¡Ay, quiero que me tomen una foto cruzando por aquí!—dijo Isa señalando el paso peatonal. –Vengan chicas—
Laura y Ale posaron para la foto con Isa. Los SYB miraban la escena sonrientes. Pocas veces habían visto a Isa tan feliz.
–Ahora tómales una a los chicos, por favor—pidió Isa a su asistente.
–¡Claro!—contestó Orly.
Todos los chicos posaron de buena gana, era lo menos que podían hacer por su manager que tanto los aguantaba.
–¡Qué emoción! ¡Mis SYB igual que mis Beatlecitos bonitos!—exclamó emocionada.
 
De ahí partieron al ensayo y prueba de sonido, todo estaba listo para el show de esa noche. El concierto fue todo un éxito como ya se había hecho costumbre en la ascendente carrera de los SYB. Otra vez la multitud coreando sus canciones, los fans esperándolos a fuera para verlos pasar. Los gritos y los carteles de apoyo. Al regresar al hotel se reunieron con su manager, les tenía buenas noticias.
 
–Boys, ¿qué creen?—comenzó Isa haciéndose la misteriosa.
–¿Qué? Inquirió Neal
–Me llamó el señor Signazor—continuó la chica de boina.
–¿Qué dijo?—preguntó Archie intrigado.
–¡Ya le llegó el chisme de que a Stear y Anthony los andaban violando!—dijo Terry.
–¡Hey!—exclamó Stear apenado.
–¡Shh!—los calló Anthony.
–¿QUÈ CREEN?—enfatizó Isa.
–¡¿QUÈ?!—exclamaron todos con curiosidad.
–El señor Signazor me acaba de avisar que… ¡Están nominados para cuatro Grammys y además nos han solicitado que participen con un número en la ceremonia de premiación!
 

Los cinco chicos se quedaron sin palabras, sólo se miraron unos a otros emocionados. Sin duda los “Sueños Dorados” se seguían haciendo realidad en sus vidas.

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