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La gallina loca



 

la gallina loca

Por Alejandra Maraveles





Esa mañana había amanecido lloviendo, el sol no daba señales de querer salir, la mansión Leegan que se erguía majestuosa en medio del bosque estaba casi en silencio, sólo los sirvientes estaban levantados, y procuraban no hacer mucho ruido.
             Nelly en la cocina estaba encendiendo el carbón que se utilizaría tanto para el fogón, como para el horno, mientras que Tag estaba empezando a preparar lo que sería el pan del desayuno. A Dorothy la habían mandado a recoger unos huevos que necesitaban para el pan y para el almuerzo que pensaba preparar Nelly.
            Dorothy era muy diestra para recoger huevos, así pues en medio de lluvia había salido rumbo al gallinero portando un pequeño paraguas y una canasta para los huevos, entró despacio al corral, verificó que no hubiera hoyos cavados por los zorros y entró agachando la cabeza al gallinero de madera.
             Las gallinas cacareaban rítmicamente, Dorothy entró con sigilo y empezó a recoger los huevos, con mucho cuidado metía la mano debajo de cada gallina y rápidamente la sacaba junto con el premio blanco, así pasó por cada gallina, muchas comenzaron a salir del gallinero al sentirse ofendidas por la intrusión de Dorothy. La canasta que llevaba se había estado llenando casi hasta el tope con los blancos huevos, entonces con satisfacción los empezó a contar, le faltaba sólo uno para terminar la tarea, había revisado casi todos los nidos y únicamente le quedaba una al fondo del gallinero, con cuidado pasó sobre los desperdicios que se habían acumulado del día anterior hasta esa mañana.
             La gallina era una de las de menor tamaño, pero era la que solía poner los huevos más grandes, pero esto mismo hacía que la labor de quitarle el huevo fuera más difícil, Dorothy dejó la canasta en el suelo, con cautela se acercó a la Gallina, metió la mano bajo ésta, que parecía estaba dormida, pero cuando quiso sacar el huevo, la gallina comenzó a cacarear de un modo estridente y empezó a darle de picotazos.
             En un rápido movimiento, Dorothy aventó su brazo con el cual golpeó la tranca que mantenía el gallinero abierto, justo en ese momento un fuerte rayo resonó en el cielo cubriendo así el ruido que provocó la puerta al caer de golpe contra el gallinero una tabla estaba algo suelta se salió de su lugar y quedó atorada entre el suelo fangoso. 
            Dorothy trató de abrir la puerta pero no pudo, en el fondo del gallinero, la gallina seguía cacareando como loca y Dorothy se empezó a desesperar. Con todas sus fuerzas empujaba la puerta, pero en vez de abrirse un poco, parecía que se trababa más, con voz ahogada comenzó a pedir ayuda, pero su voz era mitigada por los cacareos de las gallinas que estaban afuera y querían entrar para no mojarse más y el ruido provocado por la misma lluvia. En la cocina tanto Nelly como Tag, estaban muy atareados como para darse cuenta del largo tiempo que estaba tomando Dorothy para regresar.  

            Esa mañana como muchas otras, Anthony cubriéndose con un paraguas, estaba buscando al Sr. Withman para pedirle algo contra los pulgones que estaban infestando unos rosales, llegó cerca del cobertizo que era donde se refugiaba el Sr. Withman cuando llovía, pero antes de tocar a la puerta alcanzó a ver a las gallinas que se mojaban en el corral, se acercó al corral y vio a las gallinas que corrían de un lado a otro, no alcanzó a oír a Dorothy por todo el ruido que éstas hacían, pero pudo divisar un paraguas que estaba a mitad del corral, el cual había rodado cuando la puerta había caído. 
            “¡Qué extraño!” pensó Anthony abrió la puertezuela del corral, y se acercó al gallinero y fue entonces cuando oyó la débil voz de Dorothy.
 -         ¿Quién esta allí? – preguntó Anthony moviendo la tabla para destrabar la puerta.
-        -   Soy Dorothy – gimió la chica.
-         No te preocupes Dorothy – dijo calmadamente Anthony – yo te sacaré de Aquí.
Soltó el paraguas, metió su pie en el lodo, no importándole manchar su zapato y su pantalón, aunque la tabla estaba muy atorada Anthony hizo un gran esfuerzo y logró desatorarla después de tratar unos quince minutos, entonces Dorothy salió asustada.
-         ¿Qué ha ocurrido? – quiso saber Anthony.
-         Esa gallina ha provocado todo – respondió Dorothy señalando la gallina del fondo – Señorito Anthony. 
Anthony río y entró al gallinero, miró a la gallina que no dejaba de cacarear, con cuidado la acarició y ésta se calmo, ya que estaba tranquila, la levantó de su nido, para sorpresa de Dorothy, la gallina no reaccionó violentamente entonces sucedió algo que hizo comprender la reacción de la gallina. El huevo que ella iba a tomar acaba de romperse, un lindo polluelo salió del cascarón. 
-         ¡Oh! – exclamó Dorothy.
-         Por eso no se dejaba tocar – dijo sonriendo Anthony.
-         Necesitaba ese huevo – dijo un poco triste Dorothy.
-         Supongo que alguien se quedará sin almuerzo – dijo Anthony riendo.
-         Sí, eso creo – dijo Dorothy quien también empezó a reír. 
Tomó la canasta mientras que Anthony colocaba la tranca en su lugar para que la puerta volviera a estar levantada, las gallinas que estaban fuera comenzaron a entrar al gallinero, Anthony recogió el paraguas de Dorothy y se lo dio, después tomó el suyo. 
-         Tengo que ir con el Sr. Withman, - dijo Anthony.
-         Muchas gracias Señorito.
-         No lo menciones – dijo Anthony  mientras se dirigía al cobertizo. 
Dorothy regresó a la cocina donde se empezaban a preocupar y les platicó la historia. Cinco minutos después Candy había bajado de su cuarto para empezar sus quehaceres. 
-         Sabes Candy – dijo Nelly – el chico que te interesa estuvo aquí hace rato, pero ya se ha ido.
-         ¿En Serio? – dijo Candy algo decepcionada.
-         Creo que te importa mucho ese chico – dijo Tag con perspicacia.
-         La verdad… no podría importarme menos – dijo Candy con una sonrisa.

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