Capítulo
14. Cumpleaños Feliz
Por Lily
Flor
Por fin había llegado el día del
cumpleaños de Alejandra. ¡Que rápido había pasado el tiempo!
Parecía como si tan solo ayer hubiera llegado a esta ciudad.
“No puedo creer que no vayas a
esperarte el año entero aquí” le reprochaba Lily
“La verdad, es que ya junté todo el
dinero que necesitaba para el negocio” le contestó Alejandra
mientras guardaba parte de su ropa en una maleta.
“Si, pero al menos deberías
quedarte otro mes, lo que pasa es que estas nostálgica por tu
cumpleaños, es lógico que extrañes a tu familia y tu país, pero,
es tu decisión, yo no puedo obligarte” le dijo ya resignada Lily a
su amiga, mientras la ayudaba a guardar sus cosas.
En ese momento, Lily vio la carta
de Anthony en su buró.
“Ale, ¿no me digas que es por
Anthony que te vas? Si es así déjame decirte que la distancia es
aun mas grande entre ustedes si te vas hasta México.”
“No, Lily, no es por Anthony,
además, tu misma leíste la carta, él esta confuso en sus
sentimientos, y bueno, yo no tengo toda la vida para esperarlo”
“Pero Ale, tan solo han pasado unos
días desde que recibiste esa carta, y ni siquiera te volviste a
comunicar con él”
“¿Para que Lily? ¿Para llenarme de
esperanzas? No gracias, suficientes problemas tengo. La verdad no
deseo seguir alimentando este fuego que llevo dentro. Además le
deje mi número de teléfono con Archie, y pues él nunca me llamó, y
bien sabes que he tratado ya demasiadas veces. Necesito olvidar, y
sólo lo haré si estoy lejos”
“ahh verdad que si es por eso que
te vas entonces” le dijo su amiga dándole un empujón.
“Además, solo lo llamaste tres
veces, y dos de esas veces, fui yo quien marco el número.”
“Bueno, en parte si, pero también
porque ya es hora Lily, si él quisiera comunicarse conmigo ya lo
hubiera hecho, él sabía que hoy era mi cumpleaños, y ya vez que ni
siquiera por eso me llamó. Además tú sabes que me agrado estar
aquí, y te agradezco todo lo que has hecho por mi, en serio, eres
una buena amiga,”
“Bueno, bueno, no nos pongamos a
despedirnos ahorita, que aun no te vas, y no me quiero poner a
llorar” le dijo su amiga, intentando sonreír
“Sabes Ale, lo bueno que viviste y
esos bellos momentos que pasaron juntos, eso si ya nadie te los
quita, te los llevas contigo para siempre. Y el también siempre se
acordara de ti, la verdad, yo siento que ustedes tienen una
oportunidad, y quiero creer que si es así, el te buscara así sea a
la China a la que te vayas” le dijo, esta vez las dos estallaron
en risas.
Los planes eran simples. Irían
todas las chicas del trabajo a comer al Cheese Cake Factory de
Cambridge. Todas querían ir a bailar después, pero Alejandra no
quiso, porque aun le faltaba mucho que empacar y ya el domingo
partiría de vuelta a su hogar. Pero les dijo que todas podrían ir
sin ella. Lily no quería dejar a su amiga sola en sus últimos días
de estadía. Pero accedió a dejarla sola con la esperanza de que
talvez así, su amiga reflexionaría y cambiaria de opinión.
Alejandra se sentía satisfecha.
Había venido a este país a trabajar, a ahorrar dinero, y lo había
logrado. Más que eso, como decía Lily se llevaba muy bonitos
recuerdos. No se arrepentía de nada pues, la experiencia aunque
terminara triste se la llevaría consigo.
“No puedo creer que si me quedaré a
vestir santos” Se dijo riendo.
Eran las 11:50pm.
Ya casi se terminaba el día.
Alejandra se acostó en su cama. Y estaba quedándose dormida casi
cuando escuchó unos golpes en la puerta.
Enseguida corrió a abrir. Se
imaginaba que era Lily que había olvidado sus llaves.
Pero cuando abrió, no fue a Lily a
quien encontró en la puerta.
Era Anthony…
Alejandra se había quedado muda. No
sabia como reaccionar, jamás se había esperado que Anthony
precisamente llegaría a verla ese día, y a esas horas.
“Anthony ¿que haces aquí?” le
preguntó ella sin poder ocultar la sorpresa en su voz.
“Vine… a desearte feliz cumpleaños”
le dijo Anthony. Se notaba un poco agitado y afligido.
“¿Puedo pasar?” le preguntó
titubeante.
“Por supuesto Anthony pasa,
siéntate” le contestó muy nerviosa.
Anthony entro pero no se sentó, se
quedó parado mirando a Alejandra. Esto la puso aun más nerviosa.
Alejandra estaba que le temblaba todo el cuerpo.
“¿Viniste hasta aquí solo para
desearme feliz cumpleaños? le preguntó al fin con miedo.
“no” le dijo Anthony, que también
se veía muy nervioso. Lentamente sacó una pequeña caja de su
chaqueta.
“También vine a traerte esto” le
dijo, dándole la cajita a Alejandra.
Alejandra no sabia que pensar. Su
corazón le iba a mil. Parecía que se le saldría en cualquier
momento. Era una cajita blanca. Anthony trabajaba en una joyería,
era lógico que le trajera una pulsera, unos aretes. Pero el
corazón de Alejandra no dejaba de mandarle señales de alarma.
Lentamente abrió la cajita. Allí
encontró otra cajita de pana color rosa. Esta también la sacó y
luego la abrió muy lentamente. Su corazón parecía que se detendría
o estallaría en cualquier momento.
Entonces Alejandra por fin vio lo
que había allí adentro.
Era un anillo. Un anillo hermoso,
un aro de oro blanco y tenia un solo diamante color rosa al
centro.
Alejandra no sabia que decir.
“Oh Anthony, es hermoso” exclamó y
empezó a sentir que sus ojos se nublaban.
Anthony tomó el anillo de su mano.
“No quiero que te quedes para
vestir santos” le dijo
“¿Que?” le contestó Alejandra
extrañada ante tal confesión.
“Dijiste que si al cumplir los 30
aun no encontrabas al amor de tu vida, te quedarías a vestir
santos, y yo no quiero que hagas eso Alejandra. No puedo
permitirlo. Mira, se que no hemos estado tanto tiempo juntos y que
aun nos queda mucho por conocer el uno del otro. Pero lo que si se
es que cuando estoy contigo me siento diferente. Y no hago otra
cosa más que pensar en ti y recordar tu carita bañada de luz de
luna en ese barco… y siento que no necesito conocerte toda una
vida, ni saber todo de ti para saber que es contigo con quien
deseo estar siempre.”
Alejandra, sentía las lagrimas
recorrerle sus mejillas muy lentamente.
No sabia que decir, solo miraba a
Anthony, y miraba el anillo. Sentía las palabras de Anthony
resonar en el aire, pero aun así no podía comprender bien la
magnitud de lo que Anthony le estaba diciendo.
“Mira, Ale, este no es un anillo de
compromiso, es un anillo de promesa, la promesa de aprender a
amarte, de conquistarte, la promesa para uno aun mejor Ale y si lo
aceptas quiero pedirte que seas mi novia, mi mejor amiga, mi
compañera de todos los días. Y quiero pensar que si lo aceptaras
porque me lo dicen tus ojos” le dijo, mientras se acercaba, y
lentamente limpiaba sus lagrimas con sus manos.
“Anthony, quiero aceptar tu
promesa, pero no vas a necesitar conquistarme, pues lo hiciste ya,
desde la primera vez que te vi” le dijo, mientras el por fin la
rodeaba con sus brazos.
Así la sostuvo con ternura por
minutos que parecían horas, pero al fin, Anthony la soltó, y tomó
su cara entre sus manos de nuevo y la miró fijamente a los ojos.
Alejandra se dejó contemplar, por
esos ojos azules que destellaban ahora más que nunca.
“Entonces ¿si acepta señorita?”
preguntó Anthony lleno de felicidad.
“Si… Anthony, no hay nada que mas
desee en este momento” le dijo mientras era ella quien lo envolvía
ahora en un tierno abrazo.
Por fin, Anthony le tomó su mano
izquierda, y le colocó el anillo.
“Dicen que los amantes colocan el
anillo en este dedo, porque es de allí donde viene una vena que lo
conecta directamente al corazón” le dijo sin dejarla de mirar.
Alejandra se sentía tan
emocionada... Tenia ganas de gritar, de reír y de llorar al mismo
tiempo.
Estaban juntos. Y nada ni nadie
podrían cambiar eso.
De pronto Anthony miró la maleta de
Alejandra en el suelo.
“¿y esa maleta?” preguntó algo
confundido
“Es mía, me voy a México” le
contestó Alejandra sin dejar de sonreír.
“¿Para siempre?” preguntó Anthony
aun mas confundido
“No tontito, solo voy a visitar a
mi familia” le contestó Alejandra con una sonrisa muy picara.
“A bueno, menos mal, pensé que
tendría que mudarme a México” Dijo Anthony también muy coqueto.
“¿Que tiene de malo vivir en
México?” le preguntó Alejandra fingiendo enfado.
“Nada, mi linda, yo iría hasta la
China por ti” le dijo Anthony.
Y esta vez, volvió a tomar su cara
entre sus manos, miro sus labios que parecían invitarlo a un dulce
beso. Y el se dejo invitar. Lentamente se acerco a su cara, y
luego dejo que sus labios al fin descansaran en la paz que le
brindaban los labios de Alejandra. Se perdieron en ese beso tan
sublime, y tan esperado. Parecía que no terminaría jamás.
Y así querían permanecer para
siempre, unidos en un eterno beso de amor...
Y aquí termina nuestra historia.
En una hermosa ciudad, donde los
pajaritos cantaban en una brillante madrugada, se encontraban dos
enamorados… sin hablar sus corazones se juraban amor eterno.
Estaban tan sumidos viviendo lo que
seria el comienzo de un noviazgo largo y lleno de maravillosos
momentos.
Pero ese… ese es otro cuento…
FIN
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