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El día que el principito conoció a Anthony



El día que el principito conoció a Anthony

 Por Lily Flor
 
 

 
 
- Buenos días - dijo el Principito –
- Buenos días – le contestó Anthony y miró al pequeño niño de cabellos color de oro que lo miraba con curiosidad…
- ¿Que estas haciendo aquí? _ le preguntó al principito
- Ando buscando una flor, tan solo ayer aún la tenia y hoy no se donde pueda estar. – le contestó y lo miró con curiosidad.
- ¿Y tú que haces por estos lados? ¿Estas perdido? – le preguntó Anthony consternado
 
Pero el principito que jamás contestaba a ninguna pregunta que se le hiciera, continuó mirando los alrededores con curiosidad…
 
_Pero… no entiendo_ protestó el principito meneando la cabeza…Tu jardín esta lleno de rosas… seguro que la que estas buscando se encuentra por aquí en algún lugar escondido…_ Anthony lo miró sorprendido y le contestó:
 
_ La rosa que yo busco, no es una rosa cualquiera, es una rosa muy especial, y no se parece en nada a ninguna de estas otras…
 
Las rosas parecían haberlo entendido pues el viento las movía con impaciencia, dejando que más de alguna perdiera algún pétalo.
 
El principito se quedó quieto como recordando algo, el viento también fastidioso, le movía sus cabellos dorados, Anthony lo miraba intranquilo y pensaba… “¿Pero de donde salio este niño?”
 
_ Te comprendo, yo al igual que tu también poseo una flor muy especial… de la que no existe mas que una entre todos los millones de estrellas…– le confió el Principito
 
Anthony lo miró y se sonrió con indulgencia, mientras se preguntaba… “Pero… ¿quien será este hombrecito que habla tan sabiamente como si fuera mayor que yo?”
 
Y entonces le preguntó:
 
_ ¿Has venido a visitar a la tía abuela? ¿Con quien has llegado hasta aquí?
 
El principito que se veía aun sorprendido por la belleza de tan hermoso jardín, se quedó absorto y no le contestó, pero en cambio si le preguntó:
 
_ ¿Para que buscas a esa rosa tan especial? ¿Acaso es ella igual de vanidosa que mi flor y te reclama talvez un biombo?
 
Anthony lo miró algo aturdido, se veía en verdad afligido por no encontrar a la rosa que tanto buscaba. Al verlo el Principito se conmovió y le dijo:
 
_ No te preocupes, las flores hay que mirarlas y aspirar su aroma, de no ser así, te confundirán con su ternura y astucia – miró al cielo y exclamó como recordando algo…¡Las flores son tan contradictorias!
 
Pero Anthony, seguía buscando arduamente a su rosa… No quería saber de flores contradictorias, solo deseaba encontrar la suya… Entonces algo irritado y ya cansado le respondió:
 
_ No, mi rosa no es contradictoria, ni vanidosa, si la busco es para cortarla y regalársela a mi amada…
 
El principito lo miró seriamente, no le dijo nada pero era tan intensa su mirada que Anthony se sintió avergonzado…
 
_ ¡Quieres a tu rosa especial para cortarla! – le reclamó_ ¿Entonces de que le sirven a las rosas sus espinas?_ Le preguntó pero no espero respuesta. Hace miles de años que las rosas fabrican espinas. Hace miles de años que los hombres a pesar de ello, cortan a las rosas. ¿Y todo para que? ¿Para regalársela a su enamorada que después de todo la pondrá en agua y después de tres días morirá?
 
Anthony lo miraba muy serio, se sentía tan pequeño a su lado. El principito bajo la cabeza y agregó:
 
_ Tú no eres un hombre… ¡Eres un hongo!
_ ¿Un que?_ Le preguntó incrédulo.
_ ¡Un hongo!_ Le contestó con aplomo El Principito
 
Después de eso no pudo decir mas, estalló bruscamente en sollozos. Anthony no sabia que hacer… solo se acerco a él y lo abrazó. En ese momento ya no importaba nada, ni su jardín, ni su nueva estirpe de rosa, ni tan quiera su amada, en ese momento lo que importaba era un pequeño niño de cabellos color de oro al cual había que consolar…
 
_Escucha…_ le dijo
_ No iba a solamente a cortar la rosa, la iba a trasplantar a una maceta en la cual va a crecer mas linda y reluciente que nunca.
 
Pero El Principito no dejaba de llorar. Anthony no sabia que decir. Se sentía muy torpe y desconcertado. Y muy triste y a su lado también lloró. No sabia porque… solo lo hizo, y por alguna razón, eso lo hacia sentir tan bien.
 
Sus lágrimas brotaban y le nublaban un poco la mirada. Entonces Anthony se fijo en algo muy brillante hacia la orilla. Se limpió los ojos, y entonces descubrió que se trataba de su rosa.
 
_ ¡La encontré! Grito muy entusiasmado._ Soltó al Principito el cual lo seguía hacia el encuentro de su flor. La miró entonces y le dijo:
 
_ Esta es mi rosa… la mas linda de todas… Se llama Dulce Candy, la transplantare para ti. – le dijo
 
El principito miró admirado a la Dulce Candy, se sonrió como entendiendo su lenguaje y entonces le respondió:
 
_ En mi planeta no hay lugar para otra flor, y aunque así fuera de todas formas no podría llevarla, mi flor se sentiría ¡tan ofendida! No se porque no supe comprenderla a tiempo. Pero ahora ya me puedo ir tranquilo – le dijo
_ ¿Te vas entonces? _ Le preguntó Anthony sin entender bien del todo.
_ Si, creo que ya es hora. Tus rosas son hermosas. – le dijo_ Pero ninguna de ellas se compara a la mía, porque a pesar de ser solo una rosa ordinaria como cualquiera de tu jardín. La mía me tiene a mí. Así como tu rosa te tiene a ti. Eres responsable de ella. Y eso es suficiente ahora para ser feliz. – le dijo y se sonrío.
 
Anthony también se sonrío, y juntos los dos ahora reían a carcajadas sin saber bien porque, aunque era claro que las palabras no existían. Los dos se entendían muy bien. Su risa resonaba en todo el jardín. Era tan melodiosa que sonaba como si de pronto miles de estrellas se hubieran encendido.
 
La brisa movía sus cabellos dorados… Las rosas conmovidas se movían al ritmo del viento. Y en el cielo alguna estrella habría nacido seguro en ese momento. Pues no ha habido en el mundo mas bello paisaje que verlos a ellos riendo.

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