Por
Perla Gutiérrez
Tuvo que dejarlo
ir, y vaya que le dolió, pero ya no podría nunca más ser de ella. Y lo
difícil no fue verlo caer, sino el saber que no pudo ayudar, sentirse
inútil a pesar de amarlo con toda su alma. Y más aún, lo peor, saber que
nunca más volvería a ella. Extrañar su voz, su mirada, sus palabras, sus
gestos, su ternura… ni siquiera podía explicar que extrañaba más de él.
“Anthony” se desgarraba su alma.
“Y… ¿de que sirve
tanto amor en el alma, si no lo puedo entregar? Y luego hay quienes dicen
que duele no ser correspondido… ¿será similar?”
Una angustia tan
grande vivía apoderada de su corazón, que gruesas lágrimas resbalaban por
sus mejillas, y ella ya no oponía ningún tipo de resistencia por
detenerlas.
Él despertó al
escuchar su llanto. Vio su rostro y se enterneció de verla llorar dormida.
-Candy- la movió-
Candy ¿tienes un mal sueño?
Ella abrió los
ojos, y le vio tan cerca, que su alma recuperó el sosiego, y se abrazó
fuerte de él, no fuera a desaparecer.
-Anthony, soñé que
no estabas.
-Fue un mal sueño…
aquí estaré siempre contigo.
Se besaron y
abrazaron. Ahora podían terminar esa noche tranquilamente, sabiendo que
siempre estarían juntos.
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