La fuente de los deseos
por Alejandra Maraveles
1. La fuente de los
deseos
Ese día me sentía triste,
acababa de dejar a mi mejor amiga en la estación de autobuses, ella
cambiaba de residencia por tiempo indefinido, caminaba por las calles
sintiendo el calor del sol en mi rostro, pero ni aún con esa calidez
lograba templar a mi corazón. Hacía años que no había tenido novio, mi
último novio, aunque no perfecto había dejado una marca en mi, esa marca
era más parecida a una maldición que otra cosa, era como si indicara a
todos que yo no podía volver a amar...
Mi amiga había sido mi
consuelo y mi soporte en ese tiempo, y ese día que ella tenía que irse
para no volver era para mi volver a cargar yo sola con ese dolor que aún
albergaba mi alma.
Miraba a las personas que
caminaban, mejor dicho los veía sin observarlos, cada cara que miraba era
para mi lo mismo, ese día me sentía sola...
“La soledad puede ser muy
destructiva” me había advertido mi amiga antes de irse “tienes que hacer
un esfuerzo por no dejarte sumir en la soledad”, pero apenas unas horas
que se había ido y yo ya empezaba a sumirme en ella, no era el tipo de
persona que tenía muchos amigos, tenía pocos aunque muy buenos... y ella,
ella era la mejor, así que en ese momento en esa ciudad que me había dado
albergue cuando salí de la mía sentía que no podía recurrir a nadie más.
El apetito se me había ido,
no quería sentarme sola en un restaurante, sabía que si lo hacía solo me
sentiría peor, sabía que miraría a las familias y recordaría a la mía que
estaba tan lejos, o vería a las parejas de novios y me sentiría miserable,
o peor aún, vería a grupos de amigos cuando yo acababa de perder a uno...
así que pensé que sería mejor caminar por un parque que estaba cerca y que
si me daba hambre podría comprar algo por allí sin tener la necesidad de
sentarme...
Cuando llegue al parque me
sentí un poco mejor, los árboles me proporcionaron su fresca sombra, y el
acaloramiento de mi cara comenzaba a bajar. Me acerqué a una fuente y miré
el fondo había un gran número de monedas allí que se alcanzaban a ver a
través del agua cristalina.
“mmm, la gente pide deseos”
pensé “¡que tonta tradición!” Me senté al borde de la fuente y durante
unos segundos vi un resplandor, en una moneda pegaba directamente un rayo
de sol y aumentado por el agua, brillaba fuera de lo normal... tuve un
extraño presentimiento.
“Si no soy supersticiosa”
pensé enojada conmigo misma “es una tonta tradición”, sin embargo detrás
de mi la moneda seguía brillando.
-
Esta bien –
dije – tú ganas
Y sin pensarlo más saqué
una moneda de mi bolso y la eché a la fuente mientras pensaba en un deseo
con todas mis fuerzas. “No quiero volver a estar sola” pensé.
-
Disculpa – oí
una voz melodiosa detrás de mío.
Voltee mi cabeza y me quedé
como petrificada cuando vi al dueño de la voz, un muchacho rubio y muy
guapo me sonreía mientras sus ojos azules brillaban.
-
Se te ha
caído esto – dijo pasándome unos boletos de un concierto que me había
regalado mi amiga, para ir a ver a un grupo famoso.
-
¡Oh! No me di
cuenta...
-
Es un buen
grupo – dijo él.
-
Si – respondí
escuetamente, ya que yo en verdad no era admiradora del grupo en cuestión.
De hecho había pensado en no asistir al concierto - ¿te agrada?
-
Si, pero yo
no soy tan afortunado como tú, no pude conseguir boletos...
-
Llévatelos –
le dije por instinto.
-
¡Oh no! –
dijo él muy apenado– no puedo aceptarlos, no lo dije con esa intención...
-
Mira, yo no
voy a ir, no soy fan de ellos – mencioné con sinceridad – y no me sentiría
a gusto sabiendo que estoy tomando el lugar de alguien que si desea estar
allí.
-
No, lo
siento, es demasiado... no los puedo aceptar...
-
¡Vamos!, lo
que digo es en serio... – le dije mientras volvía a mi apatía ya de
costumbre.
-
¡Cielos! –
exclamó asombrado el muchacho – yo, déjame pagar por ellos.
-
No, no –
contesté casi enojada – no me costaron nada, no estaría bien de mi parte
cobrar por ellos...
La cara del joven mostraba
incredulidad, pero yo no hice intento por recuperarlos...
-
Bueno, esta
bien – dijo después de unos segundos – pero al menos podría saber el
nombre de quien me esta haciendo este regalo tan valioso.
-
Dona – mentí
descaradamente, no me importaba lo guapo que estuviera el chico, bien
podía resultar un asesino en serie...
-
Bien, pues
muchas gracias Dona – dijo él sonriendo con amplitud, y yo sentí como un
estremecimiento recorría mi cuerpo.
Sin ni siquiera estrechar
su mano, la cual me estaba extendiendo amablemente, me di la media vuelta
y comencé a caminar rápidamente... quería alejarme de allí, si, tenía
miedo de ese estremecimiento, no porque fuera malo sino porque hacía años
que no había sentido lo mismo y no quería volver a sufrir.
2. El número perdido.
No me detuve sino hasta
llegar a mi casa, cuando cruce el umbral del viejo edificio que había sido
mi hogar por los últimos años sentí que podía aminorar el paso. Respiré
profundamente y saludé al portero que como era usual leía el periódico de
la tarde sentado en su silla de mimbre.
-
Buenas tardes
José – saludé al anciano.
-
Buenas tardes
las tenga usted – respondió sin ni siquiera levantar la vista.
Yo sonreí, durante mucho
tiempo había pensado que nunca se daba cuenta de quien entraba o salía,
por esa manía de no mirar a la cara a las personas, pero después había
confirmado que no había persona más observadora que Don José. Siempre
estaba al pendiente de todo y de todos, siempre sabía cuando alguien
estaba triste, o cuando algo malo había pasado, de la misma manera en como
sabía cuando alguien había tenido un buen día.
Subí las escaleras porque
de nueva cuenta el ascensor estaba descompuesto, pero tan seguido estaba
descompuesto que yo había hecho parte de mi rutina subir por las viejas
escaleras de mármol deslucido por tanto uso, siempre mirando el pasamanos
de bronce que tenía grabadas unas rosas. ¡Como me gustaba ese pasa manos!
Muchas veces en mis tiempos libres había dedicado horas para darle brillo
al pasamanos. “Es inútil” me había dicho Don José, pero yo lo seguía
haciendo cada vez que podía... esas rosas me gustaban mucho.
Por fin llegue al tercer
piso, allí al fondo del pasillo estaba mi departamento, metí la llave en
la cerradura y pronto estuve adentro. Las cortinas estaban corridas, en la
mañana había salido corriendo y no había tenido tiempo de limpiar nada. Me
senté en el sillón dispar que todos criticaban, pero el cual yo adoraba,
aún hoy en día no he podido volver a encontrar un sillón más cómodo. Y
algo raro sucedía, a pesar de estar sola, no me sentía sola, me sentía un
poco emocionada por los acontecimientos de la tarde, pero tampoco quería
detenerme mucho tiempo a pensar en ello así que con decisión me paré del
sillón.
Abrí las cortinas para que
los últimos rayos de sol penetraran por la ventana antes de que
oscureciera. Y después me puse a limpiar, preparé algo de comer y después
me fui a sentar frente a la computadora. La prendí y esperé a que se
conectara a internet. El mensajero no tardó en prenderse y en empezar a
sonar, uno de mis mejores amigos estaba en línea.
Tan solo de ver su “Hola”
me hizo sonreír, empecé a platicar con él, y le comenté sobre lo que había
pasado al lado de la fuente de los deseos y en el encuentro con aquel
muchacho tan guapo.
Después de una fuerte
regañada “¿Cómo pudiste desaprovechar la oportunidad?” y “¿Cómo es posible
que hayas salido corriendo?” Yo contesté... “Era demasiado guapo como para
que no tuviera novia o quizá hasta casado estaba” “No porque alguien sea
amable conmigo quiere decir que quiera ser algo más”, si en mis adentros
seguía teniendo aquella terrible marca, aquella marca que se extendía por
todo mi ser… si, era imposible que yo volviera a amar a alguien.
“¿Qué va a decir Lily
cuando sepa que regalaste los boletos?” escribió él. “Nada” contesté
“porque no lo va a saber, y tú no se lo vas a decir”. En seguida me entró
esa preocupación… ¿Qué pasaría si Lily se enteraba de que había regalado
los boletos que tanto trabajo le había costado conseguir? Y no solo eso,
yo le había prometido ese día que no volvería a dejarme sumir en la
soledad, y que acataría sus recomendaciones como si la vida se me fuera en
ello… ¡vaya habladora que había resultado ser!, a los cinco minutos había
empezado a actuar como si nunca hubiera hecho promesa alguna.
“¿Entonces que le vas a
decir cuando te hable?” me preguntó mi amigo, yo en ese momento comencé a
pensar en mil disparates, en muchas diferentes pero incoherentes mentiras…
aunque si lo pensaba bien, la verdad también resultaba un tanto extraña.
“No lo se” respondí, “Quizá no le diga nada, ella no tiene porque
saberlo”… “¿Cuándo te va a hablar? ¿Acaso no quedaste en mandarle el resto
de sus cosas que había quedado en aquel almacén?”
El dichoso almacén, lo
había odiado desde un principio, para mi significaba la partida de mi
mejor amiga, allí había depositado las cosas de más valor, algunas tenía
la encomienda de mandárselas y otras de ir yo misma a entregárselas una
vez que ella estuviera establecida en su nueva casa.
“Si, en eso quedé”
mencioné, mientras pensaba con enfado en que al día siguiente tendría que
ir al dichoso almacén para sacar las primeras encomiendas. Mientras
pensaba en eso, el teléfono comenzó a sonar.
Me levanté de mi silla y me
dirigí al teléfono.
-
¡¡¡Hola Lily!!!
– saludé efusivamente al darme cuenta de quien era la persona al otro lado
de la línea - ¿cómo llegaste?.... Si, todo va muy bien… me alegra mucho…
¿cómo dices?.... ahhh, si no te preocupes yo lo tengo anotado… si, de nada
tienes que preocuparte… No soy Ale Maravilla por nada… si, entonces nos
hablamos mañana antes de que mande el paquete… ciao.
Con una sonrisa en la boca
me volví a sentar al frente del teclado y escribí rápidamente “me acaba de
hablar Lily, llegó muy bien y quiere que le mande unas cosas, también me
dijo que su palm se le había desprogramado y que había perdido todo lo que
había anotado en la última semana y que allí estaba la combinación del
candado del almacén”. “¡Qué mala onda!” contestó mi amigo “¿y ahora como
le van a hacer?”.
Yo reí para mis adentros…
“¿pues con quien crees que hablas?, soy la persona más organizada del
mundo y siempre anotó todo…” “¡Pues que bien!” me respondió.
Y aunque no me estaba
viendo como queriendo lucirme, tomé mi bolso y comencé a buscar el papel…
sin embargo al sacar todo lo que había dentro me percaté de una cosa
terrible, ¡El número lo había anotado en el reverso de uno de los boletos
del concierto…!
3. En busca de los
boletos
Mi cabeza comenzó a dar
vueltas, no podía ser lo que me ocurría, era una estúpida, había regalado
los boletos sin acordarme que allí había anotado el número de teléfono de
la nueva casa de Lily y el número de combinación. El teléfono no me
preocupaba, de hecho esa noche había quedado grabado en mi identificador
de llamadas, pero el número de combinación, ni siquiera recordaba cual
era… ¿acaso empezaba con 5, o era 9? ¡Santo Dios! Ni siquiera podía
recordar el primer número.
Un sonido de alerta que
provenía del mensajero me hizo volver a la realidad por unos segundos.
“¿Por qué no me contestas?” decía una y otra vez mi amigo… miré la
pantalla, no podía decirle que había perdido el número que tan
organizadamente había anotado… no podía decirle que había regalado el
boleto sin fijarme siquiera. “Me tengo que ir, tengo que madrugar mañana”
dije al momento que me desconectaba.
Apagué la computadora y
miré mi departamento con enojo, ¿ni siquiera había preguntado su nombre? Y
bueno… eso no habría servido de mucho, porque después de todo yo le había
dado un nombre falso, de la misma manera me lo podría haber dado él… ¿cómo
podía ser tan estúpida?
Me levanté de la silla, me sentía muy
nerviosa. No sabía por donde empezar, tenía que recuperar esos boletos lo
más rápido que pudiera… ¿pero que podía hacer? En medio de mi
desesperación pensé en regresar al parque, pero esa idea era absurda, ¿Qué
iba a estar haciendo en medio del parque a altas horas de la noche? Solo
conseguiría que me asaltaran o peor aún que me mataran… así que
inmediatamente deseché esa idea… por otro lado, ¿Quién me decía que lo
volvería a ver allí? No conocía a ese muchacho, jamás lo iba a volver a
ver en mi vida, y eso era más que obvio.
Comencé a caminar por todo mi
departamento pareciendo más un león enjaulado que otra cosa, no se me
podía ocurrir nada… mi suerte estaba volteada, y volvía a culpar a esa
maldición que me perseguía… “Ni en el amor ni el juego tengo suerte”
pensé, “¡vaya que soy patética!” Me sentía agobiada, así que lo único que
se me ocurrió fue tomar mi bolso, ponerme una chaqueta y salir a dar un
paseo alrededor del edificio, cualquier cosa era mejor que estar allí
dando vueltas.
Bajé las escaleras con mucha rapidez, y
cuando estaba por salir del edificio me topé con Don José.
-
Después de la tormenta llega la calma –
dijo el anciano.
-
Si – le contesté escuetamente “¿Qué
demonios sabía ese viejo loco?”
-
Las cosas siempre tienen una razón de
ser
Eso lo dijo y apenas lo alcancé a
escuchar, en ese momento en que la histeria se había apoderado de mi pensé
que el anciano era un viejo senil que no pensaba con lucidez. ¿A quién le
importaban esos refranes tontos?
Con desesperación comencé a caminar por
la acera, ahora si observaba con detenimiento cada rostro que pasaba
delante de mí, pero con desazón veía que ninguno era él… ninguno era el
chico de la fuente…
A cada paso que daba, sentía que las
cosas no podían estar peor, ¿Qué iba a hacer? Temía decírselo a Lily, me
iba a dar una muy merecida regañada, además de que se iba a sentir mal
porque había regalado los boletos que ella me había dado.
- Esto me pasa por estúpida – dije para
mis adentros.
Cuando había pasado una hora y yo seguía
caminando sin rumbo, comencé a desesperarme y miré al cielo. “Por favor
ayúdame” lancé una plegaría desesperada. En ese momento vi un local con la
luz prendida, eran cerca de las doce de la noche pero allí dentro había
una chica que estaba atendiendo a una persona, volteé mi cara y miré el
anuncio de Neón “Anuncios clasificados” se leía con grandes letras.
Inmediatamente sonreí, era una
esperanza, y sería más benéfico que estar caminando como tonta por las
calles, en seguida entré al local, adentro una suave música sonaba, yo
entre y le sonreí a la dependienta.
-
¿En que puedo servirle? – preguntó la
chica con una sonrisa más que ensayada, se podía notar el cansancio en su
cara, pero aún así sonreía.
-
Quisiera poner un anuncio – le dije.
-
¿En que sección? – inquirió la muchacha.
“Mmm”, pensé “muy buena pregunta” ¿en
dónde podría poner un anuncio de ese tipo…
-
Es algo más bien de tipo personal… - le
dije
La muchacha solo alzó una ceja y me miró
como pidiendo más información.
-
Quiero localizar a una persona, pero no
se su nombre… y bueno es…
-
Sección Varios – dijo la muchacha muy
seria.
Quise decir algo, pero la cara de la
muchacha no había cambiado aún y esa falsa sonrisa no aparecía de nuevo,
así que me limité a mirar el cuadro donde pondría el anuncio. Nunca había
hecho algo así, pensé mucho en que cosa poner, no quería sonar como si lo
estuviera buscando por él, aunque no me molestaba el tener que verlo de
nuevo, pero tampoco quería que anduviera por allí regada la información de
la combinación… ¿y si se enteraba de que era ese número? ¿Y si a pesar de
su apariencia resultaba ser un ladrón experto y dejaba a Lily sin una sola
de sus pertenencias?
Estuve pensando alrededor de media hora,
la chica me miraba con un gesto ceñudo, por fin termine con una frase de
casi veinte palabras.
“Busco a chico de fuente de los deseos,
regalé boletos, necesito información, comunícate conmigo al cel. 1879204:
Atte Dona.”
Por fin entregue el mensaje y la chica
me miró duramente, yo fingí que no veía su cara, le pagué el costo del
anuncio y salí de allí.
“Vaya cara de pocos amigos” pensé al
salir del local, cuando salí me di cuenta de la realidad por primera vez
en la noche, estaba bastante lejos de casa y en tan solo unas horas
tendría que ir a trabajar.
4. Una mañana difícil.
A la mañana siguiente, me resultó muy
difícil levantarme de la cama, la noche anterior había andado hasta altas
horas de la noche deambulando por las calles, hasta que había fraguado mi
plan perfecto, pronto daría con el chico a quien le había regalado los
dichosos boletos.
Me vestí con desgano, y me preparé para
irme a la oficina. Al llegar allí me comencé a sentir intranquila,
necesitaba ver el anuncio, así que a media mañana bajé al puesto de
revistas que estaba cerca del edificio y compré un diario. Con una inusual
desesperación abrí el periódico hasta llegar a la sección de clasificados.
“¿Dónde estaban los varios?” Di varias vueltas y por fin llegue a la parte
donde los varios empezaban, con rapidez pasé por todos los anuncios, pero
no vi el mío. “no puede ser” pensé y me regresé a revisar con cuidado...
uno a uno revisé, pero no estaba.
- No esta – dije en voz alta.
- ¿todo bien? – me preguntó una voz
familiar.
Volteé la cara y me encontré con la cara
de uno de mis colegas del trabajo.
- Hola Aarón – salude muy enojada
- No te ves muy bien, ¿qué ocurre?
-
Ayer en la noche pagué por un anuncio y
no salió publicado, esa tipa tenía algo en contra de mí.
- Ale; ¿de que era el anuncio?
- Eso ya no importa ahora – contesté
de mala gana.
- Vamos Ale, puedes decirme, quizá
pueda ayudarte.
- No, nadie puede ayudarme...
- De eso no puedes estar segura... –
me dijo Aarón muy serio.
Pensé unos momentos, podía decirle toda
la historia y morirme de vergüenza o podía decirle solo mi principal
problema... realmente no me costó mucho decidirme.
- Es que perdí el número de los
candados de un almacén...
- ¿De un almacén? – preguntó él
extrañado.
-
Si, una amiga mía se acaba de mudar y
dejo muchas de sus cosas en un almacén y yo quedé en mandárselas… y el
anunció era para localizar a la persona que se quedó con la información.
-
¿No la conocías? – inquirió con interés.
-
La verdad es una larga historia y
preferiría no hablar de ello, porque al fin y al cabo de nada va a servir
ya que no lo publicaron…
Aarón se quedó callado unos segundos, yo
pensé que estaba a punto de burlarse de mí, pero no fue así, ya que me
miró y sonrío sinceramente.
-
¿Por qué no rompes el candado?
-
¿Disculpa?
-
Si, puedes romper el candado y comprar
otro… es más creo que la persona encargada de los almacenes te puede
ayudar.
En ese momento sentí como si un balde de
agua fría me cayera encima, ¿acaso estaba tan tonta que no podía haber
visto con claridad la solución más sencilla? Sonreí con amargura…
-
Creo que es mejor que no haya salido el
anunció – dije.
-
¿Lo dices en serio? – quiso saber Aarón.
-
Si, así me ahorraré la vergüenza. –
contesté.
Minutos después di aviso a mi jefe de
que saldría a unos asuntos familiares, me dirigí a donde el almacén
estaba, cuando le comenté mi problema al encargado, me dijo lo que yo
esperaba: que ellos no sabían las combinaciones que esas las colocaba cada
persona. Sin embargo gracias a la destreza de Lily en haber puesto mi
nombre como la arrendadora, no tuve problemas en pedir que rompieran el
candado, sin embargo cuando vi la cuenta por el candado nuevo pensé que mi
estupidez no tenía precio, bueno si lo tenía, ¡el candado me había salido
cerca de 100 dólares!
Con el bolsillo considerablemente menos
lleno y cargando algunas cosas de Lily me dirigí hasta el servicio de
paquetería que Lily me había indicado para que le mandara eso que
necesitaba, para el fin de semana mandaría con su hermana que iría a la
ciudad para mandarle otras cosas.
Después de hacer eso, decidí pasar por
la tienda de autoservicio para comprar algo de comida. No había comido
nada y mi despensa estaba casi vacía. Entré al establecimiento y pasé
rápidamente por los corredores, tomé lo que necesitaba y salí sin
percatarme que alguien a lo lejos me había hecho señas.
Salí y sentí que alguien me seguía, así
que decidí cortar camino por el viejo callejón que solía utilizar mucho
hasta que Lily me había regañado, allí atravesé el callejón corriendo y me
oculté tras una vieja puerta que conducía a un edificio anexo al que yo
vivía.
No quise averiguar quien me seguía, pero
en ese momento supe que lo había perdido de vista.
-
¡Vaya! – dije para mi misma – que día
tan raro… ¿de cuando acá alguien me sigue?
Aún sin saberlo sentí un estremecimiento
y entré a mi edificio.
-
Buenas tardes – saludó don José
-
Buenas tardes – dije mecánicamente.
-
El sol sale para todos – dijo con su
costumbre de soltar viejos refranes.
-
Si – dije tratando de entender lo que
quería decir con eso.
-
El pasamanos luce mejor hoy ¿no? –
mencionó como si no fuera importante.
Volteé a ver el pasamanos estaba
brillante como nunca lo había logrado poner a pesar de mucho pulir.
-
¿pero? – balbuceé.
-
Esta mañana vino el dueño del edificio –
me informó Don José – dijo que ese pasamanos le gusta mucho y mandó a unos
profesionales de limpieza de metales para que lo restauraran…
-
Pues les quedó muy bien – exclamé
asombrada – en verdad se ve precioso.
-
Dijo que más adelante arreglara el resto
de la escalera…
-
¿no irán a subir la renta? – pregunté un
poco asustada.
-
No lo creo, antes solía hacer eso mucho
– dijo Don José.
-
Y entonces ¿Por qué dejo de hacerlo? –
inquirí interesada.
-
Pues tuvo que salir de la ciudad por
asuntos de trabajo y de estudios, sin embargo dijo que acaba de regresar y
que va a volver a dejar el edificio como lo estaba antes.
-
Espero que tenga razón y que no quiera
subir la renta porque de otro modo tendría que irme a vivir a la calle…
-
Usted siempre tan pesimista – apuntó don
José – aprenda a tomar las cosas buenas que le prepara la vida y no
pregunte todo el tiempo la razón
Sonreí ante el comentario y después subí
admirando el pasamanos, las rosas resaltaban más, y pensé en lo que había
dicho Don José, ¿acaso realmente solo veía las cosas malas de todo?
5. El anuncio clasificado.
Al día siguiente un poco más relajada me
levanté, y a los cinco minutos alguien llamó a mi celular, al tomarlo en
mis manos no reconocí el número, pero contesté…
-
Buscabas por mí, preciosa – sonó una voz
gruesa que no reconocí.
-
¿Quién llama? – pregunté.
-
Soy el genio de los deseos – me
contestó.
-
Está equivocado – dije de mala gana y
terminé la llamada.
Me metí a bañar, y mientras lo hacía, el
teléfono no dejaba de sonar.
-
¿Pero que demonios? – dije saliendo toda
empapada.
Tomé el celular y tampoco reconocí el
teléfono.
-
Muñecota – sonó una voz con tono pelado
– aquí esta por quien llorabas.
-
Váyase al diablo – contesté antes de
terminar la llamada.
En ese momento volvió a sonar, y miré
que tenía cerca de diez llamadas perdidas.
-
¿Pero que ocurre?, esto no es normal.
Y lo mejor que se me ocurrió fue apagar
el teléfono. Ya sin distracciones pude terminar de bañarme y tomarme un
nutritivo desayuno, después salí directo a la oficina. En cuanto llegué
Aarón me estaba esperando en mi lugar con una edición del periódico de esa
mañana.
-
¿Qué hay? – pregunté un poco extrañada.
-
¿Qué hay? – repitió él con sorna.
-
¿Te sientes bien Aarón?
-
Así que no tenía importancia lo del
anuncio ¿verdad?
-
Ayy Aarón, pero si ni siquiera lo
publicaron…
-
¿Estás segura? – me preguntó de forma
desafiante.
Lo miré unos segundos y enseguida le
arrebaté el periódico de sus manos, y allí estaba en primera posición en
los clasificados en la parte de Varios.
-
¡Oh! – exclamé sintiendo como el rubor
subía a mis mejillas.
-
¿A ver, quien es ese chico? ¿y porque tu
celular aparece con el nombre de Dona? – me preguntó Aarón con un tono de
burla.
-
No es nadie – le dije yo sintiéndome muy
estúpida…
-
¿Nadie eh?
-
No Aarón, en serio que no lo es…
-
Pero le regalaste unos boletos ¿no?
-
Fue una cosa tonta Aarón, además ya no
lo necesito, hice lo que me dijiste, rompí el candado y tuve que comprar
otro.
-
A ver no entiendo ¿Qué tiene que ver ese
muchacho con el candado?
-
Es una historia un poco tonta…
-
Anda, cuenta, tengo toda la mañana.
Lo miré enojada.
-
Si, bueno pero tú no haces nada aquí, yo
si tengo trabajo, así que si me disculpas tengo muchas cosas que hacer…
-
¡Oye que grosera! – me reclamó
-
Lo siento Aarón, pero es una cosa tonta
y la verdad no vale la pena. En serio que no…
-
Si tú lo dices…
-
En otra ocasión te lo contaré ¿vale?
-
Ok. Está bien.
Aarón salió de mi oficina y yo me quedé
mirando el anunció, ahora todo tenía sentido, esas llamadas de la mañana
eran de tipos que habían visto mi anuncio ¿cómo pueden existir gentes tan
enfermas? Pensé, ¿cómo me hablaron para decirme peladencias? ¡Cielos! Esa
gente no tiene nada mejor que hacer. Y no entendía como Aarón se había
percatado de que ese era mi mensaje… ni siquiera estaba mi nombre, había
usado el nombre falso que le había dado al chico… “Creo que es mejor
amigo de lo que crees”, sonó una voz dentro de mi cabeza y no pude evitar
sonreír.
Durante el transcurso de la mañana no
tuve mucha oportunidad de pensar en el anuncio, de hecho no había vuelto a
prender el celular, sabía que podría haber muchas llamadas, o quizá esos
libidinosos habían desistido, pero no quería exponerme, al menos no
durante el trabajo.
Ese día me requirieron hasta un poco más
tarde de lo normal. “Ayer te deje ir temprano” había dicho mi jefe y yo a
pesar del desagrado que me causaba tuve que aceptar sus condiciones, así
que cuando vi como los últimos rayos solares entraban por el ventanal,
tuve que resignarme a quedarme un poco más…
Por fin cuando pude salir me dirigí a mi
casa, más cansada de lo normal, con los pies a punto de reventar, estaba a
solo una cuadra de mi casa, se me ocurrió mirar hacía arriba y vi la luz
dentro de mi cocina prendida… ¡no!, pensé, no la había dejado prendida…
alguien se había metido a mi casa….
6. De paso…
Mientras me apresuraba a entrar a mi
edificio pensaba mil cosas a la vez… sentía mucho miedo pero a la vez
mucho coraje. ¿Por qué alguien quisiera entrar a mi casa? Cuando entre al
vestíbulo Don Jose pareció saber que pasaba por mi mente.
-
Es su amiga – dijo él sin voltear a
verme.
-
¿Disculpe? – pregunté saliendo de mi
ensimismamiento
-
Que no se preocupe – me dijo – quien
esta arriba es su amiga, yo la dejé pasar…
-
¿Mi amiga?
-
Si, su amiga… anda vaya para allá que
tiene ya mucho rato esperándola.
No me tuvo que decir más, en ese
instante supe de quien hablaba, subí las escaleras a toda prisa, miré de
reojo ese pasamanos, pero no me detuve a mirar mucho. Y desde allí podía
ver la luz que asomaba por la rendija de la puerta. Sonreí para mis
adentros y abrí la puerta.
-
¡Hasta que llegas! – dijo Lily que traía
un vaso en sus manos.
-
¡Lily! – grité emocionada – No te
esperaba… no sabía…
Pero la emoción disminuyó al ver la cara
enojada de Lily. Bajé la mirada y la cabeza, sabiendo que lo que venía a
continuación era un regaño.
-
¿Se puede saber porque no tenías
prendido tu celular?
-
Es una larga historia – mencioné
apesadumbrada.
-
Supongo que tiene algo que ver con unos
boletos ¿no?
En ese momento puse una enorme cara de
sorpresa ¿cómo podía saberlo Lily?
-
Puesss… - dije vacilante.
-
Quiero que digas toda la verdad – apuntó
Lily sentándose en el sofá mientras me veía de forma retadora.
-
¿Para que quieres saberlo?, es evidente
que sabes todo lo que ocurrió…
-
Ohhh no, te equivocas – dijo Lily con
una sonrisa – si lo supiera todo, no me habría tomado la molestia de tomar
un avión esta mañana para venir a verte…
-
Entonces porque no empiezas por lo que
sabes…
-
Se muchas cosas – observó Lily después
de tomar un trago a su bebida – Como por ejemplo, que esta mañana Robert
me habló muy preocupado…
-
¿Robert te habló? – pregunté un poco
exaltada.
-
Si, me habló preocupado, al parecer
Aarón, tu compañero de trabajo le dijo que habías puesto un anuncio en el
periódico… mejor dicho, este anuncio.
Y Lily estiró su brazo al momento que
depositaba la hoja del periódico donde había puesto el anuncio.
-
Ahora… tres cosas ¿de cual fuente de los
deseos hablas? ¿quien es ese chico? ¿y cuales fueron los boletos que
regalaste?
En mi cara debí dejar ver claro mucho
más de lo que me hubiera gustado, porque Lily subió una ceja un tanto
enojada.
-
La fuente del parque que esta cerca, de
ese parque que tanto odias, y el muchacho, desgraciadamente no se quien
es, me gustaría saberlo, pero no lo se… Y los boletos, creo que tu
intuición es la correcta, son los que me regalaste….
-
¿Acaso estas loca? – gritó finalmente
Lily - ¿Tienes idea de lo que me costó conseguir esos boletos?
-
Lo siento Lily… no era mi intención
regalarlos…
-
Y ni siquiera te esperaste… a la primer
persona que viste se los diste… no puedo creerlo. Y ni siquiera un nombre
verdadero le diste… ¿Dona? ¿Cuando fue la última vez que te dije que eso
era patético?
-
Lo siento, ¿ok? Ya me conoces…
-
Eso es lo peor del caso, que creía
conocerte pero ahora ya no tengo idea contigo… No te parece suficiente
hacer un par de tonterías en un día, si no que no te detuviste a pensar en
lo mucho que nos ibas a preocupar a los demás.
Yo miré a Lily con ojos implorantes,
pero ella continuó con su regaño por un poco más de veinte minutos.
-
… Y espero que estés satisfecha… nunca
más te vuelvo a regalar nada…
-
Lamento todo…
-
Pues es lo de menos…
Me sentía realmente mal, era cierto,
todo lo que me había dicho, merecía cada una de esas palabras duras, y eso
me hizo sentir más mal. Me levanté un momento y tomé un vaso y lo llene de
agua, y regresé a la sala.
-
¿Así que Robert te dijo todo eso?
-
No, no todo… lo de que te hiciste llamar
Dona de nuevo lo sabía desde el día de ayer por la noche… pero como ya no
te dignas contestar el teléfono no pude comunicarme contigo.
-
¿Ayer? Pero si el anunció salió el día
de hoy…
-
¿y quien te dijo que me había enterado
por medio del periódico?
-
Y Robert…
-
No, Robert tampoco me dijo eso…
-
¿Entonces quien fue? – quise saber.
-
¿Realmente deseas saberlo? – me preguntó
con una sonrisa maliciosa.
-
Pues si – contesté yo muy desconcertada.
-
¿También quieres saber como se llama el
chico?
-
¿Cual chico?
-
El de la fuente – me dijo como si fuera
lo más obvio.
-
Pues si… - respondí vacilante - pero eso
es imposible. No hay manera de saberlo…
-
¿Qué dirías si te dijera que yo lo se?
Miré a Lily sorprendida y sonreí
nerviosamente…
7. El nombre del chico de la fuente.
Mirando a Lily sentada sobre el sofá no
podía dar crédito a lo que me acababa de decir. ¿Me había dicho que ella
sabía el nombre del muchacho? ¿Pero que era ahora, Psíquica?
-
No me mires así – dijo ella un poco
molesta – todavía no te perdonó por haber regalado los boletos… y además
donde había anotado mi número de teléfono.
“¡Oh! El teléfono” pensé alarmada, Lily
tenía razón.
-
Si, no pongas esa cara de sorpresa –
espetó Lily - ¿acaso no dejaste anotado mi teléfono en los boletos?
-
Si – respondí con un hilo de voz…
-
Pues para tu información… el muchacho
habló a mi casa.
-
¡¡¡¡¿¿¿Queee???!!!! – exclamé.
-
Si Ale, habló a mi casa, preguntando por
ti… bueno no por ti, sino por “Dona”, en ese momento supe que te estaba
buscando a ti, ¿a quien más patética conozco que utiliza un pseudónimo?
-
Hey – exclamé enojada…
-
No tienes derecho a enojarte – mencionó
Lily señalándome con un dedo – que regalaste los boletos que te di…
Entre confundida y emocionada decidí
sentarme, porque corría peligro de que mis piernas dejaran de sostenerme.
Lily se levantó y fue por otro vaso de su bebida.
-
Me dijo que había estado llamando a mi
casa durante toda la tarde, pero como todavía no conecto la contestadora
no había podido dejarme mensaje… muy amable…
Sin saber porque tan solo oír hablar de
él hizo que mi corazón comenzara a latir con fuerza. “¿pero que me pasa?”
pensé enojada “¿Por qué me pongo tan nerviosa?”
-
Me contó que fuiste amable con él, pero
que parecía que traías prisa – continuó Lily – y que le habías regalado
unos boletos muy caros –hizo énfasis en esta parte y siguió – pero que él
quería agradecértelo.
-
¿Vas a querer que te los pague? –
interrumpí a Lily.
-
Deberías mantenerte callada, recuerda
que todo lo que digas será usado en tu contra – me dijo amenazante Lily
Yo guardé silencio y me dispuse a
escuchar a Lily.
-
Me dijo que te llamabas Dona y yo pensé
Oh, no, otra vez… sin embargo él se había dado cuenta de que había un
número anotado en uno de los boletos y marcó para ver que resultaba de
allí… Y pues resultó que se comunicó conmigo…
Lily sonrió con satisfacción y yo me
quedé callada mientras la veía tomar tragos de su bebida.
-
¿y? – Inquirí
-
¿qué?
-
No me dijiste
-
¿Qué no te dije? – contestó Lily.
-
Ayy Lily, entiendo que estés enojada
conmigo pero por favor dime como se llama…
-
¿No te lo dije? – preguntó con una
sonrisa en los labios
-
No, no me lo dijiste – le contesté con
el cejo fruncido.
-
¡Vaya! Creí que si te lo había
mencionado.
Yo comencé a tamborilear mis dedos en el
brazo del sillón.
-
Lily, por favor… solo dímelo.
-
¿Para que quieres saberlo? – me preguntó
alzando una ceja – pensé que no te importaba.
-
Me vas a hacer sufrir ¿verdad? – dije
resignada.
-
Es lo menos que te mereces – declaró
Lily con indignación – El muchacho fue muy amable, pero podría haber
resultado un ladrón o algo peor…y tú dándole mi teléfono… ¿te imaginas si
Robert hubiera contestado?
-
Pero Robert esta aquí – refuté.
-
Pero podría haberme ido a visitar.
-
Hasta allá…
Lily me lanzó una mirada asesina.
-
Si, pues estas aquí ¿verdad? – comenté
con una sonrisa nerviosa.
-
Si, así es… ahora bien… te voy a dar su
nombre y… su teléfono.
-
¿También tienes su teléfono? – pregunté
asombrada.
-
Si, también me dejó su teléfono. Pero
solo te los daré con una condición.
-
¿Una condición? – pregunté asustada.
-
Nada es gratis en la vida – me dijo con
un dejo de malicia Lily.
-
¿Qué quieres que haga?
-
No me lo digas con ese tono – apuntó
Lily – lo único que quiero es que dejes de escudarte en mí… lamento
decírtelo, pero no voy a estar aquí en mucho tiempo, y no pienso estar
viniendo a resolverte la vida cada vez que cometas alguna estupidez.
-
¿Oye, te pasas?
-
No, no me paso, parece que hubieras
nacido ayer… hace una semana eras la mujer adulta más responsable y
organizada, me voy y conviertes tu vida en un caos… ¿cómo puede ser
posible?
-
Es… que.. – balbuceé.
-
No, Ale, no me puedes echar la culpa a
mi… siempre he estado para ti cuando me has requerido, pero ahora no será
tan sencillo, ambas lo sabíamos, irte a vivir a otra ciudad implica muchas
cosas… por eso quería dejarte esos boletos.
-
Ni siquiera me gusta la banda – reclamé.
-
¿Y eso que?
-
Pues, es que no se que esperabas de mi…
-
Que salieras, que conocieras otras
cosas, que te abrieras con otras personas y conocieran a la Alejandra que
yo conocí… a la que no vuelve su vida un caos, a la que toma la vida por
las riendas y trata de sacarle el mejor provecho a la situación…
-
Es que no es sencillo.
-
¿Y quién dijo que lo sería? – preguntó
Lily…
Yo me quedé callada. Y mire a Lily, si,
estaba siendo más dura de lo que imaginé. Sin embargo ella tenía razón, no
podía escudarme en su partida y hacer de mi vida un cacahuate, ella ya no
iba a estar cerca durante mucho tiempo.
-
Lamento haberte hecho venir – dije con
la voz ahogada.
-
No, yo estoy bien… y no quiero que
pienses que no quiero seguir siendo tu amiga… me agradaría venir de vez en
vez, y encontrarte bien…
Las dos nos quedamos calladas por unos
segundos…
-
Ahora bien… vuelvo al nombre y al
teléfono, te los voy a dar con una condición.
-
¿Cuál? – dije preparándome para lo peor.
-
Tienes que marcarle y hablar con él…
-
Pero – dije abriendo la boca con
indignación.
-
No hay excusas, los quieres ¿si o no?
-
Pues si – dije después de unos segundos
de pensar.
-
Bien, su nombre es Anthony Brown.
8. La llamada y la cita del
concierto.
Sin poder creer lo que estaba haciendo,
minutos después de enterarme de su nombre estaba marcando el teléfono del
muchacho, a cada número que marcaba sentía como mi mano temblaba. ¿Por qué
tenía miedo? Era solo una llamada.
El teléfono comenzó a sonar, a
cada timbre que daba sostenía la respiración. Lily me miraba desde el otro
lado de la habitación y yo trataba de sonreír, pero no podía, me sentía
demasiado nerviosa como para hacerlo.
-
Aló – sonó una voz masculina al otro
lado.
-
Hola – dije con una voz que sonaba
extrañamente efusiva.
-
Si, ¿quién habla? – preguntó.
-
Soy Dona – dije con nervios.
-
Wow – exclamó el muchacho – yo, perdón,
no esperaba que fueras tú…
-
Si, bueno, yo tengo una muy buena amiga…
-
Si, el otro día hable con ella, no
esperaba que se comunicara tan rápido contigo.
-
Pues ya ves que si – dije empezando a
sentirme más a gusto platicando con él.
-
Te fuiste muy rápido el otro día y yo
bueno… me sentí algo tonto.
-
¿Pero porque? – pregunté.
-
Porque en verdad quería bueno ya que
estabas siendo tan amable de dejarme tus boletos, no se me ocurrió pensar
que quizá querías ir… bueno no quiero sonar pretencioso, pero quizá tal
vez quisieras ir conmigo.
-
¿Contigo? – exclamé.
-
Si, lo siento, tal vez tienes novio o
esposo y yo aquí haciéndote invitaciones… por eso mismo debía de quedarme
callado.
-
No.
-
¿No debería quedarme callado o no tienes
novio? – preguntó con interés.
-
No a las dos…
-
¿Esposo? – dijo sonando la voz más
alegre
-
No tampoco.
-
Eso quiere decir que si aceptas.
-
Eso creo.
-
Esta bien… suena muy bien de hecho… y
ahora… el concierto es mañana, podría pasar a recogerte o quizá…
-
Podríamos vernos allí.
-
Suena bien… que te parece en la puerta
5… es uno de los accesos de los boletos.
-
Me parece muy bien, entonces allí nos
vemos…
-
Ok. Muchas gracias de nuevo Dona.
-
Si, oye…
-
¿si?
-
No, olvídalo luego te digo, mañana.
-
Ok, entonces nos vemos mañana. ¡Bye!
-
Ciao.
Lily desde el otro lado de la sala
sonreía con satisfacción.
-
No fue tan difícil ¿verdad?
-
No, no lo fue – dije yo un poco
abrumada.
-
Te invitó al concierto, ¿No?
-
Si, eso hizo… fue muy amable… yo no
hubiera creído… ¿no debe de estar casado verdad?
-
Ayy mujer. ¿tú crees que te habría
invitado de ser así?
-
No lo sé…
-
En serio Ale, ¿Cuándo será que tomes las
cosas buenas de la vida sin cuestionarlas?
“Pum” ese comentario me pegó de lleno,
era la segunda vez que escuchaba eso en una semana.
-
¿Realmente crees eso?
-
Si, lo creo… no te digo que seas una
ingenua, pero creo que se tomó bastantes molestias tan solo para
invitarte, de tener algún tipo de compromiso con alguien no creo que lo
hubiera hecho.
-
Pues yo me tomé la molestia de buscarlo…
-
Si, por tu grandiosa idea del anuncio…
que por cierto. No hemos hablado mucho de eso.
-
No lo menciones ¡please! – supliqué.
-
¿Entonces es cierto?
-
¿Qué?
-
Lo que Aarón le dijo a Robert, de que
también allí estaba anotado el número de la combinación…
-
Si – dije bajando la mirada.
-
Ayyy Ale, en verdad es que tu sola te
complicas la vida… en fin, no pienso regañarte más por eso, creo que
suficiente vergüenza tuviste el día de hoy con ese anuncio.
Me serví un poco más en mi vaso y Lily
me miró.
-
¿Qué te vas a poner?
-
¿Para que?
-
Para el concierto, ¿para que más va a
ser?
-
No lo se.
-
Tienes que ir de compras… yo mañana a
primera hora salgo de la ciudad… mi vuelo esta muy temprano.
-
Gracias Lily.
-
No hay de que… y aprovechando, me llevó
mis paquetes… y luego espero que puedas ir a visitarme en unas dos semanas
¿te parece?
-
Claro…. ¿no te quedas a dormir?
-
Mmm, Robert me esta esperando… creo que
se le va a hacer un hoyo en el estómago, se supone que iríamos a cenar….
-
Ya es tarde…
-
Lo se, pero bueno. Me voy yendo, no vaya
a ser que en verdad se le haga un hoyo.
-
Me lo saludas…
-
Claro, y la próxima vez que tengas un
problema, ya sabes que él también esta dispuesto a ayudarte…
-
Lo tendré en mente.
-
Eso espero… y mucha suerte en tu cita.
-
¡Bye!
-
Si, nite, nite.
Lily salió del departamento, y yo me
quedé sonriendo como una tonta.
9. La cita imperfecta
A la mañana siguiente desperté con una
enorme sonrisa en el rostro, no podía dejar de sonreír y eso me
desconcertaba… Me sentía muy emocionada, “¿pero porque siento eso?” me
repetía una y otra vez, apenas y había visto al muchacho una vez pero
sentía que el corazón me estallaba de alegría.
“Ya deja de alucinar” me dije a mi
misma, mientras me preparaba para otro día de trabajo, pero cada cosa que
tomaba en mis manos, me lo hacía recordar… ¿Qué significaba todo eso? En
mi estómago sentía un nudo…
Esa mañana mientras estaba sumida en mis
montañas de papeles no podía dejar de sonreír, cada minuto que pasaba era
un minuto más pronto que podría reunirme con él…
Por fin después de mucha espera el día
de trabajo terminó, salí casi disparada de la oficina, realmente quería
llegar a arreglarme. Subí rápidamente las escaleras y apenas y escuché a
Don José cuando me saludaba al pasar. Entre a mi departamento y busqué
entre mi ropa algo que ponerme…
La elección no fue nada fácil, quería
verme espectacular, sin embargo tuve que conformarme con un pantalón negro
y una blusa bordada con lentenjuelas, en verdad odiaba cuando Lily tenía
la razón, debía haber ido a comprar algo nuevo, pero no lo había hecho y
pues allí estaba tratando de sacarle provecho a mi guardarropa.
Por fin ya un poco más tarde de lo que
me proponía tomé un taxi.
Cuando llegué allí, inmediatamente pensé
que había sido una mala idea vernos allí, había demasiada gente, no podía
distinguir a nadie, comencé a caminar desorientada, sin saber con
exactitud hacía donde ir. Los grupos de muchachos abundaban y yo me sentía
un poco tonta allí en medio de todos sin saber con exactitud a donde
moverme.
-
Disculpe, ¿la puerta cinco? – le
pregunté a un guardia…
-
Mmm, creo que tienes que caminar dos
puertas más y allí es la cinco.
-
Muchas gracias – dije rápidamente
mientras me dirigía a la puerta cinco.
A medida que me acercaba sentía muchos
nervios, quería verlo de nuevo, pero una vez que llegué allí vi que no
estaba, había mucha gente, pero no estaba él.
Comencé a esperar, y tanto fue el tiempo
que la gente comenzó a entrar y el lugar empezó a quedarse vacío. Mire mi
reloj con aprehensión, ya había pasado más de media hora de cuando
habíamos quedado… en ese momento me sentí muy mal, no podía creerlo, me
había dejado plantada.
Con desgano me fui caminando de regreso,
cuando me vio el mismo guardia al que le había preguntado.
-
¿No encontró la puerta? – me preguntó
amablemente.
-
Si, pero la persona no llegó…
-
Espere – dijo él – quizá la mandé a la
puerta equivocada, es que hay otra puerta cinco, esta es la puerta cinco
sur, y esta la puerta cinco norte.
-
¿Qué es lo que me esta diciendo? –
pregunté un poco enojada.
-
Si, hay dos puertas cinco, como la vi
por aquí pensé que era esa puerta…
-
¿Por donde queda la otra puerta? –
pregunté apremiándolo
-
Para el otro lado… - me dijo el guardia.
Apenas y lo escuche y comencé a correr
hacía el otro lado del estadio. Mientras corría pensaba en la mala idea
que había sido llevar tacones altos… ni siquiera miraba bien por donde
iba, solo contaba, puerta uno… “solo quedan cuatro más” pensaba, puerta
dos “ya estoy más cerca”, puerta tres “espero no llegar desgreñada”,
puerta cuatro “¡Cielos! ¿esta tan lejos?”, puerta cinco…
Respiré para tomar aire, me veía agitada
y miré, el lugar estaba vacío, allí no había nadie tampoco y el alma se me
fue a los pies…
Había sido una ilusa al pensar que un
chico tan guapo como Anthony querría salir conmigo. Me senté en una barda
pequeña para recuperar aliento, mire mis zapatos uno de ellos raspado por
haber corrido como loca. Sin embargo lo que más me dolía era que me
hubiera dejado plantada
Con mucha tristeza, me comencé a
retirar, tomé un taxi de vuelta a mi departamento, me sentía muy triste,
había sido una tonta y me habían vuelto a herir… pero esa sería la última
vez que me pasaría.
10. Chismes
A la mañana siguiente traté de que lo
que había pasado la noche anterior no me afectará, fui a trabajar e hice
mi vida normal, y aunque odiaba admitirlo no era muy interesante, pero al
menos allí nadie me hería ni me hacía sentir mal.
Los días siguientes al intento de cita
que había tenido, comenzaron a pasar con rapidez, durante ese tiempo el
dueño del edificio no había dejado de hacer arreglos, ahora el elevador
funcionaba a la maravilla y los pisos de los pasillos resplandecían casi
tanto como el pasa manos.
Lily me había hablado y me había dicho
que no me apresurara que posiblemente el muchacho me volvería a hablar, yo
en el momento en que me lo dijo asentí con mi cabeza sin mucho
convencimiento, pero después recordé que jamás le había dado un teléfono
para comunicarse conmigo… y así de esa manera pronto había pasado una
semana, en mi trabajo… bueno allí todo continuaba igual, y Aarón se había
burlado de mi cuando le había platicado lo que había pasado con Anthony, y
me había dicho que yo me había dejado ver lenta…
No obstante aunque no lo había visto y
seguía resentida con Anthony, quería creer que él no era así, que algo
había sucedido para que no llegara a la cita, esa tarde camine lentamente
hasta mi departamento, quería sentir la brisa pegar en mi cara y despejar
mis ideas, no era muy sano estar pensando en él todo el tiempo.
Así cuando llegue al edificio había dos
chicos que nunca había visto antes, los dos muy guapos, quienes estaban
platicando con Don José. Yo quise pasar desapercibida pero Don José gritó
mi nombre justo cuando iba a meterme al ascensor.
-
Señorita Ale – me llamó.
Yo sonreí de forma un tanto forzada y
regresé sobre mis pasos.
-
Recuerda que le dije que el dueño
arreglaría todo, bueno estos muchachos aquí son primos del dueño.
-
Mucho gusto – dije sintiéndome algo
tonta.
-
Me decía Don José que le gusta mucho el
pasamanos de bronce – comentó el muchacho alto y elegante que llevaba el
pelo un poco largo pero muy bien acomodado.
-
Si – dije sintiendo como el rubor
invadía mis mejillas, pensando en que Don José siempre hablaba de más –
así es…
-
A mi nunca me ha parecido tan especial –
dijo el muchacho de pelo oscuro que llevaba gafas.
-
Suerte que no es tu edificio – dijo el
muchacho elegante – Stear, piensa que con uno de madera podría verse
mejor.
-
¡Oh no! – grité asustada – Me encanta
ese pasamanos, no podría estar feliz si lo quitarán.
-
Piensa igual que Anthony – dijo Stear.
Al escuchar el nombre de Anthony me
estremecí. Pero luego recuperé la cordura, ¿Cuántos Anthony no debería de
haber en la ciudad?
-
Perdón que no nos hayamos presentado, yo
soy Archibald Cornwell pero puedes llamarme Archie.
-
Y yo soy Stear hermano de Archie
-
Mucho gusto – dije.
-
Bueno tienes una suerte de que mi
hermano no sea el dueño sino Anthony… él es nuestro primo y le encanta ese
pasamos igual que a ti…
-
Deberíamos presentársela a Anthony –
sugirió Stear…
-
Si, yo creo que le haría bien…
últimamente anda medio loco – dijo riendo Archie…
-
Si, hasta se inventó toda una historia
de unos boletos y de una chica…
-
Yo insisto en que lo hizo para no
invitarme a mi al concierto…
“¿Boletos? ¿Chica? ¿Concierto?” pensé
rápidamente, ¿Qué era todo esto? No podía ser… ¿acaso estaban hablando de
Anthony, de Anthony Brown”
-
No hables así de él – dijo Stear – ¡ve!
estas espantando aquí a la Señorita Ale.
-
Si, disculpa, nuestro primo no esta loco
– y guiñó el ojo – por lo general es muy cool.
-
Si, solo que desde que regreso del
extranjero anda muy solitario…
Yo seguía algo atónita… tenía que saber…
tenía que preguntar…
-
¿Te ocurre algo? – preguntó Archie.
-
Ya la asustaste – dijo Stear.
-
Estoy bien – contesté con un hilo de
voz.
-
No te ves muy bien, como que te pusiste
muy pálida… - comentó Stear.
-
SI, digo si no quieres conocer a nuestro
primero, no hay problema – dijo Archie.
-
No es eso – dije yo – solo quisiera
saber… ¿cómo se llama su primo?
-
Pues Anthony… - dijo Archie extrañado
-
No, su apellido, como se apellida.
-
Ahh, su nombre completo es Anthony Brown
– dijo Stear.
Y en ese momento sentí como la sangre se
me iba a los pies.
11. Regreso a la fuente de los
deseos.
Nunca supe con precisión como había
acordado en que me presentaran a su primo, solo recuerdo que habían
hablado muy rápido y que yo les había indicado el lugar de la fuente de
los deseos para el encuentro.
-
Eso es el destino – me dijo Lily ese día
por el teléfono – así podrás pedirle una explicación.
Si, Lily se había emocionado, pero yo no
quería volver a lo mismo, no quería volver a sufrir, solo iba a la cita
porque quería una explicación, quería saber porque me había dejado
plantada como una tonta… bueno al menos eso quería sentir, porque dentro
de mi la emoción se estaba apoderando de nuevo de mis sentidos.
“Es inaudito, me dejo plantada” no
dejaba de repetirme, pero cuando estaba escogiendo el atuendo para ir a
verlo, no podía decidirme, no podía pensar con normalidad…
“¡Pero esto es una locura!” pensaba, no
lo conocía realmente, y eso estaba pesando sobre mi razón.
Por fin me decidí por una falda con una
blusa, no me veía muy elegante, pero no quería verme elegante, quería
verme normal…
Así pues esa tarde salí hacía la fuente,
iba temprano y ahora iba consciente de que quizá tendría que esperar mucho
tiempo, sin embargo cuando llegué a donde estaba la fuente, lo vi de
espaldas, estaba mirando la fuente con un aire de melancolía.
Ese estremecimiento volvió a recorrer mi
cuerpo y sentí que mi corazón había comenzado a palpitar rápidamente. Con
cautela me acerqué y él entonces volteó su cara.
Su cara era mejor de lo que recordaba,
al mirarme sonrió.
-
¡Dona! – exclamó – no esperaba verte
aquí.
Iba a reclamarle, pero mis palabras se
atoraron en mi garganta, no podía decir una sola palabra. Solo sentía como
cada fibra de mi cuerpo estaba paralizada de emoción.
-
Yo, yo… - balbuceé – yo soy Alejandra..
-
¿Tú eres esa Alejandra? – preguntó
extrañado
Al no poder articular palabras solo
asentí con la cabeza.
-
¿Pero no te llamas Dona?
-
Yo, no, lo siento ese es el nombre de mi
abuela – dije por fin recuperando el habla – siempre doy ese nombre cuando
hablo con gente que no conozco…
-
¡Oh! – dijo Anthony un poco
desconcertado.
-
No lo tomes personal – dije yo – siempre
hago lo mismo, mi amiga Lily siempre me ha dicho que es tonto hacerlo…
-
Entonces ella si se llama Lily.
-
Si, lamento haberte dado un nombre
falso…
-
¿Y por eso me dejaste plantado? –
preguntó Anthony
-
Yo no te deje plantado, tú me dejaste
plantada – le reclamé…
-
Te estuve esperando más de media hora y
luego pensé que quizá te habías ido a la otra puerta…
Al escuchar eso no pude reprimir reír…
-
¿Qué ocurre? – preguntó
-
Es que yo hice lo mismo, creo que algo
paso que no nos encontramos
-
Si… que mal. Yo pensé…
-
¿Al menos entraste al concierto?
-
No… - dijo él una mueca de disgusto.
-
¡Oh! – exclamé.
-
Si, lo siento, los boletos se perdieron,
pero me alegra verte de nuevo… cuando mis primos me dijeron que me tenían
a una chica, yo la verdad no sabía que pensar…
-
Yo acepte porque supe que eras tú…
-
¿En serio?
-
Si…
-
Me alegra que hayas aceptado. –sonrió
con una sonrisa que en ese momento supe que era más que eso y mi corazón
palpitó con fuerza - Entonces ¿vamos por un café? Creo que tenemos mucho
que platicar…
-
Si – dije con una sonrisa en la boca,
pero antes… espera.
Saqué una moneda de mi bolso y me
acerqué a la fuente… y arroje otra moneda… Un deseo que por lo visto
estaba a punto de cumplirse.
I'm falling in love again
Ain't nothing I can do
Falling in love again
And this time it's with you
FIN.
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