Por Lobo López
3ER AULLIDO: ARCHIBALD CORNWELL: RIMAS
FORZADAS
El Jóven
Archibald Cornwell había ensayado frente al espejo sus mejores
miradas y sonrisas, puso sobre su pecho desnudo la colonia
exportada desde Nueva York que usaba sólo en ocasiones especiales
y vistió sus mejores galas, el espejo fue particularmente amable
con él. Era todo un artista en el arte de la seducción y sabía que
contaba con su belleza y presencia física como infalible arsenal
para cazar corazones, sin embargo, la de aquel día no era una
conquista mas, distaba por mucho de ser una aventura.... o por lo
menos, eso era lo que hubiera pretendido el joven Cornwell.Impredecible como lo es en ocasiones la conducta humana y mas aún, aquella que tiene que ver con asuntos del corazón, quiso algún designio divino que su destino no fuera junto al de la bella Candace, sino junto a otra pequeña y tímida mujer que desde hace mucho, le amaba en silencio.
Esa misma noche en un rato de soledad, el joven Archie salió al patio y sacó de su bolsillo una tarjeta que la noche anterior había escrito de su propio puño y letra, cuyas palabras jamás serían leídas por la persona que las inspiró y a quien fueron dedicadas.
Luego de leer su improvisación de aquella noche de insomnio, el joven Cornwell sonrió, arrugó y rompió la hoja de papel dejando que cada fragmento fuera dispersado a voluntad del viento... quizá de ese modo, junto con sus palabras, aquel amor que nunca pudo ser se iría lejos, a donde le llevara el viento.
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